Prólogo

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Estaba a punto de empezar el mes de octubre. Los días comienzan a acortarse, y las noches son más frescas. Es un mes especial para los niños, puesto que a finales de mes, se celebra Halloween, una costumbre adoptada no hace mucho.

Pero para los estudiantes del último curso de arqueología, era un mes bastante duro, pues el profesor López, el más duro de toda la universidad, por no decir cabrón, había pedido la tesis doctoral a finales de noviembre.

Mientras el profesor daba su explicación sobre el tema de la tesis, Álex, uno de los alumnos más brillantes de la clase, estaba absorto mirando uno de los asientos más a su izquierda, a una de sus compañeras... que le devolvió la mirada, y le hizo un gesto burlón. El timbre sonó, y oyeron al profesor decir:

-A partir de mañana tenéis un mes libre para realizar vuestros trabajos. Os espero después de Navidad.

La chica a la que antes miraba Álex se acercó a él y le dijo en tono de burla:

-Ei, mimadito- le dijo Elizabeth, con una sonrisa burlona.- Si hubieras estado atento en vez de mirarme tanto sabrías que nos han puesto juntos para el trabajo.

- Vaya... Pues menos mal que su Alteza si estaba atenta.- Álex hizo una reverencia.- Será genial hacer el trabajo con la princesa de clase.

- Vete a la mierda-dijo Elizabeth riendo, dando una torta al brazo de Álex.

Alex respondió agarrando la mano de Elizabeth, y besándosela.

-Nos vemos más tarde, Majestad.

-No lo creo. Tengo que hacer un viaje y mi avión sale en dos horas.

-¿Te marchas? Tenemos que hacer el trabajo.

-Yo me marcho cuando tengas tu parte mándamelo, yo hare mi parte donde voy a disfrutar del sol y a surfear. Au revoir niño mimado.

-¿Tomar el sol? ¿Surfear? Nos dan un tiempo libre para la tesis y tú te vas a la playa?  Ni hablar, señorita. Somos compañeros de trabajo, y este tiempo lo vamos a pasar juntos. Así que cariño-dijo Álex, guiñándole el ojo-donde tú vayas, iré yo. Así que voy por mi billete.

-Me da a mí que no...-murmura ella cuando él se aleja-¡Por cierto me voy a Florida!-le grita.

Tras eso la joven se marcha en dirección su coche, no iba a dejar que ese niño pequeño le estropeara su tesis. Llega al aeropuerto y para su alivio no está él. Factura las maletas y se dirige hacia su avión, después de arrancar se tranquiliza había conseguido que el joven no la siguiera. La joven se relajó en su asiento, cuando el avión despegó. Había dejado atrás a Álex. ¡Qué mal le caía ese estúpido y sinvergüenza niño mimado! Se dispuso a ver la película del avión, una muy mala en blanco y negro, con subtítulos. De pronto, una mano se le posó en el hombro.

- Se ha equivocado, Alteza, este vuelo no va a Florida- y acto seguido, le besaron el cuello.

Elizabeth se giró, no podía creerlo. Justo detrás de ella, estaba sentado Álex.

-¿Se puede saber que haces Tú aquí?

-Mis padres que me han obligado a ir con ellos al Caribe a ver a la familia y ¿no se iba su alteza a Florida?

La joven levanta la mano y le da un guantazo, acto seguido se levanta de su sitio y se marcha al pequeño bar que había detrás para tomar algo y alejarse de ese engreído y egocéntrico niño. Estaba que echaba humo no entendía como se había tomado tantas confianzas, no había quien lo tragara y no entendía como todas las chicas se morían por él. La joven estaba cada vez mas mosqueada por lo que cambio de asiento para no encontrárselo más. En la barra pidió una copa, que bebió casi de un trago. Apoyo su cabeza en ambos brazos, en la barra. Entonces el camarero se acerca a ella con otra copa.

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