nine

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El olor a comida caliente se colaba en mis fosas nasales mientras me dedicaba a colocar los platos en su respectivo lugar. Mi padre estaba tarareando alguna canción desde la cocina mientras terminaba de preparar la cena. Finalicé la mesa colocando el vaso que faltaba. Esta noche teníamos servicio para tres, pues Luke venía a cenar también.

Yo llevaba puesto aquel vestido que solo en ocasiones especiales me ponía; realmente no había un motivo para llevarlo esta noche. Mi padre había cocinado la comida favorita de Luke en el mundo; pollo paprika. El rubio cada vez que acudía a mi casa a cenar le rogaba a mi padre por que le cocinara ese plato. Siendo honestos, mi padre cocinaba ese plato deliciosamente y era totalmente normal que Luke lo pidiera de manera constante.

- Macy – me llamó mi padre. Acudí a la cocina para ver qué necesitaba. Él me pidió que le ayudara a lavar los utensilios que había usado para preparar la comida mientras que él iba a cambiarse de ropa.

Me encontraba lavando el gran cucharón con el que mi padre había estado preparando el pollo – la salsa y todas esas cosas- cuando el sonido del timbre me hizo parar. Mi padre estaba tomándose una rápida ducha, por lo que me tocó secarme las manos y acudir a abrir la puerta.

Un Luke sonriente me esperaba tras la puerta. Me saludó como siempre, con un gran abrazo y un beso en mi mejilla. Traía un pequeño tupper con un delicioso postre que Liz había preparado. Amaba con todo mi ser los postres de Liz. Se podría decir que tanto mi padre como la madre de Luke poseían un don para la cocina.

- ¿Y tu padre? – cuestionó el ojiazul mientras dejaba el embase en la nevera para que no perdiera frío.

- Arriba, tomando una ducha – respondí yo, a la misma vez que colocaba el último utensilio que había lavado con anterioridad.

Mi padre no tardó en bajar, y pronto los tres nos encontrábamos cenando. Luke no dejó de alabar la obra que mi padre había hecho. Es más, le dijo que algún día debería de darle la receta para intentar hacerla en casa. En su lugar, mi padre le ofreció que le enseñaría a cocinarlo algún día de estos. Eso no me lo perdería por nada del mundo.

Cuando terminamos de cenar y de que Luke y yo laváramos toda la vajilla utilizada, les rogué a los dos hombres – mejor dicho, al hombre y al amago de hombre – que tomaran asiento en el salón. Había llegado el momento.

Corrí a mi habitación en busca de aquello que tanto me aterrorizaba. No sentí miedo en cuanto lo tuve entre mis manos. Volví a bajar las escaleras casi con la misma velocidad con la que las había subido. Estaba por fin dispuesta a enfrentarme a la realidad.

Había dejado atrás la fase de la negación y la depresión y había entrado en la fase de la aceptación.

Mi padre y mi amigo me observaron con cautela cuando llegué al salón. La mirada de ambos viajó directamente a mis manos, donde aquel sobre se encontraban. Probablemente ambos estaban algo desconcertados. Ninguno de los dos poseía el conocimiento de que el sobre hubiera llegado a casa; literalmente lo escondí después de mi charla con Ashton. 

- ¿Qué haces Macy? - Fue Luke el primero en hablar. 

Rápidamente le mandé a callar, colocándome ahora entre ambos en el sofá. Estaba preparada. 

- Es la carta del hospital. - Hablé, dirigiendo mi mirada hacia mi padre, quién me observaba de manera orgulloso. Por fin lo había aceptado.  - Voy a abrirla. Justo ahora. 

Y no dejé a ninguno mencionar una sola palabra. Con algo de ansiedad por saber la respuesta, abrí la carta. Todo el miedo que anteriormente había sentido volvió a mí. ¿Y si daba de alguna manera, positivo? 

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