Werewolf ↭ || Liam Dunbar ||

Capítulo 7 - Parte Dos - La verdad de Nirvana

Lo de no separarme de Scott iba en serio. Todo el camino a casa fui en su espalda. Stiles dejo el auto en la escuela, por lo que íbamos toda la manada caminando a casa. Malia y Stiles nos veían de vez en cuando y reían, mientras que Lydia y Liam nos miraban enternecidos. Scott tenía sus manos en mis antebrazos, yo tenía la cabeza recostada en su hombro.

—¿Linda, te podrías bajar?—me pide el alfa.

—No.

—Nirvana, tengo que ir al baño—me baje de su espalda. Todos se quedaron hablando animadamente en la sala de estar.

Me senté en el porche de la casa abrazando mis rodillas. Suspiro viendo al cielo. Alguien echa sobre mis hombros una manta, me volteo para ver a la persona que está haciendo de mamá. Liam se sienta junto a mí y me sonríe, ambos nos quedamos mirando al cielo por un rato.

—Está en prisión—digo de la nada.

—¿Qué?—me mira confundido.

—Mi mamá. Está en prisión—aclaro, él abre la boca para decir algo pero es obvio que no sabe qué decir—. Porque... mató a mi papá—si antes estaba impresionado, no me imagino cómo ha de estar ahora. 

—¿Puedo preguntar por qué?

—Ni idea—una lágrima se me escapa al recordar aquella noche—, ella venía enloqueciendo desde hace un buen rato—me muerdo el labio.

—¿Estás bien? Nirvana, no tienes que hablar de esto si no quieres hacerlo—río un poco con un apretado nudo en la garganta.

—No, no estoy bien. No te conozco mucho, pero sí lo suficiente como para saber que te debe estar picando la curiosidad. Por favor sigue preguntando. ¿Puedes creer que nunca he hablado de esto con nadie? —bajo la vista nublada a causa de las lágrimas— Nunca desde que pasó, ni con la policía, ni con el psicólogo al que me llevaban, ni siquiera con Isaac. Necesito hacerlo, necesito sacar esto de mí—nos quedamos en silencio unos minutos, hasta que lo miro con una pequeña sonrisa—. Adelante, en tanto no sientas pena de mí, puedes calmar tu curiosidad.

—¿A qué... a qué te referías con eso de que ella venía enloqueciendo?

—Ella se había alcoholizado desde hacía como un año, tal vez un poco más. Se fue volviendo una rutina, se iba temprano a trabajar y volvía tarde en la noche, completamente ebria. El primer mes se podría decir que fue benigno, ella llegaba a la casa, tumbaba todo por donde pasaba, iba a mi cuarto me decía desde la puerta que me quería mucho arrastrando las palabras y luego se tiraba a dormir. A partir de ahí mi papá se empezó a cansar, le peleaba en las mañanas su descaro, cuando estaba sobria pero con resaca, y en la noche, cuando estaba ebria, ella se volvía agresiva.

—¿Te golpeaba?

—No, por lo menos si lo hizo no lo recuerdo. A quien golpeaba era a mi papá, él se quedaba en la sala esperándola para asegurarse de que no volviera a ir a mi cuarto y ella empezó a golpearlo. Antes de alcoholizarse mi mamá iba mucho al gimnasio... comparado con ella mi papá un blanco bastante fácil, de hecho, comparado con cualquiera. Mi papá era bajo y canijo, no soportaba mucho peso por mucho tiempo, mi mamá solía bromear con que cuando era bebé apenas si podía cargarme.

—Nunca había escuchado de un hombre que fuera maltratado...

—Sí... parece que nadie lo ha hecho—no aparto la vista de mis dedos—, le dije que la denunciara, que fuera a la policía, lo hizo muchas veces: nadie lo escuchó. Siempre se burlaron, le dijeron que la solución no estaba en una denuncia, estaba en que se volviera hombrecito. Nunca nadie le dio importancia. Nunca...

—¿Trataron de decirle a alguien más?—niego con la cabeza— ¿por qué?

—Mi papá tenía miedo. Tenía miedo de que no le creyeran, de que lo hicieran y denunciaran pero las pruebas no fueran suficientes así que tal vez me llevarían a alguna organización del gobierno mientras el caso se resolvía. Él simplemente no pudo hacerse a la idea y dejo de intentar, empezó a volver de esa su realidad, se dedicó a tratar de que ella no me hiciera nada.