Capítulo 4: La Armería.

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Allí estaba Afra. Cubierta de sangre por todas partes y con varios órganos colgando de su chaqueta marrón que ahora era roja oscura. Utilizaba la sangre y órganos para pasar desapercibida entre los Zombies.

Corrí para darle un abrazo. Un abrazo sincero, que susurraba:

~Gracias por seguir con vida. Gracias~

Ella nos explicó lo que le sucedió. Lo que más le impactó fue asesinar a la persona que más quería en este mundo. Su madre. Nos contó que halló unos papeles raros y había algo que no nos había contado aún, ya que no le pareció importante:

Afra: Mi padre era ex-militar. Trabajaba en operaciones secretas para el Gobierno de diferentes países. Pero lo despidieron ya que estaba obsesionado con un arma que tenía en mente: Pegasium. En realidad, no era un arma mortífera. Podría ayudarnos en el día a día, pero no fue así. Al echarle del trabajo, le quitaron los planos a mi padre. Menos mal que él tenia una copia de seguridad por si algún día los robara alguien. Y sé que está arma ha provocado que los muertos caminen.

Alba: Pero si es un arma inofensiva, ¿cómo ha llegado a ser peligrosa?

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Alba: Pero si es un arma inofensiva, ¿cómo ha llegado a ser peligrosa?

Afra: Esa es la cosa. El Gobierno la habrá modificado para sus intereses. Su función era revivir a personas muertas. Pero cancelaron el proyecto ya que si revivían a muchas personas, el mundo se quedaría pequeño para todos. Aunque ahora sabemos que tenían un fin distinto a la finalidad original.

Sergio: ¿Y qué quieren hacer ahora? Si hay más zombies que vivos, o incluso si mueren ellos, no les habrá servido de nada todo el daño que han hecho.

Lola: De momento, sólo la han lanzado en esta ciudad. Habrán aislado está zona para así trazar un plan brillante: mostrar al mundo que el Gobierno de Lakewood puede lanzar más armas así en el resto del mundo. Crearán falsas vacunas para ganar mucho dinero y así forrarse.

Afra: eso me temo. Tenemos que intentar parar está masacre innecesaria.

Después de esta charla tan larga, había entrado ya la noche. Era sobre las dos y media de la madrugada. Estábamos cansados y debíamos pasar la noche en ese patio interior que estaba decorado curiosamente.

Debían de hacer guardia dos de nuestro grupo, mientras los demás descansaban para hacer el relevo más tarde. Afra se ofreció, decía que necesitaba evadirse un rato. Asimilar todo lo ocurrido en este último día de locos.

Yo me ofrecí para formar parte de la guardia con ella, y así intentar animarla. La segunda guardia la harían Alvaro y Lola dentro de dos horas y la tercera dentro de cuatro horas por Sergio y Alba.

Afra: al final tú te has presentado voluntario para hacer la guardia con alguien que ha matado a toda su familia sin piedad *suspira*. Que valiente eres.

Ángel: ¿acaso debería estar asustado de alguien que se ha defendido? Por cierto, esas cosas ya no eran tu familia. Eran monstruos que querían devorar hasta el último pedazo de tu ser.

~En ese momento Afra pega un porrazo en la barandilla dónde estábamos apoyados~

Ángel: ¿Dónde está la Afra que yo conocí? Simpática, amable y risueña. Pase lo que pase, no debería cambiarte. No quiero que te conviertas en otra persona...

Afra: Esa persona murió junto a mi familia. Nunca volveré a ser igual. Métetelo de una vez en ese cabeza hueca que tienes. Ah, y gracias por tus consejos de Psicólogo. Ahora me siento mejor.

~Entonces Afra se va cabreada a vigilar otra zona del patio. Alejada de todos nosotros~

Al amanecer, Álvaro tuvo una idea genial: podríamos ir en busca de una armería o algo por ese estilo. Necesitábamos tantas armas como provisiones. Por suerte, Afra se conocía la zona como la palma de su mano y sabía justamente donde había una, no muy lejos de nuestra "residencia temporal".

Álvaro y Afra debían ir a por armas, ya que uno aportó la idea y la otra sabe la ubicación exacta. Y yo, pues decidí ir para cubrirles las espaldas.

Fuimos despejando el camino de Zombies para acceder más tarde con mucha más velocidad. Sólo teníamos 5 armas: dos katanas y tres pistolas. Sin contar el cuchillo que cogió Sergio de su casa. Era enorme.

Al fin llegamos a la armería

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Al fin llegamos a la armería. Era bastante amplia y tenía muchas armas diferentes. Me encantaba. Entramos cuidadosamente al interior y revisamos el lugar en busca de posibles amenazas. Estaba desierto. Mejor para nosotros.

Lo único que queríamos era revisar el lugar y coger varias armas

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Lo único que queríamos era revisar el lugar y coger varias armas. Cuando estuviera todo listo, volver al patio interior, buscar a los demás y regresar a la armería, para coger más armas.

Pero en el camino de vuelta escuchamos algunos gritos:

??: Ayuda, por favor. Estamos rodeados. ¡AYUDA!

~¿Qué debíamos hacer? ¿Dejar que esa horda de Zombies se los comiera o ayudarles y así ser más en el grupo?

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