Jason Williams: capitán del equipo de fútbol americano del instituto, popular y... Agente del MI6.
Katherine Wigfield: la "nueva".
¿Qué pasa cuando tu misión consiste en infiltrarse en la vida de la persona que peor te cae en el mundo? ¿Qué pasa si...
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Camino lentamente hacia el ascensor y tras pulsar la tecla del tres me apoyo en la pared, agotado. Esta noche no he podido dormir nada por culpa de las pesadillas acerca de lo que pasó el otro día en la piscina del instituto.
El ascensor se detiene en el primer piso y entra Nick Higgins, el secretario de Harold.
-¿Qué hay, Williams? - me dedica una media sonrisa y pulsa el botón del cinco, donde se encuentra el despacho del jefe.
-Nada nuevo - suelto sin muchas ganas -. ¿Puedes decirle a Harold que cuando pueda necesito hablar con él? - asiente y llegamos a mi planta. Nos despedimos y camino a través de los pasillos.
Giro a la izquierda y me desplazo entre las decenas de mesas de esta sala hasta llegar a la de mi hermano. Le veo concentrado en la pantalla del ordenador y bufar repetidamente.
-¿Cómo va todo? - pregunto refiriéndome claramente al caso. Después de clase me ha escrito diciendo que tenía noticias.
-No hay ni una sola huella - abro los ojos como platos y giro su silla para que me mire -. No hay nada.
Observo la bolsa de plástico en la que han metido la carta que le mandaron a Katherine y me llevo las manos al pelo, frustrado.
-¿Cómo coño vamos a encontrar a alguien que es como un fantasma? - me apoyo en la mesa de mi hermano y suelto un pequeño soplido.
-Algo se nos ocurrirá - hace una pausa larga y luego se acuerda de algo -. Por cierto, tengo los resultados del Jeep de la otra noche - las buenas noticias me ponen de buen humor y levanto la cabeza de golpe.
-¿De quien es? - pregunto emocionado por las noticias.
-Andrey Sokolov, más conocido como Andrey Murray - contesta rápidamente -. La sorpresa que me he llevado es que ese coche es suyo y que tiene nacionalidad inglesa. Se crió desde bien pequeño aquí el Londres. Y adivina lo que he descubierto - me encojo de hombros y hago un gesto para que siga hablando -, se crió la mayor parte de su tiempo en un orfanato hasta que le adoptaron.
-¿Eso es información vital para la misión? - le interrumpo.
-Sí, si eso significa ir al instituto con cierto padre de cierta chica - me acerco al ordenador y veo la información de su ficha.
-Kidman y Murray fueron al mismo instituto que nosotros - susurro por lo bajo -, debieron de conocerse y empezar a hacer planes de futuro.
-Ya tienes por dónde empezar.
-¡Mándame eso! - le grito mientras me alejo.
No pierdo más tiempo cuando me encamino a paso rápido hacia el ascensor de nuevo y subo a la planta del jefe. Llego a la mesa del castaño y él sube la mirada.
-¿Está dentro? - asiente y me hace un gesto para que pase.
Mi jefe levanta la cabeza de golpe y se sorprende al verme parado en su puerta.
-Señor Williams, ¿a qué se debe este placer?
Le pongo al día con el caso y él escucha con suma atención y presta atención a todos los detalles que le voy narrando.
-Peter me acaba de mandar su ubicación, necesito un equipo para intervenir - mi jefe niega con la cabeza y deja el bolígrafo encima de la mesa -. ¿Cómo que no?
-No sabemos si están realmente relacionados, son puras coincidencias, Jason - todo el buen humor de mi cuerpo cae en picado y pongo mala cara nada más terminar de decirme esas palabras.
-Estaba parado enfrente de la casa de mi objetivo, no solo una sino tres veces. Fue al instituto con Kidman y dices que son puras coincidencias.
-Son puras coincidencias - vuelve a repetir con un tono de voz más seco -. No vas a irrumpir en ningún sitio.
Da por terminada nuestra conversación y me hace un gesto para que salga de su despacho. No me lo pienso dos veces y salgo, pegando un portazo detrás de mí. Este hombre es gilipollas.
Me dice que este es un caso importante, que no la joda y, sin embargo, no puedo hacer nada cuando hay que hacerlo.
Bajo por las escaleras esta vez, con mala gana y empujando a la gente que se va cruzando en mi camino. Cuando llego a mi Audi abro el maletero y saco la bolsa del gimnasio de uno de los laterales. Abro la cremallera y observo lo pongo que tengo. Con una pistola y una navaja me sobra. Vuelvo a cerrar el maletero y me meto en el coche, poniendo antes de arrancar la dirección que me ha mandado mi hermano hace unos minutos. Si Harold se cree que me voy a quedar con los brazos cruzados, esperando a que vuelva a actuar ese hombre, está muy equivocado.
Aparco en la perpendicular a la calle que busco. No tardo demasiado en llegar, apenas quince minutos. Parece un barrio normal, de clase media, muchos bloques de pisos por todas partes y un montón de restaurante y otros comercios.
Camino mirando el móvil, como cualquier adolescente normal, mirando la pantalla, atento a la lucecita roja que me indica la ubicación de ese tal Murray. Según lo que me ha pasado Peter se encuentra en una cafetería pequeña. Me paro enfrente del sitio y observo a través de la cristalera. No se ve nada, estoy demasiado lejos para poder ver.
Cruzo la calle y cuando abro la puerta del local una campanita suena, indicando mi llegada, y unos cuantos ojos curiosos suben la mirada para ver quién es el nuevo cliente que ha entrado. Un par de chicas que hay sentadas algo alejadas de la puerta me miran y sonríe, yo hago lo propio. Todo por aparentar un estado normal.
Camino hacia la derecha, en busca del hombre de la foto de la ficha y me doy con un canto en los dientes cuando le veo sentado en la esquina extrema a la puerta. Voy hacia allá pero antes de que pueda alcanzar su mesa una mano se enrosca en mi muñeca y me hace girarme completamente en busca de su atención.
-Jason, ¿qué haces aquí? - cuando veo a la morena de ojos azules parada enfrente de mí y con una sonrisa de sorpresa en su cara me queda claro qué hacía aquí Murray.
A saber cuánto tiempo lleva este hombre siguiendo a Katherine.
Me giro de nuevo y el hombre ya no está en la mesa. Mierda.
-Katherine, tengo que hablar contigo de algo importante.
