Capítulo 5

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2003

Se besaban con urgencia, sus manos ansiaban recorrer sus cuerpos por entero, la ropa les molestaba y no tardaron en desprenderse de casi toda ella, ayudándose la una a la otra. Se quedaron en ropa interior. Sus bocas no se daban tregua y sus manos querían conquistar nuevos territorios. Yulia se despojó de su sujetador, dejando a la vista unos pechos pequeños pero hermosos. Entonces, abrió el cierre del sujetador de Lena y se lo quitó, deslizándolo sobre sus hombros pecosos con delicadeza. Cuántas veces había soñado con acariciar el cuerpo de la pelirroja sin miedo, y por fin podía hacerlo. Se inclinó sobre ella y empezó a delinear con los dedos sus generosos pechos. Lena se estremecía debajo de ella. Yulia besó su boca y su cuello, y después fue bajando hasta entretenerse con sus senos. Besaba, lamía y succionaba los pezones sonrosados. Lena cerraba los ojos con fuerza y revolvía los cabellos de la morena con las manos, sin poder contener algunos gemidos.

Yulia alojó una mano entre las piernas de la pelirroja y empezó a acariciarla describiendo círculos por encima de la ropa interior. Lena respiraba de manera entrecortada, emitiendo gemidos y jadeos que enardecían aún más a la morena.

―Me vuelves loca, Lena... ―susurró contra su cuello.

―Y tú... a mí... Yulia... ―logró pronunciar, haciendo sonreír a la morena.

Sus movimientos se volvieron más rápidos e intensos, al igual que los gemidos de Lena, cosa que indicaba a Yulia que lo estaba haciendo bien. La notaba caliente y húmeda debajo de las braguitas. El cuerpo de la pelirroja temblaba con sus intensas caricias. Lena no tardó en alcanzar el primer orgasmo de la noche, acompañado de un prolongado y profundo gemido que a Yulia le supo a gloria.

―Esto... no va a quedar así... ―dijo entre jadeos, mientras recuperaba el aliento.

Yulia no dejaba de sonreír. Hasta que la pierna de Lena se presionó repentinamente contra su sexo, haciéndola soltar un gemido. Lena empezó a mover su muslo de manera rítmica e intensa y Yulia, muy exictada, acompañaba ese movimiento con todo su cuerpo, facilitándole a la pelirroja que la estimulase.

―Joder Lena... ―musitaba Yulia con los ojos cerrados, sin dejar de rozarse con el cuerpo de su amante. Lena, por su parte, la tenía sujeta de las caderas para apretarla más contra su muslo.

―¿Qué? ―preguntó con satisfacción. El orgasmo de Yulia no se hizo esperar.

―Empate a uno, Lenok... ―admitió tras desplomarse sobre ella. Lena sonrió victoriosa.

―Pero empatar no me basta ―aseguró, y al instante, logró salir de debajo de Yulia y tumbar a la morena sobre la cama, que no opuso resistencia porque todavía estaba recuperando el control sobre su propio cuerpo.

Yulia estaba encantada de descubrir tanto ardor en la pelirroja.

―Al final... va a ser verdad... que las calladitas sois las peores ―dijo entrecortadamente, sin dejar de sonreír.

―Puedes apostar a que sí ―aseguró Lena con mirada pícara.

Sin apenas dejarla reaccionar, Lena invadió su cuerpo con dos dedos, por debajo de la ropa interior. La ardiente humedad de Yulia los recibió. Entonces, la pelirroja comenzó a moverlos, haciéndola temblar, jadear y susurrar su nombre cuando Lena liberaba sus labios. En menos de dos minutos, Yulia tuvo su segundo orgasmo.

―Dos a uno, gano yo ―susurró Lena en el cuello de la morena.

Se abrazaron y descansaron un rato para recuperar fuerzas. Estaban tumbadas de lado sobre la cama, mirándose y acariciándose.

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