Capítulo 01.

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Puras Rutinas.

Ok, Vamos ¡levántate!, (hablo conmigo misma) ¡Rayos! Es tan solo otro día más.

No tengo por qué comenzar a quejarme de nuevo, eso no arreglará las cosas, ¡he de ser fuerte! (Lo digo en voz alta pues trato de convencerme).

Respiro y tomo actitud optimista, luego bostezo < aaay quienes están peores y aún siguen siendo felices>, de nada me servirá llorar, por más duro que sea debo sonreír, no por mi sino por los demás, no puedo ser egoísta y pensar sólo en mí, sé que lo que me pasa, también afecta a aquellos que tengo cerca.

Trato de dar lo mejor de mí, e incluso a veces me he preguntado: ¿por qué yo?, no es que prefiero que esto le pasara a otra persona, ya que, lo que he vivido no se lo deseo a nadie, tampoco no es que intente cuestionar a Dios, Sin embargo es difícil no hacerlo, debido al estado en el que me encuentro, cualquiera en mi lugar lo haría.

Luego miro hacia arriba y vocifero: - pero ¡por favor! -: ¿qué fue aquello tan malo que hice para merecer esto? Dame una respuesta, al menos una que calme este dolor. (Como siempre era obvio escuchar tu silencio, ¡Gracias no tenías por qué molestarte!)

Inhalo y exhalo para calmar los latidos de mi corazón, me preparo para salir, mientras de pronto pienso en que ya he llorado bastante, dentro de mí ya no hay más lágrimas, el río caudaloso que fluía a través de mi ser hace mucho se secó. Sin embargo debo sonreír: me costó aprender esa estrategia, la cual me evita responder tantas preguntas y hablar sobre aquellas largas conversaciones.

Detesto la hipocresía aunque me ha funcionado, me molesta el hecho de haberme convertido en todo aquello que tanto odio, Fingiendo tan sólo por darle prioridad a los demás antes que a mí.

Mientras me alisto, sigo pensando: ¡todo esto me tiene harta!, pero al menos me ha funcionado (En tono un tanto reconfortante). Bueno, al menos hasta ahora, luego me detengo un minuto y miro detenidamente mi reflejo en el espejo, intentando buscar una respuesta, al parecer aún no he perdido mi inútil esperanza. Cuando termino, tomo aliento, ahora es cuando.... Esta es la parte más difícil para mí, suspiro y bajo las escaleras, paso a paso, escalón por escalón es una completa tortura pero estoy obligada a continuar, y entonces comienzo a llamar a esa parte de mí, a mi otra yo, a quien todos creen conocer.

Alzo el rostro, desde allí miro directo a la cocina y noté que papá ya había preparado el desayuno, cuanto más me acerco más escucho el sonido de los huevos friéndose, tierna melodía que me hace recordar a mamá, navego en mis pensamientos, hasta que por fin toco tierra, dejo de soñar despierta, me enfoco y a la vez me digo <no pierdas el personaje>, mantengo el perfil e intento no perder la postura.

Me detengo antes de entrar completamente a la cocina, así es como preparo mi fabulosa entrada, (llevo mucho practicando) entonces es cuando papá voltea y de mí sale tremenda sonrisa: cierro un poco los ojos, muevo los labios lentamente y dejo a la luz unos cuanto dientes para que así iluminen mi rostro.

Hasta que por fin, papá terminó de poner la mesa, asoma su rostro y me regala esa tierna mirada mañanera, con la que siempre me pierdo, la cual creo que extrañare cuando ya no este.

 - ¡Buenos días! mi querida princesa. (Con voz serena).

-: ¡Muy buenos días papá! (todavía mantengo mi sonrisa) Umn que rico huele, fritos y huevos revueltos, mi desayuno preferido.

En verdad hasta yo me sorprendo: de cuán buena actriz soy, merezco un Globo de Oro, pero me sorprendo aún más de mi padre ciertamente a él deberían darle un Oscar.

Ambos nos sentamos de manera distante, ojalá y la distancia entre los dos tan solo fuera física, en la atmósfera puedo respirar la tensión, sólo se escucha el sonido del tenedor al chocar con los platos y ninguno se atreve a expresar una sola palabra, pues sabemos cuál será nuestra respuesta ante cualquier pregunta.

No tenemos un tema de conversación, algo en común o alguna cosa que queramos compartir, lo más importante aquí es mantener el perfil. Ambos sonreímos y nos miramos fijamente a los ojos, como si intentáramos descifrar cual será la siguiente jugada.

Ni siquiera me atrevo a mencionar a mamá, pues el simple hecho de ser su viva imagen es lo suficientemente doloroso para él, en caso de que lo haga, sé exactamente lo que pasará y está escena ya la he vivido bastantes veces y no quiero pasar uno de esos días de nuevo.

Pensé que sentirse mal internamente era lo difícil, mas, ahora entiendo que fingir estar bien y actuar como si no pasara nada, es aún mucho más doloroso. A veces tengo miedo de convertirme en alguien fría, hueca y sin emociones, no quiero ser sínica pero sé que algún día el personaje que interpreto tomará posesión de mí. 

Esperando Un Cambio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora