Secuela de "Lo que no te enseñan en clases".
Loki Odinson, con tan sólo 24 años, es ahora uno de los más reconocidos artistas modernos de los Estados Unidos. Está casado con Thor Odinson, de 31 años, quien dejó de ser profesor de escuela media para...
Cuando me desperté, inmediatamente me senté al borde de la cama, Thor seguía durmiendo, estaba desnudo y boca abajo. Sonreí al ver su cuerpo descubierto y le dejé un pequeño beso en la espalda antes de levantarme al baño. Me miré al espejo y lo primero que pude notar fueron sus mordidas en mi cuello.
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Me lavé la cara y me cepillé los dientes, me coloqué un pantalón de pijama y una camisa sin mangas antes de recoger el desorden que había por todo el apartamento. El desorden se basaba principalmente en la ropa del día anterior, cenizas y un montón de platos sucios en la cocina. Limpié lo más rápido posible y le preparé el desayuno a mi esposo, yo podía resistir con un plato de cereal, pero él no. Mientras cocinaba sentí unos brazos húmedos detrás de mí y sonreí pasando mis manos por su cabello mojado y volteándome para besarlo.
-Buenos días, mi amor.
-Buenos días, rey.
-Te estaba buscando en la cama y me levanté al no sentirte a mi lado.
-Quería llevarte el desayuno a la cama, además recogí un poco el desorden de ayer.
Thor se rió y fue hasta la nevera por un vaso de agua, se había dado una ducha y tenía el pecho mojado y el pantalón de su pijama se había humedecido un poco.
-Dime la verdad, ¿te gustó lo de ayer?
Se me acercó y me apartó el cabello del cuello, dejó un beso y rió.
-Las marcas en tu piel no lo niegan... Loki, siento que me pasé, nunca te había marcado así.
-Oye, tranquilo, mí también me gustó- sonreí y lo besé en los labios.
-Cada vez que hacemos el amor siento que toco el cielo, pero lo de ayer...- apretó mis nalgas un poco y me besó la barbilla –Lo de ayer estuvo a otro nivel.
-Cuando quieras podemos repetirlo- mordí su labio y me giré para terminar con su desayuno.
Thor me ayudó a llevar el cereal, la leche y la taza para mi desayuno. Luego los dos nos sentamos a desayunar en la mesa y él, adoraba los waffles que le preparaba en el desayuno. Al fin ambos tendríamos días libres y podríamos salir y hacer lo que quisiéramos, uno de nuestros planes era salir al Jardín Botánico de Nueva York. Lavó los platos y entró a nuestra habitación, caminando derecho al vestier.
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