Capítulo 3 - Héroes y villanos

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  • Dedicado a Fany Carmona
                                    

El Sol ya asomaba por el horizonte cuando Rafael abrió los ojos. Estiró los músculos sintiendo el tacto sedoso de sus sábanas. Después se topó con un cuerpo caliente y desnudo. Contempló con satisfacción la bella silueta de la hermosa chica con la que había compartido cama. Estuvo tentado de acariciar esa piel de melocotón, pero no podía entretenerse. El día anterior había tenido un merecido descanso, pero hoy le esperaba un día más intenso. Se levantó de la cama sin hacer ruido y, desnudo, se dirigió al balcón. La temperatura era estival y la sensación de la brisa acariciando su cuerpo era muy satisfactoria. Respiró profundo varias veces y después se encaminó a la ducha.
Mientras se duchaba su reloj emitió varios pitidos.
—Bueno, de vuelta al trabajo —dijo para si mismo con una sonrisa.
Se aclaró rápidamente y salió de la ducha. Mientras se secaba comprobó su reloj. Era una alerta de delito. Se apresuró hacia el dormitorio. Al llegar la chica estaba despierta y esperándole. Esta sonrió al verle entrar desnudo.
—Lo siento cariño, pero he de irme... —le dijo con una sonrisa acercándose hacia ella.
—Pero...
—Puedes pedir el desayuno, te traerán lo que tu quieras. Cuando acabes y quieras irte, simplemente cierra la puerta —le dijo, después la miró a los ojos y le dio un beso—. Ahora debo irme.
Se giró hacia su armario, apartó la puerta con la mano y esta se deslizó hacia un lado. Un lector biométrico apareció, que le hizo una comprobación de retina antes de abrir una segunda puerta interior. Un traje de un blanco impoluto apareció ante él.
—Volveremos a vernos —le preguntó ella.
—Tengo una vida demasiado ajetreada —le respondió acabando de ponerse el traje. Después caminó hacia ella, la agarró de la cintura y le dio un último e intenso beso. Sonrió antes de girarse y salir volando por el balcón.

Bajo el intenso Sol de la mañana un coche oscuro esperaba aparcado frente al Banco Federal. Debido al sofocante calor, la calle se encontraba casi desierta. En el interior del vehículo el conductor esperaba impaciente, jugueteando nerviosamente con sus dedos dando pequeños toquecitos al volante. La calma fue desgarrada por el estridente e incesante sonido producido por la alarma, que comenzó a sonar al tiempo que tres hombres encapuchados salían huyendo de el banco a toda prisa, empuñando pequeñas escopetas y cargados con varias bolsas repletas de dinero. Mientras corrían hacia el vehículo comprobaban que nadie les siguiera. El conductor arrancó el motor nada más verlos salir y, en cuanto los tres estuvieron dentro, salió chirriando ruedas.
—¡Guau! —gritó eufórico uno de ellos.
Avanzaban a toda velocidad, sorteando el tráfico, haciendo caso omiso de semáforos y señales de circulación, alejándose del lugar del crimen. Cuando comenzaron a escucharse las sirenas de las patrullas que rápidamente acudían al lugar del robo ellos estaban ya suficientemente lejos.
—Ha sido un buen golpe, chicos —comentó satisfecho el copiloto, que parecía ser el líder, mientras se quitaba la capucha.
—Con todo este dinero casi podríamos retirarnos —añadió uno de los dos hombres que iban en los asientos traseros.
Todos rieron a carcajadas, hasta que uno de ellos percibió algo extraño tras ellos. Aun con la capucha, se pudo apreciar el terror en su cara al mirar y corroborar su sospecha.
—¡¡Joder!! —gritó— ¡¡¡ Es Mr. Luz !!!
Todos se giraron, excepto el conductor que miró por el retrovisor, para contemplar aterrados como el gran héroe les estaba persiguiendo. Volaba muy cerca del suelo, unos metros por detrás de ellos, pero se acercaba rápidamente.
—¡¿ Pero, de donde coño ha salido ?! —se preguntó uno de ellos.
—¡¡Acelera joder!! ¡¡Acelera!! —gritó exaltado el copiloto.
—¡Esto no das más de sí..! —replicó el conductor presa del pánico.
El héroe se acercaba cada vez más, pese a los vanos intentos del conductor por intentar despistarle zigzagueando entre el tráfico.
—Maldita sea, estamos perdidos —se lamentaba otro.
El héroe aceleró un poco más su vuelo para dar caza al vehículo en fuga, poniéndose justo detrás de él.
Varias escopetas asomaron por las ventanillas y abrieron fuego sobre él. Tuvo que esquivarlas con agilidad. Comprobó los alrededores y, al ver que estaba despejado, decidió poner fin a la persecución antes de que las cosas se pudieran complicar más. Tras esquivar otro disparo, dio un puñetazo controlado en el lateral del vehículo, en un rápido movimiento, que puso punto final a la huida haciendo que el vehículo diera un brusco giro, se saliera de la carretera y acabase chocando contra un muro.
Mr. Luz se posó triunfal junto al vehículo accidentado y fue sacando uno a uno a los delincuentes, todavía aturdidos tras el accidente, para ponerlos bajo custodia de la policía que ya estaba acudiendo a la zona tras su llamada. El héroe había frustrado el robo, una vez más había impedido otro acto criminal. Con él la ciudad era un lugar más seguro.
Rafael Llevaba ya unos años encarando al gran héroe Mr. luz. Era un trabajo exigente, sin duda, pero también muy satisfactorio. Él disfrutaba siendo un héroe, le encantaba, lo llevaba en la sangre. Todas esas posturas triunfales tan típicas de los héroes de los cómics le apasionaban, esos trajes ajustados que marcaban su trabajado cuerpo le encantaban, y qué decir de la fama, las mujeres y el lujo. ¿A quién podría no gustarle eso?
Todo era perfecto para él. Era presumido y carismático por naturaleza pero, al mismo tiempo, tenía unos principios firmes que le convertían en una persona justa y noble. Él luchaba por la justicia y tenía claro que su objetivo era hacer el bien, ayudar a los demás y ser un modelo a seguir. El papel de Mr. Luz estaba hecho para él.

Apokalypse  (Trilogía EXO I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora