Saint Mateo Hospital. (Cap.10)

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El hospital es bastante grande, tiene unas cuatro plantas y un gran parqueo en frente, sus paredes están reforzadas y solamente un tipo cuida la puerta. La verdad es un tanto parecido al refugio de Robert.
Al llegar, detuve el auto frente a una gran puerta verde con una pequeña ventanilla corrediza en el centro, apagué el motor.

-Quédate en el auto. - le dije a la chica, mientras bajaba del mismo.

Ella asintió con la cabeza y bajó sus pies del dash.
Me acerco lentamente a la puerta, con los brazos abiertos a los lados para demostrar que venía en busca de ayuda y en completa paz.

-¡Detente ahí!, ¿quién eres?,¿traes algún arma? - dijo un tipo del otro lado de las puertas.

Me detengo, tomo mi arma, la coloco en el suelo y levanto mis manos otra vez.

-Me llamo Kurt Love, busco a mi esposa, Katherine. - digo.

-Aguarda, iré a preguntar. - dice el tipo y se marcha.

Estoy un poco nervioso por encontrarla y entusiasmado por lo contrario. Volteo a ver a la chica y ella se muestra aún más nerviosa.
Al cabo de unos minutos el tipo vuelve y abre la ventanilla.

-¡Oye!, no hay ninguna "Katherine" aquí, pero alguien respondió a tu nombre. - luego de decir esto, abre las puertas y me quedo atónito.

Tyron, mi mejor amigo, el tipo con el que me crié, mi hermano del alma; sale por la puerta.
Se queda mirándome como si estuviese viendo un fantasma, camina hacia mí y me abraza fuerte, yo con los brazos bajos no puedo reaccionar, ni siquiera lo puedo creer, entonces lo abrazo aún más fuerte y comienzo a llorar sin poder evitarlo, llorando de emoción de ver a alguien que creí muerto.

Después de un largo abrazo, me suelta y seca sus ojos.

-Sabía que estabas vivo, siempre fuiste el desgraciado más duro de todos. - dice mientras ríe de felicidad.

Río bastante mientras seco las lágrimas de mí mejilla.

-Sabes que no pueden acabar conmigo tan fácilmente. - respondo siguiendo su broma.

La chica con esto sabe que no existe amenaza ahora, y baja del auto.

-Veo que no vienes solo. Pasen por favor, siéntanse en casa. - dice Tyron, recibiéndonos cortésmente.

Entramos al hospital, y más que un hospital luce como un hotel.
Cada sala es una cómoda habitación, la recepción del hospital es un punto de reunión y la cantidad de refugiados es muy considerable.
Charlamos por casi dos horas, recordando las locuras de jóvenes, como cuando nos arrestaron por romper una sirena de patrulla, los buenos y malos momentos, como cuando su madre murió y simplemente tenía catorce años, así también como cuando me casé, también relatando todo lo que hemos hecho por poder estar hoy aquí, con un vino en la mano, contandolo.
Al cabo de un rato, detengo la conversación de manera sutil y le explico a Tyron que no vine para quedarme, que mi esposa está allí fuera esperándome y que como sea la voy a encontrar.
Él comprende perfectamente, nos acompaña a la salida un poco preocupado, y abre las puertas para dejarnos salir.

-Buena suerte buscando hermano - me abraza - sabes que puedes volver si deseas, aquí estaré. - dice un poco pesimista, pero sin culpa alguna.

-Lo sé. - digo, mientras el abrazo se deshace.

Camino a la puerta del auto, lo miro por unos segundos y entro, igual hace la chica y salimos de ahí mientras las puertas se cierran detrás de nosotros.

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