"Sancia está viva... Sancia está viva... No puede ser..."
No podía ser verdad. No podía estar viva. Y sin embargo, mi hermana no mentía. Sancia estaba viva y con sus poderes a pleno rendimiento. Su nombre reverberaba en mi mente sin parar, como un susurro constante.
Tras mis escasas visitas a Mysticland, aprendí que el nombre de Sancia era ese que nadie se atrevía a preguntar. Que únicamente, si se mencionaba, se hacía en voz muy baja, como si pronunciar su nombre fuese a invocarla. La gente de Mysticland la temía, y con razón. Era uno de los mayores monstruos de su historia. Y ahora estaba aquí, en la Tierra, en casa de mi abuela Rose.
Justo después de que Tess nos revelase la verdad, entendí su impaciencia por irnos e incluso la adopté yo también. Hicimos un reparto de tareas rápido: Kevin, Jared y JJ eliminarían todo rastro de actividad de la O.E.P, es decir, tras poner lo necesario a salvo, prenderían fuego a la enorme nave. Me parecía cruel y espantoso que aquella fuese a ser la tumba de Farrow, entre los escombros y la ceniza de aquel sitio, pero si alguien le encontraba, surgirían preguntas sobre su muerte y eso solo implicaría más problemas.
Por otro lado, Jared mencionó algo sobre unos archivos que, por el motivo que fuese, Sancia y compañía querían y ya había arrasado el resto de sucursales de la organización para intentar conseguirlas. De momento, estaban a salvo en la nube y junto con algunas armas de diseño exclusivo de la O.E.P eso era todo lo que iba a quedar de aquella organización. Era el fin de una era y el comienzo de otra más oscura e incierta, especialmente para Jared y Lawson que eran los últimos agentes supervivientes de la masacre.
Por una vez, ni JJ ni Kevin profirieron una queja para acompañarme. O bien no era el momento de discutir o bien comprendían el peligro que suponía Sancia. Quizás no directamente, pero algo les decía que ese nombre era sinónimo de peligro.
Y dicho eso, Tess, Kyres y yo, abandonamos el puerto. Kyres realizó un sencillo hechizo de teletransportación hacia la casa de Rose usando los recuerdos que teníamos nostras del lugar, como si pudiese ver las imágenes en nuestra mente y adoptarlas como suyas. Aterrizamos en el tejado delicadamente, sin hacer ruido, sin que las tejas se moviesen. Aprovechando la inclinación, nos agachamos para permanecer escondidos y por si acaso, Kyres usó un encantamiento de invisibilidad sobre los tres. Desde ese punto, contemplábamos una escena que me puso los pelos como escarpias y al mismo tiempo, despertó un sentimiento de ira.
Melyn y Jalen permanecían en un segundo plano. Con el rostro sorprendentemente sereno, sin decir nada, como si lo que estuviesen viendo fuese una escena cotidiana para ellos. En el centro del jardín, estaba mi abuela, arrodillada y medio sollozando por el dolor. Justo delante de ella, se alzaba una alta y esbelta figura de pelo marrón. Charlotte. No, Sancia.
Sancia parecía estar hablando con mi abuela, o interrogándola mejor dicho sobre algo relacionado con mi profecía, según me pareció oír. Quise usar mi poder del aire para poder oír mejor la conversación, pero Tess me disuadió de ello, pues si usábamos nuestros poderes, Sancia podría percatarse de nuestra presencia.
Rose se mantenía firme, con los labios sellados y la mirada pétrea. Sancia en cambio, parecía hasta animada. Con cada chasquido de sus dedos, un nuevo ataque golpeaba a mi abuela: un pequeño latigazo, unas chispas rojizas, un potente soplo de aire... Mi abuela no hacía nada para defenderse.
«¿Por qué no actúa? ¿Por qué no hace nada? La va a acabar matando...»
Quería hacer algo. Necesitaba hacer algo. Cada célula impregnada con el poder de los cinco cristales me instaba a que hiciese algo. Aquella violenta escena nada tenía que ver con una película. Estaba ocurriendo ante mis ojos y yo no podía ser más que una mera espectadora. Podía sentir el dolor, podía oír el chasquido de los látigos y el viento aullando con fuerza cada vez que lo invocaba Sancia. Era terroríficamente real.
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La Hechicera: Tiempos Oscuros
Paranormal3° PARTE Tras la tormenta que a finales de verano asoló Santa Bárbara, las vidas de Tara, Kevin y JJ están más ajetreadas que nunca. Los tres han querido aprovechar al máximo su penúltimo curso del instituto. Eso no implica que Tara haya olvidado qu...