Capítulo 13 - Los Invasores

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Arkangel y Mr. Luz se miraron confusos. ¿Acaso era cierto lo que les decía el reptil? ¿Alguien había utilizado a Gábriel haciéndole creer erróneamente que era la Madre Tierra quien le hablaba?
Pero, de ser así, ¿quien podría haber hecho tal cosa? ¿Quién tenía semejante poder y conocimiento para hacer algo así?
—¿De qué estás hablando, Serssek? Dínoslo —exigió Mr. Luz.
—De acuerdo... Tenemos tiempo hasta que lleguen.
—¡Maldito seas Serssek!, habla claro de una vez, ¿de quién estás hablando? ¿quién ha de llegar? —estalló Gábriel, furioso. Si lo que les había dicho el reptil era cierto, alguien le había estado manipulando, le había hecho creer que era la Madre Tierra y a punto estuvo de destruir a su propia raza siguiendo ciegamente sus órdenes. Si era cierto, quería saber quien le había engañado, quien había jugado con él de esa manera.
—Vosotros, humanos, habéis estado en medio de una guerra que ni tan siquiera entendéis —comenzó a explicarles el reptil—. Habéis sido marionetas en nuestras manos y en las suyas. No sois más que eso, esclavos obedientes. Útiles, pero carentes de importancia. Al fin y al cabo para eso fuisteis creados...
—Pero, ¿de qué estas hablando? —insistió Mr. Luz.
—Ellos —dijo Serssek mirando a Gábriel—, son extraterrestres. Seres de otro mundo.
«¿¡ Extraterrestres !?»
La historia estaba alcanzado un nivel de surrealismo totalmente inesperado. El hecho de que la Madre Tierra le hubiese hablado ya fue algo difícil de digerir, sin embargo tampoco fue algo descabellado para Gábriel. Él siempre había tenido la teoría de que, al igual que dentro de cada ser vivo del planeta hay todo un universo, nosotros formábamos parte de la Tierra como nuestras células forman parte de nosotros. Si la Tierra era un ser vivo y los hombres una parte de ella, era lógico suponer que debería ser posible algún tipo de comunicación entre ambos. Fue ese pensar el que le llevó a confiar en la voz y aceptar la misión.
Sin embargo la situación había cambiado, y mucho. Ahora se encontraba frente a un reptiliano, absolutamente real, que le decía que unos seres de otro planeta se habían metido en su cabeza y le habían manipulado. Que existiera vida extraterrestre era algo factible y casi obvio para él, teniendo en cuenta la infinita grandeza del universo y la tendencia a la vida. Lo que no lograba entender era por qué. ¿Por qué, si tenían esa capacidad tecnológica, como para meterse en su cerebro, no habían venido ellos mismos a hacer el trabajo? ¿Por qué querían utilizarle a él para activar un mecanismo y destruir la vida? Y, ¿por qué esa insistencia en salvar el planeta, si su planeta es otro?
Serssek vio la confusión del humano e intuyó que debía tener demasiadas preguntas sin respuesta.
—Os haré un resumen, para que podáis entenderlo, humanos —dijo inesperadamente en lo que pareció un acto de generosidad por su parte—. Al fin y al cabo estáis metidos en todo esto, tenéis derecho a saber.
Arkangel y Mr. Luz quedaron expectantes, deseando poder comprender. Al parecer no habían sido más que peones utilizados por ambos bandos en una guerra que ni tan siquiera comprendían.
—Hace mucho tiempo —comenzó a explicar—, nosotros habitábamos este planeta, el gran Tiamat, como lo llamamos nosotros. Estábamos aquí mucho antes de que vosotros aparecierais. Nosotros los reptiles eramos una raza joven, descendientes de los dinosaurios. La nuestra fue una evolución natural que llevó millones de años. Nosotros, y no vosotros, como creéis erróneamente, somos los verdaderos tiamantinos, o terrícolas, como diríais vosotros.
Gábriel y Mr. Luz se miraron boquiabiertos.
»Hacía poco tiempo que nuestra raza se había agrupado en una gran ciudad y comenzábamos el camino hacia una civilización, cuando un día todo cambió. Varios objetos aparecieron en los cielos, y descendieron a la tierra. Resultaron ser naves de invasores de otro mundo. Mucho más avanzados que nosotros, estos invasores buscaban algo y, sin mediar palabra, comenzaron a hacer grandes agujeros en el planeta con extrañas máquinas que jamás antes habíamos visto. Pensamos que querían destruir nuestro planeta, así que con los medios que teníamos les plantamos cara. No fuimos rivales para ellos. Prácticamente nos extinguieron. Solo nosotros trece conseguimos sobrevivir a aquella masacre, escapando a las zonas interiores de la corteza terrestre. Solo trece, todos machos —dijo, con visible pesar—. Nuestra especie estaba condenada.
Gábriel y Mr. Luz permanecían escuchando atentamente la increíble historia que les contaba el reptil.
—Una vez nos hubieron destruido, se adueñaron del planeta. Nada pudimos hacer contra estos invasores hostiles. Así que esperamos en nuestro escondite, planeando una venganza.
Los dos héroes empezaban a entender el trasfondo verdadero de la historia. Se trataba de una guerra entre dos especies de distintos planetas. Una invasión planetaria. No obstante aun no comprendían que había pasado desde aquella invasión, mucho tiempo antes de que el hombre apareciera, hasta ahora. Si los reptiles habían perdido, como contaba Serssek, ¿cómo habían llegado a dominar el mundo? ¿Qué había pasado con esos invasores extraterrestres? ¿Dónde estaban? Y, ¿qué pintaba la humanidad en todo eso?
Necesitaban más piezas para completar el puzzle.
—Con el conocimiento que hoy tenemos, gracias a nuestra privilegiada posición —continuó explicando el reptil—, sabemos que vinieron a Tiamat en busca de oro. Una vez tuvieron el planeta a su disposición, comenzaron a excavar y a recolectar el preciado mineral en grandes cantidades. Eso era lo único que les importaba. Por conseguirlo mataron a mis hermanos y hermanas —suspiró amargamente—. Y al parecer, una vez tuvieron todo el que necesitaron, se fueron, desaparecieron. Sin embargo dejaron algo en este planeta antes de irse —levantó la mirada y la fijó en los dos prisioneros que tenía ante él—. Os dejaron a vosotros, los humanos.
—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó Mr. Luz con visible desconcierto. Gábriel, a su lado, también estaba un tanto confuso.
—Vosotros, los humanos no sois una evolución del mono, como queréis creer. Para eso harían falta millones de años, como es evidente. ¡Vosotros fuisteis creados! —exclamó el reptil—. Sois una mezcla genética entre el primitivo mono de Tiamat y estos seres extraterrestres. Sois un híbrido que ellos crearon para utilizar como mano de obra. Eso es lo que sois, esclavos genéticamente creados —sentenció con gesto solemne.
Los humanos no sabían que creer. ¿Podía eso ser verdad? ¿Que el ser humano hubiese sido creado por seres extraterrestres como meros esclavos?
—Os utilizaron para recolectar oro, eso es lo que buscaban, y os crearon para hacer el trabajo duro. Más tarde extendieron vuestras funciones a la servidumbre. Os hicieron servirles y adorarles. Para vosotros eran dioses y aún hoy en día la mayoría de humanos, ignorantes, siguen adorándolos sin saber que sus dioses no son más que extraterrestres a los cuales no les importáis lo más mínimo. Para ellos no sois más que esclavos —reiteró el reptil—. Os utilizaron, y después os abandonaron. Se fueron y os dejaron aquí, como basura que ya no necesitaban.
El reptil, tenso hasta ese momento al revivir el odio que sentía por los seres que destruyeron a su raza, se relajó de nuevo y una sonrisa maligna se dibujó en su rostro de serpiente.
—En este punto es donde entramos nosotros —continuó—. Erais siervos, solo sabíais obedecer órdenes, así que sin unos líderes que os guiaran estabais totalmente perdidos. Nosotros reaparecimos diciendo ser enviados de los dioses. Rápidamente nos hicimos con el control. Al fin y al cabo fuisteis creados para obedecer, lo lleváis en vuestro código matriz —dijo encogiéndose de hombros—. Y ahora, tras muchos años al mando en las sombras, hemos conseguido reunir toda la información que necesitábamos. Sabemos dónde se esconden los invasores y como llegar hasta ellos. Y, por suerte o por destino, ha llegado hasta nosotros lo único que nos faltaba, la tecnología capaz de hacerlos desaparecer de este universo. Por fin estamos preparados para llevar a cabo nuestra ansiada venganza —concluyó con auténtica satisfacción en la mirada.
Todo lo que les había contado era coherente. Sin embargo todavía había algo que no le encajaba a Gábriel.
«¿Por qué nos habían dejado aquí?, ¿simplemente porque ya no les éramos de utilidad? ¿Y por qué me habían hablado haciéndose pasar por el planeta?, ¿por qué tenían tanto interés en que este mundo se salvara?»
Entonces lo entendió.
—Necesitan más oro, ¿verdad? —dijo Gábriel.
Mr. Luz lo miró sorprendido, él a duras penas había podido seguir la historia que Serssek les acababa de contar, como para además sacar conclusiones.
