CAPÍTULO 9

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La suave brisa que se colaba por el ventanal de la habitación, junto con el olor a mar, hicieron que Candy abriera poco a poco los ojos. Lentamente fue recuperando los sentidos y pudo recordar que ese día era nada menos que el día después de su boda.

Trató de levantarse de la cama, pero un fuerte brazo la sujetaba por la cadera con ternura y al mismo tiempo con posesividad. "Albert su esposo", pensó, al mismo tiempo que esbozaba una amplia sonrisa en su rostro. Lentamente se dio la vuelta para quedar frente a él, no quería despertarlo, pero quería admirar ese maravilloso rostro que la había cautivado desde que lo conoció.

Y ahí estaba él, profundamente dormido. Lo recorrió con la mirada. Su rostro era perfecto, sus cejas rubias bien pobladas, sus espesas pestañas cuidaban esos hermosos ojos azules que cada que los veía le recordaban el cielo, su nariz recta, y sus labios...Dios... esos labios. Esos labios bien formados, tibios, y hasta cierto grado apetitosos, que la habían besado hasta el cansancio la noche anterior. Que habían recorrido su cuerpo, elevándola al cielo.

Bajó un poco más la mirada. Se detuvo en ese amplio, fuerte y musculoso pecho. No pudo evitar que se le escapara un suspiro. Ese hombre, ese maravilloso hombre, era su esposo. Y luego estaban esas fuertes manos, que a pesar de todo, la habían acariciado con tanta delicadeza que pensó que se derretiría entre ellas. Y fue así como recordó la noche anterior.

En el transcurso de la noche sus miedos y dudas se fueron despejando. Fue gracias a él, pues en ningún momento la presionó, sino todo lo contrario, relajó el ambiente hablando de todo y de nada. Un momento donde se conocieron de forma más profunda. Entre risas, besos y caricias, cenaron y disfrutaron de la noche y la luna llena, en la terraza. Con el sonido tranquilizador del mar como fondo, Albert fue creando un ambiente tan romántico que Candy se relajó completamente.

Después de todo, se había casado con ella y no con Elisa, y tuvo oportunidad de hacerlo. Albert le había dicho que nunca se había enamorado de nadie, hasta ahora, que estaba total y profundamente enamorado de ella.

Fue el momento en que ella se decidió. Se excusó para ir al tocador, y aprovecho para cambiarse y ponerse el sexy baby-doll negro de encaje que le regaló la hija mayor del juez.

Cuando salió del baño, Albert estaba de espaldas a ella con una copa en la mano, con su mirada perdida en la oscuridad de la noche. Se armó de valor y le habló. Cuando él se giró, se impresionó al verla, trago seco y la copa resbalo de sus manos. Como un felino acercándose a su presa, con una torturante lentitud se acercó a ella, mientras la recorría de pies a cabeza, embelesándose con la magnifica visión que tenía ante sus ojos.

Y eso fue el preludio de una noche llena de entrega, amor y pasión.

Albert fue despertando al sentir la mirada escudriñadora de su esposa, que yacía a su lado con nada más una sábana sobre su sedosa piel.

-Buenos días dormilón- Le dijo Candy, al tiempo que le daba un beso.

-Buenos días, hermosa. ¿Tienes mucho despierta?-

-Lo suficiente para sopesar el hecho de que nada de esto es un sueño-

-Tienes razón, no lo es. Es la más hermosa de las realidades.- La vio profundamente a los ojos, esos ojos de los que se había enamorado desde el primer instante en que los vio. Ni siquiera podía comprender como era posible que se hubiera enamorado tan rápido. Y sin dejar de verla a los ojos se aproximó a sus labios para darle un beso, tan profundo, que hizo que se perdiera nuevamente en su cuerpo. 

Ese día no salieron de la habitación.

Candy decidió no informarles a sus hermanos, hasta que regresaran a casa, ya que el regreso sería la parte más difícil. Sobre todo por su padre, quien no aprobaría su matrimonio. Albert por su parte, tomó la decisión, aunque sin decírselo a Candy, de buscar a su padre en cuanto terminara su luna de miel. Quería darle a ella todo lo que se merecía. Ella tenía que terminar sus estudios y le quería dar una vivienda honorable.

Del Brazo Y Por La Calle.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora