Capítulo 6

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2012

Como si la locura momentánea de Yulia hubiese contagiado a Lena, la pelirroja cerró los ojos y empezó a devolverle el beso. Sus labios se rozaban en un reencuentro que parecían haber anhelado demasiado tiempo. Hasta que la cordura regresó a Lena y rompió el beso abruptamente, empujando a Yulia lejos de ella.

―¡Pero ¿qué demonios haces?! ―chilló indignada―, ¡¿me disculpo contigo educadamente y tú me besas?!

―Lena... me has devuelto el beso... ―musitó, todavía en shock por su propio impulso y por la reacción de la pelirroja.

―¡No digas tonterías, eso te ha parecido a ti! ―exclamó para intentar defenderse.

―No lo he soñado... tú también me has besado ―insistía Yulia.

―Veo que es inútil hablar contigo, no sé ni porqué me molesté en disculparme. Lo mejor será que me vaya ―afirmó tratando de mostrarse resuelta.

Entonces giró sobre sus tacones y se dirigió a la puerta de la estancia. Sus pasos eran acelerados. Necesitaba alejarse de allí cuanto antes. ¿Por qué Volkova siempre conseguía romperle los esquemas aun cuando estaba segura de tener el control? Se suponía que iba a disculparse, que la morena recibiría sus palabras con agrado y que se despedirían hasta la próxima entrevista, ¿por qué Volkova no podía ceñirse a sus planes mentales? Pero lo peor no había sido el beso por sorpresa de la morena, sino su propia reacción, el enfado que la consumía era, sobre todo, consigo misma.

«¿Qué demonios me ha pasado? ―se preguntaba―, ¿por qué he correspondido a su beso?»

Yulia se sentía un poco desconcertada por lo que acababa de pasar entre ellas. Aquel beso significaba demasiadas cosas, pero no estaba segura de querer pensar en ello. Sacudió la cabeza ligeramente y volvió a la realidad. Sus ojos dieron con Lena, que estaba a punto de marcharse.

―Espera, Lena... por favor, no te vayas así ―rogó.

Avanzó varios pasos hasta alcanzarla y la sujetó de la muñeca. Al entrar en contacto con su piel, ambas sintieron una especie de descarga que recorrió sus cuerpos por completo, concentrándose especialmente en sus estómagos y entre sus piernas. Lena se volvió hacia ella de inmediato, y la morena la soltó en cuanto sus ojos se encontraron.

Tras unos segundos de silencio, Yulia logró recomponerse de esa inesperada sensación y habló otra vez.

―Siento... siento haberte besado de esa manera ―mintió. Necesitaba tranquilizar a Lena y arreglar el entuerto fuese como fuese. Incluso decidió no insistir más en el hecho de que la pelirroja le hubiera devuelto el beso, pues la conocía demasiado bien y yendo por ahí no conseguiría nada bueno―. Sabes que compartimos muchas cosas en el pasado... yo, no sé lo que me pasó... supongo que los recuerdos se apoderaron de mi voluntad durante un instante, lo siento... no quería ofenderte ni incomodarte... yo tampoco quiero que estemos mal juntas, me da mucha pena todo esto.

Lena observó sus bonitos ojos azules, ahora ensombrecidos por la tristeza, y comprendió que no tenía sentido enfadarse con ella por lo que había pasado, y más cuando no era la única responsable. La pelirroja había sido sincera, y compartía con Yulia el deseo de llevarse bien con ella.

―A mí también me da pena... no me gusta que nos llevemos mal, después de todo lo que vivimos juntas ―Al decir esto, Yulia la miró con emoción, pero Lena retomó el camino que llevaban sus palabras, asustada de que la morena malinterpretase sus intenciones―. Me gustaría que pudiéramos atender esas entrevistas a gusto, sintiéndonos cómodas la una con la otra.

Nuestra Verdad [tATu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora