Hijos

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-¿Qué estás haciendo aquí?- inquiere la voz firme de Peter y su mirada se esfuerza por pasar del niño y fijarse directamente en ella

-Tenemos que hablar, si puedes- insta- Sé que han pasado muchos años desde la última vez que nos vimos pero necesito contarte algo

-¿Y no puedes hacerlo ahora? No tengo nada qué ocultar- insiste

-Peter, de verdad...

-¿Podemos pasar?- inquiere la vocecilla del niño y el alma del otro parece ablandarse porque deja de luchar y acaba por asentir y hacerse a un lado para que ambos entren

-Pues esto es una sorpresa- comenta Bryana al ver a April en el sofá y la morena se incorpora, ocultando el dolor en su rostro y dirigiéndole una mirada que haría temblar a cualquiera

-¿Qué haces tú aquí?

-No me lo tomes a mal pero esos son asuntos que debo tratar con mi ex esposo- insiste

-Y los tratarás delante de ella también- señala Peter y apunta con el mentón hacia las escaleras- Sube Bryana, te seguiremos

La rubia asiente a regañadientes y se aleja hacia las escaleras mientras los otros dos intercambian miradas entre sí.

-¿Estás seguro de que debo presenciar esto? Verla me es suficiente para vomitar

-No más mentiras ni hipocresía April- remarca y se acerca para tomarla por la cintura- Lo dije enserio y ahora voy a cumplirlo- la besa rápidamente y luego, atrapándola con la guardia baja, toma la suficiente fuerza y la levanta en los aires, llevándola escaleras arriba en contra de su voluntad

-Señor- habla la voz de Benedict antes de que comience a subir y señala con un rodeo de ojos al pequeño que continúa allí de pie, observando el lugar

-Cuida de él Ben, ¿puedes?- el mayordomo asiente y ellos finalmente desaparecen

Una vez en el antiguo despacho de Peter que continúa siendo una cómoda y hospitalaria sala, April se sienta en uno de los sillones y Peter permanece en su silla al otro lado del escritorio, sin ofrecerle asiento a Bryana que continúa parada en medio de la sala, revolviéndose con clara incomodidad.

-¿Y? Suéltalo de una vez- la alienta y ella se aclara la garganta, parándose erguida

-Es sobre el pequeño que vino conmigo- señala- Es tu hijo, Peter. Es un Sherwood.

El rostro del otro palidece y la mandíbula de April cae unos centímetros por la sorpresa, aunque aún no se precipita a intervenir.

-¿Cómo es que lo sabes?- exige él- Hace años no te veo, Bryana

-Noté que estaba embarazada muy poco tiempo después de marcharme de la casa- explica- Evidentemente es tuyo

-¿Y por qué no me buscaste entonces?- continúa insistiendo- ¿Cómo sabes que no es hijo de Simon? Mantenías una aventura con él a mis espaldas

-Los cálculos no me cerraban, además el pequeño no tiene ni un solo rasgo suyo- esta vez se sienta en una silla sin que nadie se lo señale, por voluntad propia- Cuando lo supe, Simon y tu madre querían que te lo dijera, pero entonces él enfermó y ellos se marcharon a esa pensión donde murió un tiempo después. No los busqué más, sabía que solo traería más miseria. Así que empecé a trabajar por mi cuenta y con el dinero que tenía de mi familia salí adelante.

-¿Y por qué me buscas ahora? ¿Necesitas dinero?

-De hecho no- espeta con firmeza- Nuestros fondos están muy bien. Todo lo que Christopher quiere es llevar tu apellido y conocerte un poco- se acerca un poco pero él repele su presencia- Sabes cómo son los niños, tienen preguntas todo el tiempo. Inevitablemente llegó el día en que preguntó por la identidad de su padre.

Infiltradas 2: Pagando el precioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora