Capítulo 12 - Pretextos y engaños

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—Sé que estás llorando—habló Stiles, por primera vez en todo el trayecto.

—No estoy llorando—negué. Y era cierto... estaba dando lo mejor de mí para no hacerlo pero no lo estaba haciendo, al fin y al cabo.

Luego de haberme enterado de que Scott estaba en México, en peligro, me lavé la cara y me obligué a mantener la compostura hasta rescatarlo, no sentía que fuese correcto llorar por Liam cuando mi alfa podría estar herido. Stiles me había recogido para ir a casa de Scott y poder rastrearlo con su aroma, aún cuando le dije que soy un asco en el campo.

—Mira—suspira—, no te voy a preguntar qué es lo que pasó porque tal vez no quieras decírmelo y está bien, lo entiendo, no estás obligada a contarme. Pero debes saber que, cuando estés lista para hablar de ello, sabes que siempre estoy aquí para lo que necesitas—lo miro y tomo su mano.

—Gracias—susurro. Él sonríe de lado y deposita un beso en mi mano. 

En el camino recogemos a Malia, que se abstiene de pelear el asiento delantero al mirarme por unos segundos, debo de estar apestando a despecho... pero llamémoslo depresión, suena más bonito. Nadie está en casa cuando llegamos, nosotros subimos derecho a la habitación de Scott y buscamos en su armario, pero parece que tiene toda la ropa recién lavada.

—Prueben esto—nos lanza una camisa, ambas la olfateamos, pero negamos luego de unos segundos.

—Suavizante—dice Malia. 

—Esto es ridículo. Nunca lava la ropa, ni la mete en el cesto de la ropa sucia, pero cuando necesitamos su aroma, ahí sí el señor descubrió para qué sirve la lavadora—comento frustrada. Stiles abre mucho los ojos, como hace cuando tiene idea, y corre al baño.

—Negativo el civil—niego cuando él nos extiende su ropa interior.

—Recuerden, la vida de Scott está en riesgo—evoca, ambas adquirimos una expresión de asco. Malia recorre la habitación con la mirada y toma un almohada, suspiro con alivio. Ambas olfateamos la almohada hasta que tenemos su aroma bien integrado—. Sí, eso funciona también—bajamos corriendo las escaleras, con la almohada en la mano por si las moscas—. Liam, ve a casa—me quedo estática por un segundo al escuchar su nombre. Malia lo nota, pues mi corazón probablemente dio un vuelco al verlo ahí parado, nos mira a ambos con el ceño fruncido y pasa un brazo por mis hombros, haciéndome caminar frente a ella—. No vendrás con nosotros.

—¿Por qué no? 

—Porque hay luna llena y no me gustaría tener que manejar hasta México solo para que tú me desgarres el cuello.

—¿Y ella qué?—me señala.

—Yo me puedo controlar lo suficiente para salvar a MI alfa—respondo resaltando el adjetivo de propiedad, él me mira con odio.

—Es bueno saber que te tomaste tus pastillas—ataca. Pequeño pedazo de...—. Pueden encerrarme, encadenarme al asiento o algo así.

—Rompiste las cadenas, ¿recuerdas?—replica Malia con dureza.

—Sí, deberíamos congelarte en carbonita para llevarte allí —acota Stiles.

—Bien, ¿dónde conseguimos carbonita? 

—Debimos dejarlo caer del techo—murmuro llevándome una mano a la frente.

—¿Enserio tampoco la has visto?—pregunta Stiles incrédulo.

—¡Espera!—nos detiene cuando retomamos nuestro camino a la puerta. Se para frente a nosotros, impidiendo que sigamos hasta la puerta— ¿Y si me llevan en el baúl?

Werewolf ↭ || Liam Dunbar ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora