Townley's jail. (Cap.11)

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Luego de salir del hospital, ignorando que esa pudo haber sido la última vez que vi a mi mejor amigo, me dirijo al siguiente lugar, Centro penitenciario Townley.
La distancia entre el hospital y la cárcel es de unos tres kilómetros aproximadamente, que en auto son bastante fáciles de recorrer.
Al ir manejando por la abandonada carretera tengo mucho en que pensar, en cambio la chica va bastante tranquila, haciendo preguntas sobre Tyron y yo, contando historias de sus viejas amigas, tarareando canciones sin sentido durante la mayoría del trayecto, es una tonelada de hiperactividad, que en lugar de causarme estrés solo me provoca una sonrisa al ver su inquieta actitud.
Salimos de las carreteras pavimentadas y entramos en un largo camino hecho de polvo que conduce hasta las puertas de la prisión.
Llegamos al lugar, al igual que antes, detengo el auto frente a la puerta, admito que aunque esté lugar no funcione más como cárcel, aún se puede respirar una gran tensión.
La reforzada maya permite una visualización hacia dentro, tan solo un tipo sentado frente a las puertas, dos o tres hombres armados, uno en cada torre y muchos hombres, bajo el sol y con sus ropas sucias trabajando a los alrededores del inmueble. El lugar está reforzado para que nada entre y al parecer para que tampoco salga.
Al bajar levanto mis manos, con mi arma escondida en la parte trasera del pantalón.

-¿Quién eres y que quieres? - dice el hombre de voz gruesa que vigilaba la puerta.

-Busco a alguien - respondo ignorando la primer pregunta, lleno de desconfianza.

Después de un rato de silencio, un tipo, corpulento de barba poblada, con un chaleco negro y sus brazos completamente tatuados, abre las puertas.

-¡Vamos!, adelante.
Bienvenidos a la cárcel, por más horrible que esto suene, disculpen a mi guardia de puerta, es un poco amargado. - dice el tipo en un tono burlista y falsamente amable.

Parece ser el líder del lugar.
Camina hacia dentro invitandome a seguirle, con una señal le indico a la chica que espere ahí.

-Gracias. De hecho busco a alguien, Katherine Love, ¿se refugia aquí? - pregunto mientras le sigo lentamente el paso.

-¡Vaya!, no lo sé, con tanta gente ahí dentro me cuesta bastante aprenderme todos los nombres. - responde el hombre. - Pueden entrar y buscarla ustedes mismos, si desean. - termina de decir, mientras observa el auto y a la chica afuera de las puertas.

Desconfiando, con otra señal llamo a la chica, pero justo antes de que ella cruce la puerta para llegar hacia mí, escucho un grito de una voz conocida detrás de mí.

-¡Es él!, ese es el maldito que me disparó.- escucho a mis espaldas.

Al volverme, está aquel hombre de la gasolinera, el mismo que intentó robarme, con un bastón y mirándome con sus ojos casi fuera de sus órbitas.

-¡Corre!- grito a la chica, quien lo hace inmediatamente, y saco mi arma.

Amenazo inútilmente a todos, mientras me dirijo lentamente a la puerta.
Los tipos armados de las torres me apuntan de inmediato con sus grandes rifles, pero el líder levantó su mano, indicando que bajaran sus armas, dejándome salir.

-Tarde o temprano lo pagarás y lo sabes muy bien. - dice con una voz y mirada bastante amenazante, como si se tratase de una promesa, seguido de una inquietante sonrisa.

Por más confianza que me haya dado de dejarme salir, temo por un disparo traicionero, así que al cruzar la puerta comienzo a correr detrás de la chica, dejando el auto atrás.
Como sospechaba, ese no era un lugar seguro y mucho menos un refugio, seguía siendo lo que siempre fue, una prisión.
Sabíamos lo difícil que sería sobrevivir caminando, otra vez, pero para suerte, la cual ha sido muy poca, el siguiente lugar estaba a menos de un kilómetro de distancia.

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