El juego de la personalidad

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¿Alguna vez te sentiste incómodo con tu forma de ser? ¿O considerar que tus capacidades no son las más adecuadas para ti? Hay una forma en la que puedes corregir cada error que consideras malo para ti mismo, ya sea físico o psicológico: El Juego de la Personalidad. Es un tipo de juego en donde tienes la oportunidad de cambiar tu forma de ser.

Para jugarlo, debes hacerlo en la noche, preferentemente después de la medianoche, pero antes de las cuatro de la mañana. Debes jugar solo, ya que este juego solo se trata de ti, de nadie más. Las preparaciones pueden ser algo complicadas. Necesitas un espejo de tamaño regular y uno de tamaño grande; una alternativa es usar una ventana de la casa que pueda reflejar la mayoría de tu cuerpo. También necesitarás una foto tuya en donde solo aparezcas tú, y, al final, dos velas.

Empieza en el horario indicado, sentado en una mesa. Pon al frente tuyo el espejo regular con tu foto al pie del espejo y las dos velas encendidas a cada lado de la foto. Detrás de ti debe estar el espejo grande o, si quieres, ubícate detrás de la ventana grande de tu casa. Cuando todo eso esté preparado, podrás empezar.

Sentado al frente del espejo, di tus datos personales, como el nombre completo, fecha de nacimiento, estatura y demás, siempre dirigiéndote a tu reflejo. Si dices un dato falso o algo que no sea personal, el juego no funcionará y deberás intentarlo después de nueve días. Aquellos que lo intentaron de nuevo antes de los nueve días, olvidaron quiénes eran y no recordaron nada.

Al decir tus datos, si las velas se apagan, no te asustes: significa que el juego ha comenzado. Notarás que, en el espejo, unas velas se encienden, pero eso no significa que tus velas también lo estén. En la iluminación te verás a ti mismo, pero te repito que no es un reflejo. Deberás darte cuenta de que tu foto no está, es parte del juego. La explicación es esta: acabas de invocar una dimensión. No es tu «otro yo», y difícilmente se le denominaría como un demonio, es más bien un ente de una dimensión distinta de la nuestra y ha tomado tu foto para asimilarte.

Empieza de forma correcta: salúdalo cordialmente. Evita preguntar su nombre, como también evita decir el tuyo; no debes saludar con tonos bruscos, ni malas palabras. Puede que tú saludes de esa manera, pero te repito que no es una réplica de ti, es un ente que tomó tu apariencia y este ente odia los malos modales, así que evita cualquier comportamiento inadecuado. Si lo haces, el ente te responderá amablemente y continuará la conversación, pero si hablas incorrectamente, o usas por error alguna insolencia, el ente se enfurecerá, su rostro de deteriorará y ese rostro se convertirá en tu reflejo. Algunos viven con eso, otros se suicidan.

Tras haber dado un buen comienzo, podrás preguntar cualquier cosa que quieras saber acerca de ti, si es que deseas. En este punto, si tienes alguna duda sobre tu personalidad, o de algún trauma que hayas olvidado, este es el momento de saberlo. No te preocupes, este ente te responderá con total honestidad, así que preguntarle lo que quieras; es opcional siempre y cuando te fijes en sus velas. A medida que avanza el tiempo, sus velas se consumirán. Cuando sus velas estén acabándose, termina la conversación preguntándole: «¿Quién eres?». Oirás que el ente pronunciará tu nombre. Contéstale: «Así me llamo yo». Tras esa afirmación, sus velas se apagarán; no te preocupes, significa que el juego está en su apogeo máximo.

Es momento de usar el espejo o la ventana grande. Como ocurrió antes, una iluminación saldrá como reflejo, pero no a base de velas, sino del mismo ente. En sus ojos y en su boca saldrá una luz anaranjada: lo has enfurecido y la única manera de apaciguar el odio hacia ti es contarle todos tus secretos. Estarás corroborando que en realidad eres quien afirmas ser. Debes contar cada secreto personal que hayas guardado, desde secretos que solo tú conoces y nadie más, hasta secretos tan vergonzosos que preferirías llevártelo a la tumba por miedo a la ridiculización y a la vergüenza. Si por error mencionas algo que no es secreto, o lo mencionas incorrectamente, el ente saldrá de lo que uses como reflejo y te atrapará; esa mirada te petrificará —no importa que trates de huir, no hay forma de hacerlo—, y la peor parte es que te devorará los ojos y la boca, condenándote a no ver ni poder hablar para la eternidad.

Al final, si has mencionado tus secretos, habrás apaciguado la ira del ente y desaparecerá. Estarás en plena oscuridad y oirás tu voz de nuevo, preguntándote: «¿Qué quieres cambiar de ti?». Eso significa que has ganado y tienes la oportunidad de cambiar algún rasgo o personalidad que desees; ese el objetivo del juego. Si deseas cambiar algún carácter físico, como ser más fuerte, jamás engordar o ser más guapo, a la mañana siguiente podrás percibir el cambio realizado. Si es un carácter psicológico, como ser habilidoso con los instrumentos, más inteligente o ser carismático con todos, a la mañana siguiente aparecerá. Notar el cambio de los caracteres psicológico es más difícil; simplemente entiende que, en el ámbito que pediste el cambio, la habilidad te saldrá naturalmente, como si siempre hubieras sido así.

ADVERTENCIA: No trates de jugarlo por segunda vez. Puede que hayas ganado, pero el ente aún no acepta que eres quien afirma ser, por eso te vigilará. No sentirás esas presencias como si alguien te vigilara, solo te observará cuando te reflejes en espejos, ventanas y demás. Pero, al jugar por segunda vez, caerás en su trampa: en el momento más inesperado, te atrapará y te encerrará en su dimensión, mientras que él ocupará tu lugar en el mundo.

Es difícil saber quiénes son «aquellos» que fingen ser algo, pero lo seguro es que la gente lo hace porque no aprecian lo que son, no valoran sus propias cualidades o se consideran imperfectos.

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