Capítulo 8

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Capítulo 9

Cuando entre en la sala toda la audiencia se puso de pie y nos dirigió a Angélica y a mí una mirada de nostalgia, como si sintieran lastima de nosotras, el pasillo se me hizo verdaderamente largo y creí que nunca terminaría de ver a toda esa gente estúpida que de verdad creía que éramos víctimas. Tomé asiento a lado de Angélica y ella junto nuestras manos para reconfortarme como si fuéramos las más grandes amigas de la historia. Se escuchaban murmullos por toda la sala, identifiqué mi nombre en varias conversaciones así como el nombre de Angélica y el de Robert.

Intenté ignorar todas las cosas horribles que la audiencia susurraba acerca de Robert, y por suerte las voces fueron silenciadas a la llegada de la juez. Pero también se creó un silencio sepulcral cuando Robert y su abogado tomaron sus lugares en la mesa a nuestra derecha, intenté con todas mis fuerzas no verlo y me distraje con el vaso de agua en mi mesa.

¿Cómo sería capaz de declarar en contra de Robert cuando no puedo verlo siquiera? Esto será más difícil de lo que pensé. Alejé la mano de Angélica y cerré mis manos en puños hasta clavar mis uñas en la palma ante la impotencia que sentía, también tuve que resistir las ganas de golpear a Angélica hasta quedarme sin energía. Tomé el vaso de vidrio y bebí toda el agua de un solo trago, tome la jarra con manos temblorosas y serví un poco más.

–Tranquilízate, Violet. Estas llamando demasiado la atención –me susurró Angélica.

–Fuiste tú la que comenzó todo esto –le dije entre dientes. Ella bajo la mirada y se alejó de mí.

La juez no tardo en poner orden cuando volvieron a desatarse las conversaciones y dio por inicio el juicio. Cada segundo de la próxima media hora fue como una tortura, los abogados expusieron los casos de sus clientes poniéndose a favor de ellos como es obvio; lo verdaderamente cruel fue el momento en que llamaron a Robert a declarar y él dijo:

–Me declaro totalmente culpable.

Lo dijo como si se lo creyera, como si de verdad hubiese sido él quien intentó abusar de Angélica y de mí, tomé el vaso de agua y bebí para evitar gritar que esa era una vil mentira. Angélica hizo exactamente lo mismo cuando fue llamada, la diferencia fue que ella se tiró enseguida al llanto para hacerlo más real haciendo que la juez y la audiencia sintieran pena por ella.

Cuando fui llamada al podio sucedió algo sorprendente, Angélica se puso de pie antes que yo y le dijo a la juez que yo no estaba en condiciones de hablar, la juez entendió y dejo que permaneciera en mi lugar. Finalmente nadie tuvo nada más que agregar y dieron por finalizada la sesión, la juez dijo que la sentencia sería dictada la mañana siguiente. Angélica me extendió su mano, creí que quería que la tomara pero luego vi que un objeto colgaba de ella; eran unas gafas de sol demasiado grandes, no entendí que significaba aquello pero las tome y me las puse sin preguntar.

En cuanto salí comencé a separarme de Angélica pero sentí una mano aferrarse a mi hombro.

–No tan rápido –dijo Angélica plantándose frente a mí–. No tienes como regresar, yo te llevo.

–No es necesario –dije en mi mejor tono de superioridad.

–Sube –ordeno apuntando a su auto.

Quería negarme rotundamente pero decidí no hacerlo al no saber qué consecuencias atraería eso. Le doy una última mirada y sé que va en serio así que subo al asiento trasero y ella se desliza junto a mí como si no me diera escapatoria, el auto comienza a avanzar.

Después de la tormenta |EDMP #2|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora