Las verdaderas batallas se libran en el interior -Sócrates.
Historia ganadora en Escritor Debutante en los Wattys 2016.
Portada remasterizada por: @fakingnot
MARATÓN 4/5, QUEDA SOLO UN CAPÍTULO PARA QUE EL MARATÓN QUE FUE A VUESTRA PETICIÓN FINALICEEEE.
Como dije antes, se aceptan las suposiciones que sean, me encanta leer lo que pasa por vuestras mentes. :3 XO. <3
P.D. ¿Os gusta la cover?
Me pasé el viaje dormida, y es que tenía demasiadas horas de sueño acumuladas de todas estas noches en el campamento, pero estas horas las estaba aprovechando bien.
En cuanto bajamos del avión después de un largo vuelo, no me podía creer lo que vi a continuación, y es que a lo lejos, estaba Lauren sentada en un banco, y digo lejos porque estábamos justo en el aeropuerto del cuartel. Tenía el pelo suelo, algo que me extrañó, porque aparte de ser algo inusual en ella, le tapaba el rostro con su cabeza gacha. En cuanto me fui acercando a pasos rápidos, visualicé que de su rostro goteaba sangre que caía directamente al suelo, y justo en ese momento, comencé a correr hacia ella, haciendo que levantara su mirada hacia mí.
Me dio algo de miedo su aspecto, porque sus dos ojos estaban morados e hinchados, su nariz sangraba y también estaba morada e hinchada, su labio inferior estaba roto por la parte del medio y caían lágrimas de sus ojos.
-Lauren... ¿Qué has hecho?
-Dejarle claro que no tiene que ponerte más la mano encima.- Dijo en un tono de voz bastante apagado para lo que solía ser ella, y yo no pude más que abrazarla, pero en un movimiento inesperado, ella me apartó de su cuerpo, negó con su cabeza después de levantarse y se fue, dejándome allí totalmente descolocada. En ese momento, se acercó Shawn con una inmensa sonrisa que se borró al ver mi rostro de tristeza.
-¡Eh, Mila! ¿Qué ha ocurrido?- Yo me encogí de hombros suspirando mientras agachaba la cabeza. –Escucha... No sé si tendría que ser yo quien debería decirte esto, pero... La han degradado.
-¡¿Qué?! ¡¿En diez putas horas que no he estado aquí, la ha liado tanto para que...?
-Tu padre está en el hospital. Hace poco vino la ambulancia a por él. Lo ha... dejado inconsciente.- Me quedé atónita ante sus palabras, y sin pensar, salí a correr en la dirección que había ido Lauren, encontrándola en otro banco sentada. Me senté a su lado y vi cómo acariciaba con suma delicadeza una foto. En ella se veían dos chicas aparte de Lauren en un coche y parecía que iban a salir. Me senté a su lado en silencio contemplando la foto como ella estaba haciendo, y a los minutos, ella habló.
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-Esta era Keana...- Dijo con una voz tan baja que escuché de milagro.
-¿Keana? ¿Era del ejército?- Asintió débilmente. -¿Y dónde está ella?
-Murió.- Dijo sin más, como si hubiera dado esa respuesta mil veces.
-Oh... Y... ¿Era tu amiga?- Ella negó con la cabeza suspirando de nuevo.
-Era mi novia. Nos... nos íbamos a casar cuando saliéramos de esta mierda. Estuve mis dos primeros años de ejército en una relación con ella.- Dijo como si le costara pronunciar esas palabras, luego levantó la mirada y me miró con aquellos ojos verdes inyectados en sangre que me dolía mirar. –Y ahora has llegado tú.
-¿Cómo que he llegado yo?
-No quiero sustituirla.- Dijo bajando un poco la mirada y negué poniendo mis dedos en su barbilla haciendo que me mirase a los ojos.
-No estás sustituyéndola, Lauren. Todos somos distintos, porque aunque tengamos dos ojos, dos orejas, una nariz y una boca, lo que hay aquí –puse la mano sobre su corazón.- no lo cambia nadie, nunca. Y tú eres... maravillosa, ¿entiendes?
-¿Maravillosa? Soy un saco de mierda con un título de Sargento. Aunque ya ni eso...- Dijo desviando la mirada hacia otro lado con un suspiro.
-Vamos a que te curen eso y ahora hablamos de ese tema, ¿está bien?- Acaricié un poco su pelo suelto, y la verdad es que era precioso. Negro azabache, ondulado y salvaje, pero a la misma vez le quedaba demasiado bien. El negro le acentuaba el verde de sus ojos.
-Solo una pregunta...
-Dime, Lolo.
-¿Dónde estaba la enfermería?- Yo sonreí tristemente ante esa pregunta, suspiré y me levanté cogiendo su mano para comenzar a caminar junto a ella, enseñándole el camino.
Después de que estuviéramos un rato para que le curasen a Lauren las heridas que tenían, ella misma se levantó y agarró mi mano para caminar por su propia cuenta hacia la habitación. A veces veía cómo se llevaba su mano libre a la cabeza y se masajeaba sus sienes, lo que a mí me provocaba un terrible mal estar.
-¿Te duele?
-¿Hm?
-La cabeza.- Señalé con mi barbilla hacia arriba.
-¿Eh? No, es solo... Ha sido un día muy largo.- Sé que no era así, y me apenaba saberlo.
Cuando llegamos a la habitación, vi que ella casi no podía tener los ojos abiertos del dolor probable de cabeza que tenía, pero yo me mantuve ahí para ayudarla. La senté en la cama comenzando a quitarle las botas, acabando con estas tiradas por el suelo. Intenté quitarle la camiseta pero ella negó rápidamente.
-No me quites la ropa. No... estoy lista.
-¿Por qué? ¿Qué tiene de malo, Lolo?- Dije con cierta ternura para calmarla.
-Tengo... Muchas cicatrices. Y eso no es bonito.- Arrugué la nariz con una media sonrisa y entonces me bajé la camiseta por mi hombro, desprendiendo un poco el esparadrapo que sostenía la gasa sobre mi gran herida.
-Bueno, esto no creo que deje una buena cicatriz...- Dije con una sonrisa y conseguí que sonriera mínimamente, así que por fin conseguí quitarle la ropa, dejándola en su ropa interior para luego comenzar a ponerle su pijama. Cuando le puse la camiseta, me fijé en una gran cicatriz que tenía en su abdomen, la cual aún estaba rojiza debido a la frescura de esta, pues seguramente no tendría más de 4 meses. Probablemente, esa sería la causante de todo.
Cuando finalmente le puse el pijama, ella agarró mi mano suavemente, la miré y ella lanzó su mirada directamente a mis ojos.
-No te vayas.- Murmuró con un hilo de voz, yo sonreí suspirando y asentí.
-Me quedaré a dormir contigo si es lo que quieres.
Acabamos las dos tumbadas en la cama de ella, yo acariciando su pelo y ella acariciando mi espalda. Ninguna de las dos se dormía, porque las caricias en ningún momento cesaron. Ella no podía dormir por su dolor de cabeza, y yo no podía dormir para asegurarme de que ella descansaba.
-Hoy... he tenido un ataque de pánico en el avión.- Dije susurrando mirando a la nada en la oscuridad de la noche.
-¿De pánico?
-Hm... Sí.
-¿Tu padre te maltrata?- Me quedé en total silencio por su pregunta tan clara y directa, solo pude respirar y apretarme un poco más a su cuerpo.
-¿No crees que preguntar eso ya es un poco tarde cuando lo has mandado al hospital?
-Da igual, me cae mal.- Yo reí levemente y le di un beso en la mejilla.
En ese momento, cuando ella me miró a través de la oscuridad, lo supe, y aún lo aclaré más cuando su nariz acarició la mía; "Las verdaderas batallas, se libran en el interior."