Capítulo 14 Le Escribí al Amor.

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Narra Tyler:
El sol se escabullía por la ventana y la miré recargada en mi regazo, comencé a acariciar su precioso cabello castaño y admirar lo preciosa que era. Ella era tan hermosa, de esas chicas que no sólo lo son por fuera, porque ella no necesitaba maquillaje ni una prenda lujosa para lucir preciosa, porque ella no necesitaba decirlo para demostrar lo única que era. Me he enamorado, y no pretendo dejarla ir de mi lado nunca.
Yo jamás fuí un chico de emociones, desde que tengo memoria mi padre rechazaba los sentimientos y mi madre nunca me escuchó, por eso escapé de casa y me mudé a Minnesota con mi mejor amigo Brian. Me acosté con tantas chicas, tuve tantas novias, pero jamás me enamoré de ninguna.
Pero cuando vi a Isabelle por primera vez, el recuerdo sigue firme en mi memoria...
Ahí estaba ella, sentada en las mesas del jardín de la escuela leyendo, recuerdo notar su precioso perfil y mirarla por un largo rato, ella sólo me miró y bajó la mirada temerosa. Eso me provocó una sensación que jamás había sentido, me sentía raro y no podía dejar de pensar en ella... Desde ese momento supe que me había enamorado, el chico de piedra se había enamorado.
Oculté mis sentimientos durante años y jamás le dije lo mucho que la quería, porque no sólo era una atracción física, entre más la observaba más me daba cuenta de lo única que era.
El universo nos unió y no la dejaré ir nunca.
Ella sólo baja la mirada al verme, jamás entendí por qué hasta que ella me lo dijo. Isabelle aparentaba ser una chica tímida e inocente, pero no lo es, esa parte de ella que es atrevida, que es extrovertida... Esa es la parte que me vuelve loco. Jamás pensé en enamórame, mucho menos en estar aquí en este momento teniendo a mi lado a la chica indicada.
¿Será esto real? Me pregunté a mis adentros. La volví a mirar, y sí, vaya que era real.

-Buenos días. Dije sonriente al notar como Isabelle se movía.
Ella solo sonrió adormilada y se recostó en mi pecho.
-Hola. Dijo somnolienta.
Pero a los cinco minutos se volvió a quedar dormida. Me quedé viéndola durante unos instantes más y después la recosté en la almohada y le di un beso en la frente.
Me levanté y me dirigí a la cocina.
Saqué unos huevos de la nevera y un poco de jamón. Preparé unos huevos con jamón.
Hace unos días compré un anillo de compromiso.. Pero ¿será este el momento indicado? ¿Me rechazará? ¿Será demasiado pronto? A la mierda. Ya la dejé ir una vez y no la vi durante meses, no permitiré que vuelva a suceder, estaba profunda e intensamente enamorado de Isabelle Angelfield. 

Y ahí fue el momento en el que me di cuenta que ella era la chica a la que quería ver todas las mañanas a mi lado, con la que deseaba pasar el resto de mis días, aquella mujer que sería mi tesoro, por la que daría la vida. 

Saqué la cajita de mi pantalón que estaba en el cuarto sin hacer ruido y no despertar a Belle, lo saqué y lo puse en el bolsillo de mis jeans, me vestí y le dejé una nota a Belle en la nevera.
Tomé las llaves del auto y me dirigí a la florería más cercana a comprar unas bellas hortensias, las flores favoritas de Belle.
-Buenos días. Saludé amablemente a la señorita de la florería.
-Buen día joven, ¿en qué puedo ayudarle?
-Gracias, ¿tiene hortensias?
-Oh claro, unas bellas flores. En seguida te las traigo. Sonrió.
Pasaron unos segundos y la señorita estaba de regreso con un arreglo enorme de hortensias combinado con rosas color pastel y unos cuántos girasoles.
-Aquí esta joven, es uno de los arreglos más bonitos de la florería, se ve que será una ocasión especial.
-Sí, lo es. Le propondré matrimonio a mi novia. Sonreí.
-Pues no merece menos que esté bello arreglo. Volvió a sonreír.
-Bien, ¿Cuánto es? Dije amable.
-Serían $130.
Pagué y seguido salí de la tienda dirigiéndome al apartamento.
En cuanto llegué revise que no estuviera despierta Belle.
Cuando me aseguré puse el arreglo sobre la mesa y deshojé algunas rosas para que se viera romántico, y esperé a que Isabelle se levantara.
Escuché unos pasitos por el pasillo, sabía que era ella así que me preparé.
-Buenos días mi amor. Dije al verla en pijamas por el pasillo.
-¿Qué es todo esto? Rió nerviosa.
-Oh, no es nada.
Sonrió a medias, me derretía esa sonrisa suya.
-¿Hiciste el desayuno? Ay mi amor, gracias.
-No es nada. Me acerqué a besarla.
Me puse delante de ella viéndola de frente.
-Anda pruébalo. Le guiñé un ojo.
Ella tomó un bocado y sonrió.
-Está buenísimo, no has perdido tu toque aunque sólo sean unos simples huevos con jamón. Rió.
-Isabelle...
-¿Sí?
-Hay algo que quiero decirte.
Me miró con intriga y el ceño fruncido.
-Dime.
-Estoy enamorado.
Belle rió.
-Y quiero que sepas que no es fácil para mí decirlo, pero me he dado cuenta que eres tú, eres tú la que quiero ver despertar a mi lado cada mañana, eres tú con la que quiero irme a viajar por el mundo entero, eres tú con la que quiero reír así como también llorar, con la que quiero desvelarme hablando de cómo crees que se hizo el mundo y lo que opinas acerca de cualquier tema, que eres tú a la que quiero hacer reír a carcajadas, que eres tú a la única que quiero besar, que eres tú por la que voy a luchar, hasta donde tú me dejes. Suspiré.

-Así que hoy Isabelle Angelfield... quiero pedirte que te cases conmigo.
Saqué esa cajita aterciopelada negra de mi bolsillo y la abrí frente a ella.
Se tapó la cara con sus pequeñas manos y comenzó a llorar.
-¿Qué dices preciosa, nos volvemos locos juntos?
Calló por unos segundos que se me hicieron eternos.
Le descubrí la cara para poder mirarla.
Asintió con la cabeza repetidas veces.
- Sí, sí, sí ¡sí! ¡Claro que me caso contigo maldita sea!
Me besó con intensidad.
Le di la vuelta a la mesa para poder abrazarla. La tomé entre mis brazos y la cargué mientras la besaba.
No podía creerlo, ¿estaba comprometido? ¿Me había dicho que sí? Debo estar soñando. Es el mejor día de mi vida.
La alegría comenzó a llenar cada poro de mi piel.
Porque enamórame de ella no fue como todos dicen que es, para mí fue entrar a una casa y de repente saber que estaba en mi hogar...

Y Le Escribí al Amor...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora