Nick manejaba el auto que había rentado al llegar a la ciudad. La ciudad era elegante y sin duda dejaba ver, que sus habitantes no tenían reparos en mostrar su fortuna en las magnificas mansiones que poblaban esa sección sumamente exclusiva de Greenwich, Connecticut. Ahora entendía porque algunos miembros de la familia Kennedy, los Skakel, habían vivido en esa ciudad. Sonrío ante ese pensamiento, el libro que leyera alguna vez siendo adolescente, lo había llevado a fugarse de su casa para conocer la ciudad que marcaba la historia del mismo*. Solo que no contaba con que su padre lo encontraría y esa fuga le costó un mes sin permisos. Un mes en el que conoció a los hermanos Cornwell, Candy, Stear y Archie. Tuvo tiempo de conocerlos y así se formó una fuerte amistad. Candy solo estaba de paso, pues vivía con sus abuelos en Londres, y aunque al principio tuvo un enamoramiento inicial por ella, todo lo olvido cuando conoció a Elisa.
Elisa, la dueña de sus pensamientos y sentimientos por varios años. Cuando ella por fin aceptó que se vieran en un plan más formal y romántico, él soñó con el día en que la hiciera su esposa. Pero no contaba con que ella no tuviera los mismos sentimientos por él, y hasta cierto punto, lo rechazaba, y todo porque estaba enamorada de alguien más. Le dolió el corazón solo de recordar como partió de su casa, le gritó que no lo amaba, le confesó su aventura con el chofer, y que hasta había estado embarazada de él.
Con eso tuvo suficiente para saber que para ella solo fue una molestia, un estorbo y hasta cierto grado una obligación que contrajo gracias a la influencia de su madre. Y algo dentro de él, no la culpaba, conocía a Sara y sabía el poder de persuasión que podía llegar a tener. Y ahora estaba de nuevo corriendo hacia ella. Bueno, eso no era totalmente cierto, él estaba ahí, por Candy, sí, era solo por su amiga que estaba allí… y una parte de él se maldijo, porque en su interior sabía que no solo era por eso, ¿cómo podía seguir amando a Elisa Leagan, después de todo lo que le hizo?
Tuvo que sacudirse esos pensamientos, no podía llegar en un estado tan vulnerable ante ellas. En especial, porque necesitaban su ayuda. Recordó que le había pedido a Elisa una semana para arreglar unos negocios para estar con ellas, para viajar incluso, habría preferido salir inmediatamente, pero estaba en medio de una negociación importante. Dio con la dirección que Elisa le había proporcionado y aparcó el auto frente a la entrada. No era tan ostentosa como las demás casas, pero sin duda, era elegante y sobria. Cuando estaba apunto de tocar, la puerta se abrió de golpe y se quedó mudo ante la impresión que le causó la mujer que tenía frente a él.
Era ella, Elisa estaba frente a él, después de ocho años sin verla, ni saber de ella. Y estaba más bella que antes. Ella lo observaba con una mirada de asombro y temor, siempre lo vio como alguien insignificante y un claro estorbo en su relación con Albert. Se dio cuenta en ese momento que, nunca había visto más allá de los evidente, Nicholas era un hombre atractivo y guapo, pero de lo que se dio cuenta Elisa, fue que siempre estaba ahí, para ella. No importaba el día, la hora, o que estuviera muy ocupado, siempre que Elisa lo llamaba o le pedía ayuda, él estaba para ella. ¿Por qué no lo vio antes?
-Gracias por venir – Dijo ella, saliendo de sus pensamientos.
-No tienes qué agradecer, no lo hice por ti – La voz de Nick, era dura y eso le dolió a ella.
-Lo sé, aún así, te doy las gracias –
-¿En donde está ella? – La mirada de Nick, se paseó por recibidor de la casa, obviamente buscando a Candy, pero solo lo hizo para que Elisa no notara que no podía dejar de verla.
-Pasa. En un momento estará contigo –
Nick, tomó asiento donde Elisa le indicó. Con una sonrisa forzada, le pidió que esperara, y salió presurosa hacia el primer piso. El joven contempló la casa, y recordó a quien le pertenecía, un médico que había ayudado a Candy, y que al parecer a estas alturas estaba enamorado de ella. Pasó un momento más, hasta que oyó la voz de su amiga a sus espaldas.
-¿Nick? – Él se giró para verla y ahí estaba. Su querida amiga, que creyó muerta por años, estaba frente a él. Ella corrió a refugiarse en sus brazos y él la recibió dándole un fuerte abrazo. Candy estaba llorando, tenía muchas emociones dentro de ella. Después de su pequeña discusión con Jeremy, tenía los sentimientos a flor de piel. Después de que se calmó un poco, Nick la apartó con delicadeza para verla mejor.
-¿Cómo estás? –
-Más tranquila ahora que estás aquí.- Candy se limpió las lágrimas y lo invitó a sentarse.
-Todavía no puedo creer que estés con vida. Todos sufrimos mucho, cuando nos dijeron esa horrible mentira –
-Y yo no puedo creer que mi padre haya participado en esa mentira. Lo único que quería era separarme de Albert, y mira hasta donde llegó –
-Has sufrido mucho Candy –
-Solo un poco. Gracias a Dios, tuve a Elisa de mi lado para ayudarme, a mi pequeño hijo para darme fuerzas para seguir viviendo, y mi amor por Albert para que mi corazón siguiera latiendo. Lo que más me duele ahora es que tal vez él se haya olvidado de mi – y con esa afirmación, Candy volvió a estar hecha un mar de lágrimas. Nick se acercó a ella para reconfortarla un poco.
-Hablando de ello, hice algunas investigaciones antes de salir hacia acá – Candy interrumpió sus lágrimas y levantó un poco su vista para verlo mejor.
-¿Qué averiguaste? –
-Tus hermanos llegaron hace una semana a Chicago, al parecer, tienen un problema con un negocio donde hay más de 4 socios capitalistas…entre ellos está Albert Andrew –
-¿Cómo? ¿De verdad, está con ellos? ¿En chicago? – La esperanza de volver a ver al amor de su vida, renació como la mitológica ave fénix, resurgió de entre las cenizas su corazón aplastado por la incertidumbre de no saber qué era de Albert. Su corazón se encontraba en perfectas condiciones ahora, pero desde que supo que Sara había inventado su muerte, parecía que solo latía por latir, lo único que la mantenía en pie era Anthony, como siempre. Pero ahora, una luz al final del camino iluminó su vida.
-Sí Candy, no estoy seguro si ya llegó a donde ellos, pero la reunión está programada para dentro de dos días – Nick ya sabía del compromiso de Albert, pero algo dentro de él esperaba que cuando viera a Candy, recordara el amor que alguna vez le tuvo. Por eso decidió no decirle nada.
-¿Y…cuando crees que podamos partir? – preguntó Candy algo temerosa.
-Creo que tú desearías que fuera inmediatamente, ¿no es así? –
-Sí. –
-Entonces, ¿qué esperas? – Candy se puso de pie inmediatamente, pero Elisa le recordó algo que tenían que hacer antes e abandonar la ciudad.
-Primero debemos ir a la estación de policía y levantar una denuncia en contra de Sara, por privación de la libertad – Candy observó a su amiga, desde que ella se había recuperado de la operación, le había dicho que era necesaria hacer esa denuncia. Candy no pensó que hablara en serio, pero ahora solo vio la determinación que mostraba Elisa, pero también pudo ver cierto dolor en su rostro.
-Ya te dije que no es necesario, Elisa. Podemos… -
-Es necesario Candy, y no solo debemos hacerlo aquí, sino también en Chicago, que fue donde desapareciste. Es lo mejor para tu seguridad, pregúntale a Nick –
-Creo que Elisa tiene razón Candy, debes hacerlo, además, cuentas con el testimonio del médico que te atendió, esa es una gran ayuda –
Y así lo hicieron, después de levantar esa denuncia en contra de Sara Cornwell, todos regresaron a la casa de Jeremy. Solo regresarían para preparar su equipaje y salir inmediatamente de ahí. Candy no dejaba de agradecerle a Jeremy por su gran ayuda, y, a pesar de que los últimos días no habían sido los mejores, ella no era una malagradecida y sabía que tenía que despedirse bien de quien ella consideraba su amigo. Pero su amigo tenía otros planes…
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Del Brazo Y Por La Calle.
FanfictionElla es una joven millonaria, que regresa a Estados Unidos después de pasar un tiempo alejada de su familia. Él, un joven atormentado por el pasado que ha renunciado a su verdadero apellido. Vive con una familia humilde que trabaja para ese tipo de...