—Por eso quieren que el planeta se salve, y por eso nos dejaron aquí. Pretendían volver en el futuro —añadió, encajando las piezas en su cabeza.
—Así es —asintió Serssek—. Necesitan más oro y, al parecer, nuestro planeta es de los pocos que tiene en abundancia. Por eso os dejaron con vida, si no os hubieran aniquilado, no se hubiesen arriesgado a que cayeseis en malas manos —añadió con picardía.
—Así que por eso habéis destruido el planeta poco a poco. Era una provocación. Una cuenta atrás para forzarles a actuar, ¿no? —preguntó Gábriel.
—Exacto. Muy bien humano, eres más listo de lo que pareces. Tecnológicamente siguen estando por delante nuestro. No tenemos ninguna posibilidad de llegar a su planeta sin ser destruidos. Por eso les hemos tendido una trampa —sonrió el reptil—. Ahora que su plan de activar las pirámides ha fallado, deberán bajar ellos mismos y detenernos, si no quieren que acabemos destruyendo el planeta. Y eso es algo que no se pueden permitir.
En ese momento se oyó un ruido y por el pasadizo secreto apareció de nuevo el reptil, que fue directo hasta su líder y le murmuró algo al oído. A este se le iluminó el rostro.
—¡Muy bien, ha llegado el momento! Ya vienen, hermanos.. —les dijo a sus camaradas, entre un creciente murmullo—. Vayamos a recibirles como se merecen.
Todos ellos asintieron, con odio y emoción en sus rostros.
—Hoy, por fin, vengaremos a nuestra gente. ¡Les haremos pagar por lo que nos hicieron! —exclamó el líder de los reptiles disfrutando cada una de las palabras. Entonces se volvió nuevamente hacia Arkangel y Mr. Luz, que seguían encerrados tras los luminosos muros de cristal.
—Os he contado la verdad. Solo buscamos venganza, deben pagar por lo que hicieron. En cuanto a los humanos, no era nada personal contra vosotros. Siempre me habéis dado un poco de lástima. Cuando todo esto acabe, podréis quedaros con el planeta. Nosotros no planeamos volver —concluyó soltando una carcajada.
Los trece reptiles comenzaron a desfilar hacia la salida, apartando el cuerpo inconsciente del guardia que seguía ahí tirado. Serssek fue el último en salir, cerrando la puerta tras de sí. Gábriel y Mr. Luz se quedaron en la solitaria habitación, encerrados sin poder escapar.
Al menos Gábriel por fin había entendido el verdadero papel que había desempeñado en toda la historia, aunque eso le produjo una terrible sensación de vacío.
«Nosotros, los seres humanos, hemos estado en medio de una guerra que comenzó incluso antes de existir. Los extraterrestres nos crearon para recolectar el oro y nos utilizaron como esclavos hasta que dejamos de serles útiles. Después nos abandonaron. Más tarde los reptiles nos esclavizaron de nuevo para aprovecharse de nosotros y poder consumar su venganza contra los extraterrestres. Ahora ya tampoco les somos necesarios. Nuestra existencia ha sido siempre circunstancial. Fuimos creados para satisfacer las necesidades de otras razas. Solo hemos sido peones. Nuestra vida jamas ha tenido un sentido más allá de esto» —se lamentaba internamente.
Mr. Luz por su lado, no podía creer todas esas cosas sin más. Él, al contrario que Gábriel, nunca antes había desconfiado del sistema, siempre había sido crédulo y ahora se negaba a creer que todas esas afirmaciones de Serssek pudieran ser ciertas. No podía aceptar que toda su vida hubiera sido una mentira con tanta facilidad. Pero cuando se acercó al enorme ventanal del despacho en el que estaban encerrados y miró al cielo, no pudo negar tal evidencia.
—¡Dios mío, no puede ser! —exclamó con el rostro desencajado.
Gábriel, al oírlo, se giró y vio al héroe boquiabierto con cara de asombro, mirando al cielo a través del cristal. Olvidó sus lamentaciones y se aproximó a él. Al contemplar la escena quedó tan atónito como Mr. Luz.

El día estaba anocheciendo cuando las negras nubes que formaban un espeso manto que cubría el cielo comenzaron a brillar con mayor intensidad para después ir apartándose dejando paso a una imponente estructura que descendía de los cielos. Una colosal nave espacial atravesó las nubes para quedar suspendida sobre la ciudad, ante la mirada de asombro de los pocos paseantes que aun quedaban por las calles.
Todo lo que Serssek les había contado quedaba confirmado ante esa visión.

Apokalypse  (Trilogía EXO I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora