Capitulo 18. Nueva vida y ¿nuevo comienzo?

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Capitulo 18.

          Al fin llegamos a España, nos íbamos a quedar a vivir en un pequeño barrio, en Barcelona, Key nos ayudó con la mudanza, al parecer hoy estaba libre todo el día. Ya eran las dos de la tarde y nos fuimos a comer fuera, decidimos ir a un restaurante italiano. Se acerca el camarero.

-¿Mesa para cinco?-.Preguntó.

-Sí, por favor-. Contestó mi padre.

-Por aquí-. Nos llevo a la mesa.

-¿Qué desean beber?-.

-Cariño-mi padre se dirigió hacia mi,- ¿Qué quieres?-.

-Agua-.No tenía ganas de refresco. Los demás pidieron; mamá, Fanta, papá igual y mi hermano y Key Coca-Cola.

          La comida fue espléndida, llegamos a mi nueva casa, a parte de ser enorme por fuera, por dentro era como un palacio, mi habitación tenía un armario enorme, un tocador con un espejo, un baño propio y una cama que tenía sábanas de color violeta pálido, las paredes estaban pintadas de violeta también , las puertas eran blancas. Espera ¿blancas? Me suena este lugar, decidí volver al pasillo… Fue igual que aquella vez con Félix, rebusqué entre las habitaciones y la encontré, aquella sala con la que soñé, las paredes blancas, decoración con muebles antiguos y el enorme ventanal, volví al pasillo para buscar la biblioteca donde me encontré con… Félix, no quería pensar en el pero algo hacia que lo hiciera, no encontré la biblioteca, solo una puerta cerrada con llave, seguramente la tendría mi madre o mi padre, pero preferí no decirles nada.

           Llego la noche, Key ya hacía rato que se había ido, dijo que estaría atento en el concierto para a ver si me veía, mis padres se fueron a ver la televisión y mi hermano se puso a ordenar sus libros de su nueva universidad. Yo en cambio estaba en mi cama, recordando los recuerdos … Echaba de menos a mis amigas… Y también no se por que a Félix y a Adam, pero claramente, ellos significaron “algo” en mi vida. Me puse el pijama y sentí que me dolía la espalda y la cabeza, tenía un poco de fiebre a si que me fui a dormir para que se me pasara.

          Por alguna extraña razón me dormí, tuve un sueño raro:

“ Una sala blanca , yo estaba allí vestida con un traje de color blanco con adornos dorados en los bordes, era enorme me no se me veían los pies, detrás de mi había una puerta blanca al igual que la habitación, no parecía extraño hasta que vi que ¿tenía alas blancas? ¿aureola? ¿Qué? En frente mío estaba ¿mi madre? Estaba sentada en un trono dorado, iba vestida con una corona, un traje hermoso de color azul pálido y unas enormes alas blancas, se veía muy joven aparentaba tener treinta años, pelo castaño claro y ondulado y unos enormes ojos verdes.

-Querida hija, estas aquí por que querías preguntarme algo-. Su voz era gélida y expresaba un tono de elegancia. Después de oír eso sentí que podía mover mi cuerpo.

-Mamá…- ¿Podía hablar? ¿Cómo era posible? La última vez que ocurrió esto fue con Félix.

-Dime.- Respondió.

-¿Qué hago aquí?-

-Tu me has llamado, me dijo Félix que querías que te llevara ante mi, pues ahora estas ante mi.-

-Pues… ¿Por qué me comprometes con Félix? No quiero casarme.-

-Tendrás que hacerlo, él es fuerte y su familia tiene dinero, es por el bien de este reino.-Me explicó.

-Pero yo no quiero...-

-Ya lo se, yo me casé con tu padre sin amor pero antes de que el muriera, le quería más que a nadie, al cabo del tiempo aprenderás a amarlo al igual que yo- ¿Mi padre estaba muerto?

          Oigo la puerta que estaba detrás de mí abrirse. ¿Félix? Nos quedamos mirándonos los dos unos segundos, yo agacho la cabeza, no quería verle, no ahora, después de saber que dentro de un año me casaría con él. Intenté despertarme pero no podía.

-Quiero irme-. Me dirigí hacia mi madre.

-No, necesito hablar con los dos-.

-Pero yo no-.

-Pero soy tu madre-.

         Félix no había hablado , se acercó a mi y se puso a mi lado. No se cómo pero empecé a desear << quiero despertar, quiero despertar >>  Y de repente. Desperté”

          Era sábado, me desperté con una extraña sensación en mi espalda y en la cabeza, me fui al espejo a peinarme y… ¡¿Tenía alas?! ¡¿Aureola?!  Pensé en gritar pero si lo hacía montaría un follón. Toqué mis alas, me daba un poco de miedo, pero la verdad eran bastante bonitas. El aureola era también muy bonito, pero esto significaba que… ¿Ya era oficialmente un ángel?

La vida de Eliane.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora