Capítulo 17 (final parte 1)

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Hacía ya varios días desde que Lena había subido al apartamento de Yulia, desde que ambas habían compartido un momento demasiado íntimo, pero la pelirroja estaba desaparecida, no contestaba a ninguno de los mensajes ni llamadas de la morena, que harta de guardárselo para ella, acabó contándole todo a su gran amiga Mona.

―Yulia, me vas a volver loca. Primero me dijiste que querías reconquistarla, después que lo mejor era ser amigas, que no querías perder su amistad por nada del mundo, ¿y ahora me cuentas que te la acabas de tirar? ―exclamó Mona sin dar crédito.

―¿Cómo crees que me siento yo? No sé cómo ha pasado...

―Venga, Yulia, seguro que lo sabes —Mona rodó los ojos.

―Bueno sí, pero... fue todo tan inesperado... Te prometo que no lo planeé, ni en mi mejor fantasía esperaba terminar así la noche con Lena.

―¿Y ahora qué?, ¿qué se supone que sois?, ¿amantes? —preguntó su amiga.

―No lo creo... no imaginas con qué cara me miró justo antes de salir corriendo de mi apartamento —explicó Yulia—, pero no voy a rendirme, no pienso parar de hablarle hasta que se digne a contestar —aseguró.

Lena y su banda tenían actuaciones en varios locales de Moscú antes de volver a los Ángeles. Pero en los ensayos, Lena no era la de siempre, a veces se quedaba en silencio, como absorta.

―Lena, ¿qué haces?, te tocaba entrar ya ―afirmó Domen.

―¿Eh? ―La pelirroja regresó a la realidad.

―¿Qué te pasa?, llevas ausente toda la tarde ―preguntó Sven preocupado.

―Lo siento chicos, es que... estoy muy cansada ―mintió―. Me voy a casa, seguimos mañana.

La única razón para su estado tenía nombre y apellido, Yulia Volkova, y su forma de besarla, y de tocarla, y de poseerla... Por mucho que le negase sus respuestas, Lena no conseguía apartarla de su mente, y Yulia no ayudaba, llamándola y mandándole mensajes sin tregua.

La morena necesitaba aclarar con ella lo ocurrido, saber lo que pensaba y sentía al respecto. Había intentado llevarse bien con ella, sólo como amigas, la había respetado, pero al final, había sido la propia Katina quien había cruzado la línea y ella, por supuesto, se había dejado arrastrar por el fuego de la pelirroja. Y eso significaba algo, que no podían ser sólo amigas, que seguían sintiendo cosas la una por la otra, que quizá nunca dejarían de sentirlas, y no podía resignarse a no darse la oportunidad de vivirlas juntas.

Los mensajes de Yulia iban subiendo el tono, creyendo que así, tal vez Lena reaccionaría, ya que hablar con cordialidad no parecía surtir efecto. Uno de estos mensajes obligó a Lena a parar el coche junto a la acera para recuperar el aliento. Cogió el móvil y volvió a leerlo internamente: "¿No quieres volver a sentirme en tu piel?"

―Dios, Yulia... —susurró mientras apoyaba las manos sobre el volante.

La pelirroja sabía que si no hacía algo, Yulia no dejaría de molestarla, así que decidió contestar en la primera ocasión en que se quedó sola en casa.

—¿Qué es lo que quieres, Yulia? —preguntó al descolgar.

―Tenemos que hablar, Lena —replicó la morena con calma.

―No tengo nada que hablar contigo. Lo que pasó fue una estupidez que no se repetirá, estábamos borrachas.

―¿Tanto como para no poder parar a tiempo?

―No le des más vueltas, pasó y ya está... y no me llames más. Ya no quedan entrevistas juntas, así que sigamos con nuestras vidas, ¿de acuerdo?

Nuestra Verdad [tATu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora