The cursed blood.

The demon and the pureblood

25/07/16. <<Hoy descubrí que estar enojada es un gran impulso para inspirarte y lograr desestancarse de una manera sana>> (Retomado el día 3 de Marzo de 2017 a la 1:33 a.m.)

Sinceramente, estoy un poco perdida en mi propia historia, acomodé a algunos personajes en la casa que creó yo mejor se adecua a su papel, sin embargo, puede ser que yo misma me llegue a equivocar y por ende tal vez no concuerde, pero me da pereza buscar en que casa acomodé a cada persona así que lo haré como crea y ustedes solo déjense llevar por la magia. Habiendo aclarado eso, espero que disfruten el fic.

RE-retomado el 7 de Mayo del 2017. Si, no soy la escritora más atenta, pero nunca dije que lo fuera :v 

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TENÍA TODOS los elementos que eran necesarios para realizar la invocación.

El cielo parecía estar en un eterno negro desde que los vampiros 'vegetarianos' habían abandonado la dimensión. Enormes nubes grises rodeaban la luna llena sin llegar a taparla, creando un halo que resplandecía y daba una tenue luz a la tierra, los lacayos estaban dispersos por el lugar, aquel que había sido un lujoso y amplio castillo ahora no era más que una casa que aprisionaba dentro un gran bosque, los muebles, ventanas y lámparas estaban tupidos de maleza, los losts se alineaban creando una especie de línea invisible, algunos olorosos a hierba húmeda, carne quemada o a ropa mojada, los de atrás esperaban ansiosos a poder ver lo que estaba a punto de acontecer dentro del círculo.

Su amo estaba sentado en el gran trono.

Sus ojos estaban más oscurecidos que nunca, su piel era una extraña combinación entre el marfil y una hoja seca, tersa y pálida, sin embargo; parecía como si el más mínimo viento podría llevárselo en pedazos... llevaba un traje y una copa de sangre fresca en su mano.

La última víctima que había sido sacrificada, una preciosa joven que había cumplido tanto su función de alimentarlo a el y a su gente como para echar un poco de su sangre y terminar por hacer el ritual de invocación.

Kim Yoona. De la casa de los Kim del reino de Fuego.

Bebió otro sorbo de la copa antes de levantarse y caminar hacia el altar en medio del salón, las criaturas comenzaron a perder el control y dejaron de tener apariencias humanas, pronto el pelo y las garras comenzó a emerger, el líder de estos sonrió, vertió la poca sangre que quedaba de la copa en una vasija de barro con los ingredientes y esperó.

De la vasija se levantó una llamarada que llegaba a ser casi tan grande como él, las criaturas retrocedieron un paro, alarmadas, pues nunca habían visto algo como eso, el jefe ni se inmutó, los huesos que habían dentro se habían fusionado con la sangre, las llamas se extinguieron y todo pareció volver a la normalidad, en lo que cabe decirse.

-¿Me has llamado?

Las criaturas, alarmadas, reaccionaron elevando sus huesudas alas y crispándose como gatos al sentirse amenazados, el líder volteó la cabeza en dirección a donde estaba la voz.

Un hombre, a simple vista no mayor de 25-30 años lo miraba con una sonrisa en el rostro, no por eso le reconfortaba, claro, más bien parecía la risa de un psicópata a punto de asesinar a alguien, pero eso a él no le importaba, le sonrió cordialmente y se encaminó a un lado de la espaciosa chimenea, al lado de donde aquel hombre joven le esperaba.

-Parece ser que todavía tienes el hábito de llegar tarde, inclusive si te llaman por una invocación obligada. Dónde obviamente, no tienes derecho a faltar.

-Hay mucho trabajo que hacer. -Se excusó. -Te ves diferente, no mejor que antes, debo decir.

-Tan atento como siempre, pues no es para una reunión casual que te llamé. Te he llamado porque ha llegado la hora de que hagamos un trato.