Lejos.

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Entré al auto por el asiento del conductor para luego pasarme al del acompañante y ponerme el cinturón de seguridad mientras aguardaba a que Gerard llegara.
Comencé a deshojar flores con el pensamiento; no es que estuviera loco ni nada por el estilo, pero mi mente recreaba todo objeto que me fuera necesario para pasar el tiempo. Digamos que era una especie de delirio sano, nada de que preocuparse.
Disfrutar, Huir, Disfrutar, Huir, Disfrutar, Huir, Disfrutar, Huir, Disfrutar...
Sólo un problema: los pensamientos son manipulados por uno mismo.
Me acomodé la campera y me acurruqué en el asiento, comenzaba a hacer frío y el que fueran pasadas las doce de la madrugada no ayudaba a mis ojos a mantenerse abiertos. Representaba un peligro, lo sé; el barrio no era muy seguro y aunque el auto no fuera exactamente un último modelo, si me dormía podrían robar la radio, o algo así.
Mantuve mis ojos lo más abiertos posible para evitar cualquier inconveniente, pero creo que dormí durante algunos minutos porque cuando volví a la realidad no sólo el auto estaba en marcha y Gerard lo manejaba, sino que estaba tapado con una frazada muy calentita impregnada de olor a Gerard.
- Perdón.- dije incorporándome en el asiento y corriendo un poco la frazada para despertarme.
- No, no, no. Nada de eso, sigue durmiendo que estás muy cansado. Si no fuera porque Ray te llamó y yo me tome el atrevimiento de atenderlo te hubiera llevado hasta tu casa cuando te encontré acurrucado y muerto de frío.- ya de por sí hablaba rápido, pero esta vez lo había hecho más de lo normal. Luego de analizar minuciosamente los sonidos que habían sido emitidos, me dí cuenta de lo que había dicho. Iba a preguntarle qué era lo que Ray había dicho (seguramente había hecho algún comentario pervertido), pero un bostezo impidió el paso a las palabras. Bueno, a las mías, porque Gee volvió a hablar.- Duermete, te despierto en cuanto lleguemos, estoy seguro que te va a gustar el lugar. Es alejado como te gusta -comentó mientras una amplia sonrisa se dibujaba en sus labios. - como nos gusta.
Me entregué al sueño. No sé por cuanto, ni si soñé algo diferente al negro que el interior de mis párpados me mostraban.
Cuando desperté me encontraba siendo cargado por Gerard. Caminaba por un sendero rodeado de árboles robustos que tenían aspecto de ser muy antiguos; la iluminación no era mucha, pero a pesar de ello, frente a nosotros se observaba una casita hecha de madera rústica muy bien cuidada que encajaba perfectamente con su entorno. Nos dirigíamos a ella, eso era seguro.
Me encontraba tan cómodo que simulé continuar sumido en mis sueños para poder permanecer rodeado por toda aquella seguridad con la que sus brazos me tomaban. Me removí sutilmente cuando la puerta cuidadosamente barnizada se imponía ante nosotros.
- ¡Hasta que despertaste!- exclamó regalándome una enorme sonrisa mientras me ayudaba a permanecer con los pies en el suelo sin caer. Le devolví la sonrisa tratando de no parecer un "estúpido e inexperto adolescente enamorado".
Cuando al fin pude mantenerme en pie sin su ayuda (lo cual llevó aproximadamente cinco minutos de prueba, llenos de carcajadas y miradas tontas), Gerard introdujo una llave plateada en la cerradura y luego de tres giros hacia la izquierda entró al lugar encendiendo inmediatamente la luz del recibidor.
Me quedé petrificado, era el lugar más bello y cálido que había visto jamás. Un escalofrío recorrió mi cuerpo entero al darme cuenta de la situación: solos, alejados de la civilización, noche, sin ropa para dormir, ropa interior sexy, un hombre que me traía loco...
Mis mejillas tomaron un tono rojizo al momento de cruzar la puerta. Mis pensamientos transmitían a la perfección todo aquello que deseaba, ocurriese; pero mi razón sostenía que aún era muy pronto.
- ¿Dónde estamos?-cuestioné una vez dentro de ese maravilloso ambiente.
- Otra de las cosas que heredé.- me contestó encogiéndose de hombros, sin perder la sonrisa. Me indicó un sillón de cuero negro, que aparentaba ser muy comodo, con el dedo y se fue a prender la estufa a leña.
Una vez terminada su tarea, se dirigió al sillón donde me había acordado para volver encontrarnos en aquella posición que habíamos adoptado rato antes.
- Si quieres irte, puedes agarrar las llaves del auto del cosito ese que está al lado de la puerta.- dijo señalando al utensilio al que se refería.- Son sólo seis kilómetros de vuelta para llegar a la cuidad.- me decía tranquilamente. Volví a entrar a mi burbuja...
¿Por qué querría huir de su lado?
"Hay demasiados arugumentos" me recordó el subconsciente.
Lo sé. Pero él no los sabe.
"Es verdad"
- También puedo llevarte yo. Digo... si eso no te molesta. Puedes hacer lo que quieras, Frank. No me voy a enojar y lo voy a comprender perfectamente...- esa actitud era desesperante, el no poder leer cada una de las cosas que viajaban por su mente me dejaba parado en un callejón sin salida con una multitud evitando mi retroceso.
- Gee, nadie me obliga a estar acá. Si vine es porque en realidad quería.- dije con tono indignado.- Y si piensas que todo esto es lástima, estás muy equivocado, por la única persona que puedo llegar a sentir lástima es por mí mismo.
"Y la siento"
Él soltó una sonora carcajada como muestra de alivio que llegó a contagiarme.
- Es una postura un tanto egoísta.- comentó aún riendo.
- Supongo, pero el egoísmo es necesario a veces.- él me miró sin entender y yo continué con el razonamiento.- Si no fuéramos egoístas en ningún momento de nuestras vidas, dependeríamos de otros para todo; hay cosas que debemos hacer solos y cosas que no se comparten. Todos tenemos secretos ¿Acaso no es necesario tenerlos? ¿Somos más malos por no compartir TODO? No creo que sea así, por eso digo que es necesario... Hasta sano en ocasiones.- culminé con un levantamiento de hombros, mi mente había dado vueltas a esos temas tantas veces que el discurso ya estaba armado. Gerard me miraba pensativo, no sé si lo había convencido mi propuesta. Por eso me decidí a hablar nuevamente.- Para mí está muy relacionado con la independencia. ¿No tienes ningún secreto que no quieras compartir por más importante que sea?- inquirí buscando su mirada, la cual me fue concedida con suma facilidad. Su mirada se fijó en la mía y obtuve un asentimiento de cabeza como respuesta. Sonreí, me gustaba ganar.
- Tienes toda la razón, Frankie...- dijo acercándose a mí de forma insinuante. Sonreí ante la actitud y sentí sus labios hacer contacto con los míos.
"La noche es joven aún. Perdida de la cordura, allí voy..."

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