Capítulo 5

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Capítulo 5

Luego de recuperarme de mi inexplicable desmayo, la mujer que encontré al despertarme resulto ser una enfermera de nuevo ingreso en el hospital, su nombre era Katheryne y me llevó a la habitación de mi madre una vez que me sentí mejor. Sentía como si estuviera soñando, jamás creí que volvería a hablar con mi madre pero este no era el momento adecuado para eso.

–Como ya te dije, está un poco confundida y no recuerda mucho –comentó Katheryne.

– ¿Recuerda por qué está aquí? –pregunté preocupada.

–No. Pero no te preocupes, ella sí te recuerda; de hecho, despertó y lo primero que preguntó fue por ti –dijo dándome una cálida sonrisa.

La verdad no me importa si pregunta o no por mí, mientras esté segura de que mi madre no recuerda quién la dejo en coma todo estará bien. Quiero enviarle un mensaje a Robert por todo está drástico cambio de planes pero no tengo idea de dónde quedó mi celular, probablemente me lo han quitado en cuanto perdí la consciencia. No creo que estas nuevas noticias sean del agrado de mi novio pero no hay nada que se pueda hacer.

Katheryne me conduce por un pasillo, la verdad no podría describir cómo es ya que todos los hospitales son iguales; paredes blancas, luces blancas, pisos limpios y desinfectados, y todo con olor antiséptico. No me había fijado en la cantidad de detalles que caracterizan a los hospitales pero esta vez quería distraerme con cualquier cosa; lo único que quería era fingir que mi romance con mi profesor de Historia nunca había sucedido, solo quería alegrarme por mi madre, la persona a la que más he querido en este mundo además de Minerva.

Llegamos a una puerta y Katheryne me dio una última sonrisa alentadora antes de arrojarme al interior de la habitación, me deseo suerte en voz baja y luego se retiró cerrando la puerta tras de sí. Busqué a mi madre rápidamente, permanecía inerte en su cama justo como en los últimos años pero de repente sus ojos se abrieron y vi un brillo tranquilizante en ellos.

–¡Violet! –exclamó ella con voz débil.

Las lágrimas surcaron mis ojos y me abalance sobre ella, se supone que debía tener cuidado pero no me importó, solo quería que sus brazos me dieran un poco del consuelo que no me dio en años.

– ¡Mamá! –dije con emoción.

Sus brazos me rodearon y me acurruqué en su pecho, dejándome llenar por todo su amor maternal, creo que ella también estaba llorando pues no tardé en sentir mi hombro humedecido. No quería separarme de su lado y permanecí abrazada a ella, sintiendo los latidos de su corazón en mi mejilla, su voz susurrando mi nombre una y otra vez, los besos que dejaba en mi frente cada minuto; por desgracia su aroma no me era tan familiar, olía a sangre, medicamentos, antiséptico, olía tanto a hospital que en momentos sentía que estaba aferrada a una pared solamente de no ser por el calor que el cuerpo de mi madre me transmitía.

–Creí que no volverías –la voz se me quebró en la última palabra y eso sirvió para que mi madre apretara su abrazo.

–No volveré a abandonarte, mi cielo –aseguró.

–Y yo no dejaré que lo hagas –le dije con una sonrisa.

– ¿Cuánto tiempo ha pasado?

–Tres años.

Ella abrió los ojos exageradamente, estaba bastante sorprendida pero luego la desolación cubrió su rostro.

–Lo lamento tanto.

–No importa ya –la interrumpí, ella no sabía que le había pasado y quería desviar la conversación de ese tema pues no tenía ánimos de inventar algo.

–Al menos contaste con el cuidado de tu padre –comenta. Casi me rio a carcajadas pero recuerdo que ella está desorientada y lo más probable es que haya olvidado algunas cosas de su vieja vida–. ¿Dónde está él?

¡Demonios! No importa cuánto intente evitarlo ella siempre se saldrá con la suya, no me sorprendería ir al infierno por la gran mentira que estoy a punto de soltar.

–Ambos estaban caminando por la calle y un enorme camión los arrollo –dije bajando la mirada para hacerlo más realista. Mi madre abrió la boca.

– ¿Y qué le sucedió a él? ¿Ya despertó? ¿Está bien? –se incorporó en la cama sin soltarme, una arruga de preocupación se forma entre sus cejas y ese gesto se me hace tan familiar como sus abrazos.

–Desafortunadamente, él murió.

No quiero ni levantar la mirada, me da miedo lo que pueda encontrar en sus ojos sea lo que sea. Ella toma mi mano entre las suyas y es cuando por fin me enfrento a lo que venga después.

–Lo siento tanto, cariño. Estuviste a punto de quedar huérfana, eso es espantoso. Pero no te preocupes en cuanto salga de aquí estaremos juntas otra vez y enfrentaremos el pasado como sea –me asegura con ojos vidriosos.

Yo asiento y vuelvo a apoyar mi cabeza en su pecho, no decimos nada más y nadie interrumpe el momento. Pronto descubro que me he quedado dormida a lado de mi mamá y siento como Katheryne mueve mi hombro para despertarme, levanto la vista y veo a mi madre dormida también.

–No ha dejado de vibrar –susurra la enfermera.

Extiende una mano hacia mí y veo mi celular en su palma, lo tomo y le doy las gracias a Katheryne antes de desbloquear mi teléfono. Hay siete llamadas perdidas de Robert y un solo mensaje.

"Han venido por mí"


Después de la tormenta |EDMP #2|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora