"Según Kyres, hoy llegaremos a Los Seruntes da Alúmini... Los Caminos de la Soledad... me pregunto por qué se llamarán así. ¿Qué les ocurre a los que se atreven a cruzarlos?"
A la mañana siguiente nos levantamos temprano con los primeros rayos del alba. Comimos algo a modo de desayuno y continuamos el viaje, todo ello sumido en un silencio sepulcral, únicamente interrumpido por las típicas formalidades.
Durante la batalla contra el Custodio habíamos perdido los caballos de negros de Tess, pero dado que no quedaba mucho para llegar a la cueva, encontramos más conveniente que no malgastase sus poderes en eso.
La nieve caía a nuestro alrededor pacíficamente y nuestros pasos eran amortiguados en ella, pues casi nos llegaba por las rodillas. Curiosamente, en ningún momento sentí frío. La ropa que me había prestado Nelly contribuía a ello, además de que arropada con mi capa negra, era imposible que se escapase el calor.
Dado que hacía rato que las líneas que marcaban el camino habían desaparecido, Kyres iba delante para indicarnos por dónde ir. Mirándolo con perspectiva, no era un mal guía, pese a que habíamos tenido que luchar contra un ejército de soldados de hielo y un monstruo gigante. Por lo menos, la presencia del Custodio indicaba, según Kyres, que estábamos llegando a nuestro destino, pues esas criaturas acostumbraban a proteger lugares sagrados de las montañas.
Sin embargo, a excepción de las puntuales indicaciones del príncipe, fue un viaje silencioso, incluso Tess y Kyres parecían distantes. Pensé que después de haber pasado la noche juntos (otra vez), se sentirían más unidos. Pero en su lugar, casi parecía que habían discutido. Lo cierto es que me daba igual saberlo o no, pues todavía sentía cierto rencor hacía Tess. Seguramente había hecho uso de esa cabezonería suya y Kyres («el siempre paciente Kyres») se había enfadado. Teniendo en cuenta que la idolatraba, supuse que el enfado se le acabaría pasando tarde o temprano. Claro que el príncipe Frío también era una persona que nunca se sabía por dónde te iba a salir.
Cuando me harté de darle vueltas a eso, me acordé de Kevin. Parecía que había pasado una eternidad desde la noche que pasamos en la playa. Me estremecía al darme cuenta de la cantidad de cosas que habían cambiado en apenas unos días. Por suerte, pronto solucionaría lo de Kevin, o al menos en parte, ya que las Narlesas solo atenuarían los efectos de la maldición de Nelly. Sopese la posibilidad de seguir investigando por mi cuenta algún modo de romper la maldición por completo, pero de hacerlo, eso ya sería más adelante. En ese instante, lo único que me consolaba era la idea de que al final del día todo habría terminado. Puede que Melyn me intentase matar cuando le entregase la Narlesa, pero yo no me rendiría sin luchar. En cualquier caso, volvería a ver a Kevin y al resto de mis amigos.
Tras subir un último tramo muy escapado y resbaladizo, Kyres nos pidió que nos detuviésemos y señaló un punto justo al pie de la siguiente montaña. Parecía ser la entrada a una cueva. Los caminos de la Soledad.
─Hemos llegado –anunció el príncipe en voz alta.
«Por fin», pensé para mis adentros. Ahora me entraban los nervios y la inquietud por saber qué nos encontraríamos dentro.
Caminamos hasta colocarnos bajo el umbral de la cueva. Si hubiese venido sola probablemente habría pasado de ella. No era más que una abertura natural en la roca y solo si me acercaba mucho y utilizaba mi fuego podía ver los surcos que bordeaban la entrada. Daba la sensación de ser un idioma arcano y extraño. Algunos dibujos me sonaban de haberlos visto antes.
«Claro... los vi en la tumba del Rey de la Estrella Fría»
─Kiriquio arcano –comentó Kyres a mi espalda al ver la gran atención que prestaba a los jeroglíficos─. Mucho antes de la unificación de los Cálidos y los Fríos, en los primeros siglos de nuestra historia, esta era nuestra lengua. Luego con el paso del tiempo, fue evolucionando y cuando llegó la paz, se creó un nuevo idioma que mezclaba los de ambas razas. A día de hoy, solo los magos sabemos leer idiomas arcanos porque así es como están escritos los hechizos en los libros de Magia Fría.
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La Hechicera: Tiempos Oscuros
Paranormal3° PARTE Tras la tormenta que a finales de verano asoló Santa Bárbara, las vidas de Tara, Kevin y JJ están más ajetreadas que nunca. Los tres han querido aprovechar al máximo su penúltimo curso del instituto. Eso no implica que Tara haya olvidado qu...