CAPÍTULO 10

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Se acercaba el invierno, él podía sentirlo, sabía claramente que noviembre ya no era un mes tan cálido.  A pesar de que la lujosa habitación era más que reconfortante, percibí mn que el frio que sentía en su corazón, no se debía al invierno.  La habitación se hallaba en penumbras, miró el reloj. Las dos de la mañana, la mansión se encontraba sumergida en un odioso silencio, solo podía escuchar el crepitar de los leños y…lo peor de todo…el sonido de su destrozado corazón.

Solo en momentos así, se permitía pensar en ella. Se permitía recordar los maravillosos momentos que había pasado a su lado. ¿Qué había pasado? ¿Por qué la había dejado sola? A pesar que ya habían pasado ocho años, no podía creerlo.  Si pudiera cambiar todo lo que ahora tenía lo daría con gusto, con tal de volver a tener así solo fuera por cinco minutos, en sus brazos a Candy. ¿Por qué la vida era tan injusta? ¿Cómo había vivido tantos años sin ella?

Su traicionera mente, jugó nuevamente con él. Y recordó, como si hubiera sido ayer todo lo acontecido…

***En cuanto arribó a Boston, se dirigió inmediatamente al departamento de su padre. George lo recibió en el aeropuerto.

-¿Estás bien, William?-preguntó George, al ver impaciente a Albert.

-¿Por qué lo preguntas?-

-Te noto algo inquieto. ¿Es por la reunión con tu padre? No tienes de qué preocuparte, creo que él está algo ansioso también. Me hubiera gustado que vieras su rostro, cuando recibió tu llamada, diciéndole que querías hablar con él.-

-No quiero sonar grosero George, pero, me tiene sin cuidado su reacción, solo vine por el dinero que una vez me ofreció-George lo miró algo asombrado. Albert nunca quiso el dinero que le ofreció, ¿por qué había cambiado de parecer?-entonces, si no es por eso, ¿qué tienes, Te puedo ayudar en algo?-

-Es muy difícil de entender, George, pero gracias.-

-¿Acaso tiene que ver con la chica que te acompañaba en México?-George supuso que si se trataba de eso, tal vez el padre de la chica les había obligado a cortar su relación. Si era el caso, ahora comprendía que Albert quisiera dinero.

-Candy está enferma, George.-Eso si lo turbó.

-Me perdiste, Albert- Albert lo observó durante un buen rato, y desvió su mirada hacia la ventanilla del auto.

-Candy y yo nos casamos en México. Cuando regresamos, nos fuimos a vivir a un pequeño departamento. Sin embargo, casi inmediatamente ella se sintió mal y la llevé al médico. Candy tiene una malformación congénita en el corazón. Puede ser operada, pero tenemos que esperar un tiempo. Tenía algunos ahorros, y conseguí trabajo, pero no el seguro médico no cubre su enfermedad. Además, quiero que tenga la mejor atención médica, y como te imaginarás, con ese precario salario no puedo. ¡La verdad es que estoy desesperado, George, si algo le pasa, por mi culpa, por la maldita pobreza en la que la he obligado a vivir, te aseguro que me muero!- George lo miró con sin saber qué decirle. Le palmeó el hombro dándole su apoyo silencioso.-¿Y sabes qué es lo que más me exaspera?-continuó Albert. George meneó la cabeza. – Que ella ni siquiera se queja, al contrario, dice que ahora es más feliz que nunca-

-Pues tal vez sea la verdad, William. Y si es así, entonces eres afortunado, no te preocupes en demasía-George se vio obligado a interrumpirse. Habían llegado a su destino.

Del Brazo Y Por La Calle.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora