vuelta a la realidad.

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~ Si tan sólo supiera que esto que me está pasando es real, si supiera que esto no es una confusión que mis hormonas experimentan, que el miedo a equivocarme va a pasar... Si tuviera la certeza de que no lo voy a lastimar...
Seguíamos en el sillón, acomodados uno en el otro. Si de algo estaba seguro, era de que él sabía el por qué de mi silencio, y lo estaba respetando.
-No eres el único que tiene miedo, Frank.- dijo mirándome a los ojos- Yo confío en que lo vas a perder, pero... algunos nunca lo perdemos.-
-Yo no puedo perderlo...- dije con resignación.
-Yo sé que vas a perderlo, yo te voy a ayudar.-
-Ojalá tengas razón...-hice una pequeña pausa.- Yo te voy a ayudar también.- concluí sonriéndole de la forma más sincera que pude.
-Estoy acostumbrado al miedo... ya es parte de mí, es mi amigo...- Lo miré como rezongándolo con los ojos, no me simpatizaba que se rindiera, el no podía rendirse, para eso estaba yo... - Perdón, ¿me perdonas, Frankie?- ¿como hacer para no perdonar a ese ser que entona mi nombre con tanta dulzura?
-Obvio, Gee. Solo no lo digas más.- Él asintió y me despeinó un poco.
-¡Hey! Mi pelo. ¿Por qué me despeinas?-
-Acabas de perder tu virginidad, fiera. ¿Pensaste que ibas a quedar peinado?- dijo riéndose.
-Wow, voy a ir al segundo círculo del infierno por lujurioso.- dije continuando con la broma.
-Y yo te voy a acompañar.- dijo con ternura- No te voy a dejar...
Mi corazón hirvió ante sus palabras y ante un mal presentimiento.
Me disponía a, como siempre, analizarlo cuando una canción me sacó de la burbuja.
-Frank, tu celular está sonando...- asentí y lo busqué en el bolsillo de mi pantalón, lo que costó un poquito ya que antes tuve que deshacerme de cuatro paquetes de condones que impedían el paso.
-Alguien quería protección...-dijo estallando en risas luego de que le lancé los cuatro paquetes, para poder sacar el celular.
Miré el identificador, y al instante reconocí la fotografía que indicaba quién me solicitaba. Una foto sacada hace poco más de tres meses en la que Jamia me esta dando un cariñoso beso en la mejilla derecha.
Dudé en atenderla, lo único que lograría con eso sería volver a la triste y oscura realidad de la que Gerard me había sacado unas horas antes. Caminé hacia el recibidor y atendí la llamada.
-Hola.- dije con cierto desánimo-¿Cómo estás pasando?
-Hola, Frankie.- dijo animada.- Bien, me estoy divirtiendo con mis primas...-
-Me alegro, de verdad.-hice una corta pausa.- ¿Ya sabes cuando vuelves?
-Creo que dentro de una semana y media, depende de lo que mi padre arregle con el trabajo...-
-Bueno, disfruta hasta entonces.-
-Sip, bueno Frankie, se me termina la tarjeta, te vuelvo a llamar en estos días- se pausó, tal vez esperando alguna acotación de mi parte.- Te quiero.- Sentenció y quede tieso, ese 'Te quiero' no había sido entonado como siempre.
-También te quiero.- respondí haciendo énfasis en mi tonalidad. La quería como mi amiga, no era tiempo de la resignación total aún.
La escuché suspirar y posteriormente el 'Tun-tun' que indica el final de la llamada se hizo presente. No iba a perder el tiempo, no podía perderlo, así que volví al cuarto y me encontré a Gerard jugando a perseguir un condón inflado por la habitación. Me quede parado, recostado contra el marco de la puerta, de brazos cruzados mirando la escena con una sonrisa estampada en mis labios; no era que me causara ternura una escena como esa, porque de hecho, era lamentable que un hombre de su edad hiciera ese tipo de tonterías, pero... ¿qué mas daba? Todo accionar suyo provocaba una sonrisa en mi.
No pasó mucho tiempo para que se diera cuenta de que estaba allí, mirándolo, y al notarlo, tomo inmediatamente el "globo" y lo escondió detrás de su espalda simulando que nada había pasado. No pude contener la carcajada que me atragantaba desde que lo había descubierto y cuestioné:
-¿Seguro tienes 22?- asintió.-Perdón, pero no se nota.- dije volviendo a reír. Aún no comprendía del todo lo que estaba pasando, o sea, en dos horas habían pasado demasiadas cosas...
Distraído como siempre, hundido en mis pensamientos me había quedado cuando me percaté de que Gerard me había tirado al suelo y me hacía cosquillas.
-¿Qué pasa que no te ries ahora?- me preguntó poniendo cara de perrito mojado. Se salió de encima y se cruzó de piernas.- ¿En qué piensas?- estaba asustado, lo leí en sus perfectas facciones, pero no sabía el por qué, tal vez intuía que todo esto no podría durar mucho, o tal vez pensaba que mis reacciones con el no eran más que un experimento para confirmar mi hombría, y dejarlo como el "estúpido gay que pensó que enserio me gustaba". Era entendible, yo también tenía miedo...
Me acerqué a él con cautela y le dí un beso en la mejilla intentando tranquilizarlo.
-Me conformo por ahora.- dijo y me miró con su perfecta sonrisa.
Nos quedamos lo que restaba de tiempo ahí sentados hablando sobre temas de poca trascendencia, creo que a ninguno de los dos le apetecía hablar de cosas 'peligrosas'.

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