La extraña enfermedad.(Cap.12)

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Este mismo día, al caer la noche, como habíamos perdido el auto, no teníamos un lugar seguro para poder descansar y caminar por el bosque a esas horas era altamente peligroso, debido a que lo único que puede alertarte es el sonido y lo único que se puede ver es la luna.
La obscuridad es cegadora y caminamos en vano, simplemente sabiendo que el siguiente refugio estaba en línea recta hacia delante.
Al cabo de caminar un rato, vemos una gran silueta a través de los árboles, una pequeña cabaña de madera con pinta rústica.
Entramos de inmediato, por dentro todo está cubierto en polvo y lleno de telaraña, como si estuviese abandonado desde mucho antes de todo esto.
Con la poca visibilidad que había, encontré unas velas encima de la fogata, las encendimos para iluminar un poco la sala, y aunque moriamos de frío no encendimos la fogata para no demostrar que estábamos ahí, en caso de que los tipos de la prisión nos estuvieran siguiendo.
Cada quien hizo su lugar en la sala para dormir, pero por alguna razón comenzamos a hablar.
La chica preguntó si sabía cuál enfermedad atacaba al mundo, con dicha pregunta me di cuenta que ni siquiera me había interesado un segundo en esto, y le respondí que desconocía absolutamente todo acerca del tema.

-Dicen que se desconoce el origen y que no se sabe si fue terrorismo o algún error de laboratorio, pero lo que si es seguro es que se contagia por medio de la sangre, como en una mordedura o rasguño. - cuenta la chica sentada en el suelo - Cuando te contagias mueres, pero luego resucitas como una de esas cosas. De hecho...lo vi por mí misma. - concluyó la chica, terminando triste debido a algún mal recuerdo.

Presté atención a toda la información, pero pensando en lo irrelevante que era, ya que sea lo que sea, acabaría con todos nosotros.
Cambié rápidamente el tema y comenzamos a hablar y bromear acerca de las cosas que habían empeorado, como no tener Internet, y también las que mejoraron, como el tráfico, etc...
También le hablé de Kath, de como nos conocimos, de cuando le propuse matrimonio, de su hermoso cabello perfectamente rizado y despeinado, de sus lindos ojos café y sus suaves y pequeñas manos.
Ella, al escucharme hablar de Katherine, tan solo me mira fijamente y sonríe, quizá por conocer una parte de mi que no muestro a todo el mundo.
Al cabo de un buen rato decidimos dormir, ya que mañana nos espera el último refugio y prácticamente mi última esperanza de poder encontrarla.

A la mañana siguiente, salimos de la casa rumbo a la escuela Werther con las pocas cosas que nos quedaban, una botella llena de agua y una lata mediana con vegetales.
Es un viaje un tanto mediano, ni tan corto como ir a la cárcel, ni tan largo como volver al hospital.
Aún falta caminar y casi gastamos la última lata de comida, así que decido salir a la ruta y rebuscar unos autos que estaban abandonados a la mitad de la carretera.
Comenzamos a revisar sin tomar mucha precaución alrededor.

-Revisa ese de ahí, yo revisaré aquellos dos. - dije a la chica, señalando una minivan blanca.

En la guantera no había más que papeles personales y un maletín vacío en los asientos de atrás.
Mientras revisaba la van escucho como se activa la  alarma del auto que revisaba la chica, corro hacia su auto y la desactivo desde el motor.
Después de esto le ayudo a revisar el auto, ella corre por el otro lado para revisar la guantera y yo revisaba los asientos traseros, encontramos unas latas de frijoles y una chaqueta rota.
Pero al levantar la mirada y prestar atención a nuestro entorno, veo un enfermo acercándose por detrás de la chica y al menos otros tres rodeando el auto.

-¡Cuidado! - grito.

Ella se vuelve,  lo toma del pecho y comienza a forcejear con él y luego caen al suelo al otro lado del auto. Trato de correr a ayudarla, pero al hacerlo me encuentro rodeado por los demás, sostengo a uno del pecho, mientras él trata de morder mi rostro con su dentadura ensangrentada, trato inútilmente de sacar mi arma, así que tomó el cuchillo y lo incrusto en su ojo y luego en los de los demás.
Luego de acabar con estos, rodeo rápidamente el auto, y quito el enfermo encima de la chica.

-¿Estás bien? - pregunto.

-Si, estoy bien, vámonos. - responde asustada y como si estuviese enojada con la situación, luego se pone en marcha.

Lo único que ganamos aquí fueron unas latas de comida que no valieron el riesgo, pero servirán para el camino.

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