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Lu estaba sentada en su cama observando su habitación y cada pequeño detalle de esta. Tenía la música en un volumen alto como siempre acostumbraba y lanzaba al aire una pelota para después atraparla.

—Uno... Dos...

—LUCIA! BAJA EL VOLUMEN DE ESA COSA EN ESTE INSTANTE—gritó su padre.

—Claro, como sea—murmuró.

Se levantó de su cama y caminó hacia el estéreo, lo pensó dos veces antes de bajar el volumen a 5.

La chica escuchó unos pasos en el pasillo.

Aquí viene el sermón, pensó.

Lu, lo único que te pido es que seas normal, por favor—dijo su padre en un suspiro.

—Ah! Entonces, ¿no soy normal? ¿qué es lo que soy entonces? ¿un alienígena? Bueno... Creo que ni eso porque un alienígena sería demasiado normal para ti.

—No es lo que quise decir... Lu, querida, baja en diez minutos... La cena ya estará lista.

Lu observó a su padre con rabia y simplemente pensó ¿cómo es que su propia familia pensaba que no era normal? Dio la media vuelta y buscó un poco de ropa en su closet, la cual lanzó a la cama.

Acto seguido se encerró en el baño y abrió la gaveta que estaba al lado del espejo.

—Hola, amiguita... Hace tiempo que no te veía—dijo Lu para después esbozar una sonrisa.

*

Al salir del baño se puso sus pulseras y una chaqueta de jean.

Bajó las escaleras y observó a su padre en la cocina.

—¿A dónde crees que vas?

—A una fiesta—dijo en voz baja.

—¿A dónde?

—¡A una fiesta, demonios!—gritó Lu.

—¿Con permiso de quién?—preguntó su padre de manera autoritaria.

—Con el mío—abrió la puerta—. Y para que estés al tanto, no necesito tu permiso para ir a una fiesta!—dicho esto Lu azotó la puerta y levantó la mirada.

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