Capítulo 13

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2013

La taza de té que sostenía su mano estalló en pedazos al golpear el suelo. Lena sentía que se ahogaba, que le faltaba el aire como si alguien le estuviera aplastando el pecho.

―Dime que no ha muerto... ―pronunció con voz queda― ¡por favor, dime que no ha muerto!

―Tranquila, Lena, está viva, pero al parecer ha sido un accidente serio. ―Lena le arrrebató el teléfono de la mano.

―¡Elena, dime cómo está Yulia! ―chilló con voz temblorosa.

―No sabemos mucho todavía, los médicos la están atendiendo ahora ―explicó Elena Kiper.

―¿En qué hospital está? ―replicó la pelirroja.

Sash quiso acompañar a Lena al hospital. La veía tan afectada que temía que tuviera también un accidente si conducía en ese estado. No le extrañó su reacción, al fin y al cabo, Volkova y su novia habían estado muy unidas durante casi la mitad de sus vidas y a pesar del distanciamiento y las peleas de últimamente, debían tenerse un gran cariño.

Lena agradeció el gesto de Sash. Mientras él conducía, la pelirroja miraba sin ver a través de la ventanilla, recordando la otra ocasión en que sintió aquel horrible ahogo porque a Yulia se la habían llevado al hospital a causa de un fallo respiratorio.

***

2006

Cuando la impaciencia de Yulia, el miedo de Lena y el rencor de ambas las dominaban, Yulia buscaba el olvido en brazos del alcohol y las drogas, alternando amantes y compartiendo juergas con Vlad Topalov, un niño díscolo de la industria musical rusa y viejo conocido de las dos desde los tiempos de Neposedi. Lena, por su parte, siempre tenía un novio de turno para desahogarse. Ambas se echaban de menos, pero parecían incapaces de estar juntas sin hacerse daño.

―Hoy estabas medio borracha sobre el escenario ―acusó Lena.

―¿Y qué pasa?, no se ha notado, no es tan grave ¿no? ― se justificó la morena con tranquilidad.

―Pasa que no te tomas esto en serio, Yulia.

―Sí lo hago ―dijo sin mirarla.

―¡No, no lo haces! ―chilló Lena―, y para mí esto es muy importante... joder, es el sueño de mi vida.

Yulia no terminó de tomarse en serio la responsabilidad de ser madre, debido a su juventud y su carácter salvaje, y tampoco parecía preocupada por cumplir profesionalmente con el grupo tATu. La morena había entrado en una espiral de descontrol y autodestrucción que a punto estuvo de matarla.

Una de aquellas noches de excesos llegó demasiado lejos. Después de un consumo desmesurado de drogas y alcohol, Yulia sufrió un fallo respiratorio en medio de un local. Fue llevada al hospital, a donde acudieron rápidamente sus padres, Lena y Sergey Lazarev, un gran amigo de las dos desde la infancia, especialmente de Yulia, a quien consideraba casi como una hermana pequeña.

―¿Sabes el susto que me has dado, idiota? ―reprochaba una Lena llorosa pero sonriente mientras Yulia le devolvía la sonrisa, ya fuera de peligro en la camilla.

―Lo siento, Lenok... ―Yulia consiguió cogerle la mano― A veces se me va la cabeza y hago locuras.

―No vuelvas a asustarme así ―Lena se inclinó sobre ella y unió sus frentes con los ojos cerrados―, o te remataré yo misma ―añadió, haciéndola reír.

Entonces, la pelirroja rozó sus labios con dulzura y la morena le devolvió el beso. Se querían, aunque se empeñasen en negarlo se seguían queriendo, pero bastó que Oleg y Larissa entrasen por la puerta de la habitación para que Lena pegase un respingo y se alejase de Yulia de inmediato, haciéndola sentir mal. Lo suyo parecía irreconciliable.

Nuestra Verdad [tATu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora