En busca de tranquilidad.

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~ Caminé por las calles desiertas de mi barrio hasta salir de sus límites y sentir mis poco atléticas piernas cansadas. Me detuve en seco al darme cuenta dónde me encontraba. Subí la vista para ver las aún apagadas luces de neón que señalaban la entrada del cabaret del que Gerard era dueño. Sacudí la cabeza en señal negativa y me dí la vuelta pensando en lo inconciente de mis pies para conducirme al lugar. Esta vez, premedité a donde quería dirigirme. Necesitaba ver las olas romper contras las escasas rocas de la orilla y el mar volverse más rebelde producto de la lluvia. Sentarme en la esquina de siempre y contemplar un horizonte difuso, gris. Ir al muelle a perder mi tiempo.
¿Debería perder mi tiempo tan abiertamente? ¿Era ir a allí perder el tiempo?
Cinco minutos. Sorprendentemente rápido para mi ritmo habitual, sorprendentemente rápido considerando mi gusto a caminar debajo de la lluvia.
Me recosté contra el poste ubicado en la esquina donde siempre pasaba mis tardes y sentí una molestia a la mitad de la espalda.
- ¡Gente irresponsable que rompe to...!- No pude completar la frase al ver lo que allí había.
Un papel blanco, con mi nombre delicadamente escrito en el medio se encontraba dentro de un sobre de nylon, agarrado con una chinche al poste. Se me calló la mandíbula. Digo, ¡este hombre estaba preparado para todo!. ¿A quién se le ocurre andar por la vida con un sobre de nylon por la vida por si acaso hay que dejar una nota a alguien y llueve?
Tiré del sobre para poder sacarlo del lugar y tomar la nota. La abrí y visualicé su fina caligrafía extinguir el escaso espacio que había en el papel; leí.

No sé. Simplemente no tengo idea de qué es lo que está pasando por tu mente en este momento.
Voy a entender si prefieres que lo de anoche quede en el olvido.
Voy a entender si para ti fue un error.
Te voy a estar esperando hoy en la barra del cabaret.
No me debés nada. No es necesario que vengas si realmente no quieres hacerlo...

-G.

Sentí algo moverse dentro de mi pecho. De cierta forma, me dolía inmensamente que me creyera capas de tirar todo lo que había avanzado por la borda.
No lo pensé y miré el reloj en la pantalla de mi celular.
Definitivamente no podía llegar al lugar antes de que el reloj marcara, al menos, las 10 de la noche y según mis mediocres cálculos para eso faltaban unas dos horas y media.
La ansiedad me comía aún no teniendo idea de cómo debía actuar ahora frente a él. Y tampoco tenía ni la más mínima idea de qué hacer mientras esperaba a que esas horas pasaban.
Me recosté con el poste nuevamente, ahora sí, logrando una postura cómoda, sin papeles de por medio e intenté pensar en algo que me hiciera distraerme por el rato.
Saqué mi celular del bolsillo derecho de mi pantalón y me puse a jugar al Mario en él. Una actitud un tanto infantil para algunos, no para mí. Mario es, fue y será un clásico dentro del mundo de los videojuegos.
Recién comenzaba el juego, tenía que atrapar el primer honguito para lograr crecer y posponer mi muerte, golpeé con la cabeza el bloque donde sabía se encontraba el hongo y, apenas lo vi salir de su escondite, me acorde de Ray.
Me eché a reír en soledad, el honguito siempre me hizo acordar a Ray; él solía tener un corte de pelo que realmente hacía que su cabeza se pareciera al "personaje".
Me paré decidido y emprendí rumbo a casa de mi mejor amigo. Le debía una disculpa, lo había tratado muy mal cuando me llamó.
Igualmente, la visita no dudaría mucho. Tenía que ser rápido, marcar al menos cinco minutos menos de lo habitual en llegar y salir de la casa a la hora indicada con el fin de ser puntual en mi cita con Gerard.
¿Acabo de decir "cita"?

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