28. "Adiós Sierra." Segunda Parte.

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Phoenix sentía como si se ahogara dentro de allí, el olor a humedad no era placentero para sus fosas nasales y se le estaba formando un nudo en la garganta no sabía si era por el miedo que sentía en aquellos momentos, la adrenalina o porque tenía ganas de vomitar ya que minutos antes había visto una rata muerta. Ahora se encontraba en el segundo piso, había encontrado una escalera que se encontraba en horribles condiciones la cual cuando termino de subirla se destruyo toda en pedazos dejando en su lugar una montaña de polvo y pedazos enormes de cemento y madera.                           

Escucho unas pisadas rápidas arriba, pero Nix se distrajo y piso en falso provocando que rodara un caño de hierro por todo el suelo de aquel piso de la fabrica abandonada. Sintió unos murmullos arriba y como las dos pisadas se volvían  varias pisadas al mismo tiempo caminando a paso rápido casi a un trote sincronizado. Se le heló la sangre y comenzo a a pensar en un plan, había un closet allí a unos cuantos pasos de ella así que a paso apresurado camino hasta él. Lo abrió causando que rechinaran y dentro del mismo solo vio polvo, telarañas y unas palas... luego tendría que averiguar de que era la fabrica. 

Se metió dentro de este, ahora agradecía que el mismo era espacioso. Cuando termino de cerrar las puertas aquellos pasos se escucharon caminar por todo aquel piso, Phoenix solo pedía que no se les ocurriera abrir el closet porque sino la encontrarían y ella estaría mas que muerta. 

-¿Qué crees que haya sido ese sonido?- pregunto una voz grave a una persona desconocida aún para el conocimiento de ella.

-No tengo idea, pero sera mejor encontrar lo que provoco el sonido o quien lo provoco.- comento un hombre con voz fría y áspera, lo cual provoco que Phoenix se removiera un poco en su lugar  haciendo que el closet se mueva visiblemente.- Miren allí, el closet.- dijo el mismo hombre, a Phoenix lo único que hiso fue paralizarse. 

Entre ambos hombres abrieron las puertas y pudieron ver mejor al causante del sonido. Phoenix pudo ver que eran cuatro hombres corpulentos en total, ella solo se limito a comenzar a patalear y gritar, sin previo aviso un hombre de tez morena le dio un golpe en la mejilla causando que de repente ella se callara y que de pronto todo el piso quedara inundado en un silencio tenso donde Phoenix sentía como su mejilla comenzaba a arder y sus cienes palpitaban.                  

-No grites o alguien mas sufrirá las consecuencias, o debo decir alguienes.- dijo el mismo hombre que le había golpeado la mejilla.- Camina.- ordeno el mismo hombre.

Phoenix automáticamente como si se tratara de un impulso comenzo a caminar siendo escoltada por aquellos dos hombres, si trataba de huir estaba segura que le dispararían ya que había visto un arma en el bolsillo de uno de ellos. Subieron otras escaleras las cuales estaban deterioraras, mientras que ella subía tenía miedo que se cayeran pero no lo hicieron.  Una vez que se encontraran enfrente de una puerta de metal oxidado fue abierta desde la parte interna de la habitación, por la misma Sierra en persona la cual al ver a Phoenix frente a ella sonrío como el mismo Guason.

-Átenla a la silla.- dijo ella señalando una silla que se encontraba detrás de ella.

Dos hombres la sujetaron de los hombros y una vez que se encontraron frente a la silla, empujaron levemente a la embarazada para que se sentara en ella la cual a regañadientes tomo asiento en aquella deteriorada silla de madera. Uno de los hombres coloco sus muñecas en la parte trasera de la siña para atar sus muñecas con una soga, la cual al atarla tan fuerte provoco que la rubia gimoteara levemente de dolor. 

-Pero miren a quien tenemos aquí.- dijo Sierra con cinismo.- A la perra número uno de todo Seattle.

-Perdón, pero ami no me conocen como Sierra.- hablo con sarcasmo la rubia, causando que la rubia que tenía enfrente de ella cerrara y abriera los puños.... como si se tratara de un acción para tranquilizarse y no golpearla.

Little Baby © (Sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora