Capítulo 8 - El tetragramatón

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La base Pandora estaba en alerta. Se había formado un gran ajetreo, por un lado grupos de soldados corriendo de un lado para otro, peinando toda la zona, mientras inspeccionaban hasta el último pasillo en busca del intruso, por otro, todos los científicos que huían despavoridos siguiendo el protocolo de seguridad.
En uno de los pasillos del entramado subterráneo apareció Gábriel, que salía de la habitación donde había conseguido el supertraje. Tenía las indicaciones que le había facilitado el científico, solo debía cruzar unos pocos pasillos para llegar a su objetivo, pero intuía que no le iba a resultar para nada sencillo. Su nuevo traje podría darle una oportunidad, en caso de tiroteo, aunque eliminaba por completo la opción sigilo, cualquiera que le viera sabría que es a él a quien buscan. Al contrario que el traje de Mr Luz, que le otorga a este un aspecto puro y bondadoso, gracias al intenso y abundante color blanco predominante, el traje prototipo que ahora llevaba Gábriel era de tonos bastante más sombríos, parecía más adecuado para un villano que para un héroe. Le quedaba como anillo al dedo. Se miró a si mismo, contemplando su nuevo aspecto, pero sin olvidar cual era su misión. Debía llegar a su objetivo y hacerse con el Tetragramatón, y si alguien intentaba impedírselo lucharía. Decidido, apretó los dientes y echó a andar.
Avanzó cautelosamente pero, nada más girar por el primer pasillo, se encontró de frente con dos soldados, armados con metralletas. Estos se sorprendieron tanto como Gábriel, hasta que tras unos segundos uno de ellos cogió el walkie que llevaba en su cinturón.
—¡Lo hemos encontrado, está en la zona oeste, en el pasillo cuatro-A! ¡¡Manden refuerzos!!
—¡Quédese donde está! —advirtió el otro soldado al intruso que tenía frente a él —. ¡No haga ningún movimiento o abriremos fuego!
Sin embargo, esa no era una opción para Gábriel, así que, sin dudarlo, se lanzó sobre ellos. El guardia más adelantado, al ver el amenazante movimiento del intruso, disparó sin pensárselo dos veces, y una ráfaga de balas impactó directamente contra el pecho de Arkangel. Afortunadamente solo notó un ligero cosquilleo. Con el mismo impulso que llevaba golpeó al primer guardia en la cara y, girando sobre sí mismo en el aire, asestó una patada al segundo hombre, dejando a ambos fuera de combate.
«Este traje no está nada mal, ha absorbido los impactos de bala como si nada y me hace mucho más veloz.»
Sin perder tiempo prosiguió su camino, siguiendo las indicaciones que tenía y, para su sorpresa, consiguió llegar hasta la zona que busca sin toparse con ningún soldado más por el camino. Sin embargo, le aguardaba una sorpresa...
Al llegar al pasillo que le había indicado el científico pudo descubrió asombrado que una docena de guardias armados aguardaban atrincherados a lo largo del corredor que le separaba del Tetragramatón. Todos ellos, al verle, se prepararon para abrir fuego. Gábriel dudó un instante, no sabía como podía acabar aquello, eran demasiados soldados y demasiados proyectiles. Pese a llevar el traje, que ya había demostrado ser efectivo contra los disparos de balas, no sabía si sería suficiente, si con él podría hacer frente a una toda una lluvia de balas. En ese instante, un grito que procedía del final del pasillo a su espalda le sorprendió.
—¡¡ Arkangeeel !! ¡Detente!
Giró la cabeza y su sorpresa fue mayúscula al ver a Mr. Luz. Si la situación no era ya suficientemente delicada, acababa de complicarse más aún.
El héroe, inmediatamente, comenzó a correr hacia él desde el final del pasillo. Gábriel no tenía tiempo de pensar, si quería conseguir su objetivo, tenía que actuar, ¡ y tenía que hacerlo ya !
Sin más dilación se lanzó hacia el largo pasillo, dispuesto a superar cualquier obstáculo que se interpusiera en su camino, dejando tras de si a un Mr. Luz que se acercaba raudo. Los guardias, que esperaban atrincherados y muy atentos, comenzaron a disparar tan pronto vieron moverse a Arkangel, provocando que una espesa lluvia de balas inundara el pasillo. Ni tan siquiera él sabe como lo hizo, pero logró esquivar espectacularmente la mayoría de la metralla. Aparecía y desaparecía, aquí y allá, a lo largo del pasillo, ante la mirada atónita de los soldados. Algunas balas impactaron en su traje, pero no le hicieron ni un solo rasguño. Golpeándolos en lo que pareció una perfecta y armoniosa coreografía, se deshizo de todos ellos en cuestión de segundos.
Miró a su alrededor, aun incrédulo de lo que acababa de hacer. Los soldados abatidos cubrían el suelo del pasillo y una robusta puerta metálica espera ante él. Presionó repetidamente, con nerviosismo, el mecanismo de apertura de la puerta. Esta comenzó a abrirse cuando Gábriel vio que Mr. Luz había llegado y corría hacia él atravesando el largo corredor. En cuanto la puerta se hubo abierto lo suficiente se deslizó en su interior y presionó el botón para cerrar desde dentro. Si la puerta no hubiera respondido hubiera quedado en manos del héroe, pero esta comenzó a cerrarse tras pulsar el botón, sin haberse abierto del todo. Por la ranura pudo ver a Mr. Luz corriendo y gritándole, en un desesperado intento de alcanzarle. Gábriel soltó un suspiro cuando las puertas se cerraron justo a tiempo, impidiendo que el héroe le atrapara. Había estado muy cerca. Y, tras recuperar el aliento, protegido en el interior de la sala acorazada, golpeó el mecanismo de apertura y cierre de la puerta haciéndolo trizas. Era consciente que eso no detendría a Mr. Luz demasiado tiempo, pues sabía que el héroe era capaz de echar la puerta abajo, pero le daría unos minutos de ventaja muy valiosos. Tomó aire nuevamente, asumiendo su deber, y se giró para contemplar, por vez primera, el famoso Tetragramatón.
La estancia era una sala pequeña, con el techo y las paredes redondeados, que le recordaron a un iglú, y todo revestido con placas cuadradas de un metal dorado, similar al oro, clavadas a la pared con clavos del mismo material, encajando perfectamente entre sí. La sala emitía un intenso brillo dorado, casi divino. En el centro de la estancia, sobre un pedestal y protegido por un cristal, descansaba el ansiado y legendario objeto.
Sin dejar de observarlo, e ignorando los continuos golpes del héroe intentando derrumbar la puerta , que retumbaban en sus oídos, se acercó lentamente hacia él. El tetragramatón era una especie de pentagrama tridimensional de fino cristal, formado por dos tetraedros ensamblados entre sí. El objeto era de por sí brillante, pero su centro parecía emitir un brillo propio, un brillo rosado que cambiaba de colores a través de las distintas capas cristalinas que lo componían. Al observarlo de cerca sintió escalofríos.
Miró de reojo la puerta, los golpes seguían sonando sin parar y sabía que pronto cedería. Le asustaba el paso que estaba a punto de dar, la enorme responsabilidad que conlleva y las terribles consecuencias que tendrá. Pero, si había llegado hasta ahí, era para hacerlo, para cumplir la misión. No le quedaba demasiado tiempo, así que miró al cristal y, con un sutil golpe, lo partió en pedazos, quedando expuesto ante el legendario objeto.
De repente una extraña sensación se apoderó de él, produciéndole un fuerte mareo. Sintió unas repentinas náuseas y ganas de parar en seco. Estuvo a punto de desvanecerse, de perder el sentido, pero se sobrepuso como pudo. Sabía que no era momento de dudar, así que acercó la mano y cogió el tetragramatón. Cuando lo sostuvo en su mano, el tiempo pareció detenerse.
Una intensa energía recorrió todo su cuerpo haciéndole sentir por un lado un intenso y agradable calor pero por otro un vértigo terrible. En un instante, que le pareció eterno, vio como si todo a su alrededor se expandiera rápidamente, para después contraerse de nuevo y volver hacia él, en una especie de latido cósmico que le dejó exhausto.
Minutos después, al recuperar sus sentidos, seguía en mitad de la sala dorada, los golpes secos acompasados sonaban de fondo y él se encontraba junto al pedestal roto con el tetragramatón en su mano. Entonces, al mirarlo, pudo oír de nuevo esa voz:
—Lo has hecho bien... hijo mío.
Sintió un escalofrío. Era de nuevo su voz.. La voz de la madre Tierra.
Esa imponente pero melodiosa voz resonaba de nuevo en su cabeza, aunque esta vez la sensación le pareció distinta. Sin embargo eso poco importaba, el hecho era que el planeta Tierra le estaba hablando de nuevo, y esta vez no estaba dormido.
—Escucha con atención. El tiempo se acaba, hijo mío.. Estoy muy débil. Ahora que ya tienes el tetragramatón, debes dirigirte al sur, a la ciudad de arena que conocéis como Niptu. En ella se encuentra el activador que necesitarás para cumplir tu misión. Ve hasta allí, hijo mío, y te indicaré el último paso...
La voz se redujo y desapareció lentamente de su mente.
—¡Espera! —gritó Gábriel al intuir que la conversación finalizaba—. ¿Puedes oírme?
Aguardó en silencio. Quizá había sido una osadía hablarle directamente, pero necesitaba preguntarle una cosa, algo que no podía esperar, algo que le estaba recomiendo por dentro. Tras varios segundos la voz respondió.
—Puedo oírte.
El tono había sido un tanto distante, lo cual le hizo dudar, pero finalmente se atrevió.
—¿Seguro que no hay otra manera? Mucha gente inocente morirá... —se atrevió a preguntar finalmente.
—¡Ya te dije que no! ¿Me cuestionas acaso? —esta vez el tono fue frío, casi desafiante.
Gábriel dudó, no esperaba esa reacción por parte del planeta, la pregunta pareció haberle ofendido.
—No te cuestiono —dijo—. He hecho lo que me pediste. Pero si he de destruir a mi raza, quiero estar completamente seguro de que no existe alternativa.
Ante el silencio reinante continuó hablando.
—Creo que un reducido grupo de personas controlan el mundo. Una élite secreta, por encima de todos los gobiernos mundiales, que desde las sombras nos han esclavizado, nos han utilizado para sus malvados fines. Si yo pudiera acabar con ellos y liberar a la humanidad... Todos podríamos salvarnos, nosotros y tú —concluyó convencido de sus palabras.
Tras unos segundos de silencio, el planeta respondió:
—Comprendo tu sentir. Pero no es posible. No hay tiempo, es demasiado tarde. Personas inocentes morirán, es cierto, pero fueron sus actos los que decidieron su destino. Sin embargo serán miles de millones de vidas las que ni siquiera llegarán a existir si fracasas... Solo hay un camino, hijo mío. Ve a Niptu y cumple tu misión...

Apokalypse  (Trilogía EXO I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora