CAPÍTULO 3

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Durante los siguientes diez meses sólo hubieron tres giros en mi rutina diaria, un mercadillo y dos revisiones médicas.

-¿Qué tienes ahí? - uno de los médicos me señaló la cicatriz de mi mejilla.

-Me pusieron tres puntos.

-¿Cómo te lo hiciste?

-Me caí. - no di más detalles de que hubiese sido en la escalera, pero el médico tampoco necesitó saberlo.

Otro hombre con bata blanca se me acercó con una jeringuilla en la mano. Vertió en ella un líquido azul transparente e inyectó la aguja en mi cuello. Dolía más que los anteriores pinchazos, que habían sido en el brazo. Mientras la punta de la jeringa se desprendía de mi cuello, noté un escozor. Venía de un ácido que me estaba quemando las carnes de la mejilla. Apreté los dientes y cerré con fuerza mis manos, de esta forma, arrugando el papel que se extendía sobre la camilla.
Las revisiones no solían tardar más de cinco minutos.

Semanas después de que cumplieramos los catorce, interrumpieron la clase de arte. Era Valmari, uno de los directores, que agarraba al chico de la cafetería por el hombro y lo arrastró unos pasos hasta llegar a la altura de la pizarra. El director habló un par de segundos con nuestra profesora y aunque yo estaba a cierta distancia, pude oír de que hablaban. Una vez hubo salido Valmari por la puerta, la profesora se giró hacia nosotros.

-Chicos, este es Kest - dijo señalando a él alumno que ahora miraba con desprecio el suelo, aunque sonreía. - va a quedarse aquí un par de días.

Lo que vino después fue un escándalo de preguntas y murmullos.

A la hora de comer Rai se acercó a mi mesa.

-¿Sabes por qué ha venido Kest?

-No.

-Estaba intentando entrar en Valhderratt. - vi qué Rai sonaba preocupada cuando me lo dijo.

-¿Te lo ha dicho él?

-No, pero Arabella lo sabe, sus amigas se lo han dicho.

Revoleo los ojos e ignoro el tema. Oir hablar de Arabella no me anima mucho. Así que me concentro en comerme mi plato de arroz.

-Es guapísimo ¿verdad?

Dejo el arroz y vuelvo a mirar a Rai. Eso de que alguien le pareciera guapo era nuevo. Tenía la mirada fija en alguien que no logré distinguir al principio. Vuelvo a mirar y esta vez noto que hablaba de Kest.

Las pocas veces que recuerdo haber visto a Kest comiendo, siempre estaba sólo. Pero desde que llegó a mi clase, siempre veo que a su alrededor se le acercan chicas de mi edad a pesar de que él las ignora. Entre ellas estaban todas las de mi habitación, a excepción de Rai, que comía conmigo, y Heather. 

No sé que tenía él, supongo que el ser mayor que todas, que era alto... No sé lo que tenía pero, desde luego, a todas le encantaba.

Las siguientes semanas estuve encerrada en un mundo que giraba alrededor de Kest. Rodeada de chicas que subían su falda del cuarto uniforme hasta que no les llegaba a más, era simplemente asqueroso. Era asqueroso ver como coqueteaban con él. Los domingos todas vestían con el tercer uniforme. Incluso Rai ya había llegado a formar parte de ese grupo. Mejor que nunca podía afirmar que estaba sola.

Y la verdad es que lo prefería. Tampoco es que fuese tan diferente a antes.

Aunque a decir verdad no estaba del todo sola. Heather ya tenía una "relación". En fin, al menos con ella podía pasar un tiempo sin que me explicase lo interesante que es acosar a un chico mayor.

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