La guadaña de la Muerte Parte II

2.1K 150 17
                                    


Se desplomó al verla sin vida, como la sangre seguía manchando el vestido, hasta que la sangre iba formando un pequeño charco en el suelo; él trataba con todo su ser de que Akane volviera, pero era inútil.

Gritó desgarradoramente el nombre de la joven al tiempo que confesaba lo mucho que la amaba y lo arrepentido que se encontraba por no haber tenido el valor de decírselo. Sus lágrimas implacables recorrieron sus mejillas, teniendo como destino final el cuerpo de Akane que sostenía fuertemente en sus brazos, rogando internamente porque ella despertara.

—Por qué siempre tienes que ponerte en medio... eres una tonta... no... no, perdón... perdóname por ser un idiota... yo... yo... —balbuceó, volviéndose a quebrar en un mar de lágrimas.

Por unos segundos que dejaba de llorar y su vista se aclaraba, podía ver el hermoso rostro de Akane, siempre tan bonita, más que eso, bella, hermosa, perfecta, con los ojos cerrados, dándole un aspecto de absoluta paz. Acarició dulcemente la mejilla, sintiendo la piel aún cálida y muy suave. Pocas veces tuvo la oportunidad de tocarla y siempre era sin intención, pero ahora se daba cuenta de lo que estaba perdiendo. Daría la vida, el alma y todo lo que fuera necesario por volver a ver esos hermosos ojos cafés que lo enamoraron la primera vez que la vio, por ver esa sonrisa angelical y única que lo dejaba indefenso, de escuchar su voz, de verla fruncir el ceño.

—Siempre es mi culpa, si yo no hubiera llegado a tu vida, tú estarías viva... Akane, perdóname... —la garganta la tenía seca, sentía que tenía filosas cuchillas raspándole sin compasión.

Volvió a llorar, quedamente.

El lugar se tornó frío, muy frío que hasta podía ver como de su nariz salía vapor, abrazó a Akane, tratando de mantenerla tibia, la cubrió con su camisa china color roja y le frotaba los brazos. Estaba extrañado, por una razón no sentía miedo, a pesar de que entró como en un remolino y se tonó todo oscuro, sin poder ver absolutamente nada.

Abrazó a su prometida con más posesión, temeroso a que le fuera arrebatada.

—Morir por amor, ¿estás dispuesto a morir por ella? —se escuchó una voz algo rasposa, sin emociones, tétrica.

Buscó la procedencia de aquella voz, pero retumbaba y se escuchaba una y otra vez en aquel espacio oscuro.

Se encendió una pequeña luz frente a él, a continuación otra y otra; poco a poco el lugar era tenuemente alumbrado por incontables lucecitas flotantes, dejando ver a su prometida en sus brazos, con la cara cubierta por su cabello.

—Sacrificarse por el amor merece una segunda oportunidad —otra vez la misma persona, pero en esta ocasión si supo de dónde provenía.

Frente a Ranma se hicieron presentes dos llamas de color plata que parecían hacer una puerta, mientras que las lucecitas eran opacadas por la majestuosidad de aquella luz. Logró distinguir una silueta que se asomaba por la puerta.

De repente todo se iluminó haciendo que Ranma se cubriera con los brazos los ojos debido al fuerte resplandor. Al abrirlos se encontró en una habitación de piedra, en las paredes se vislumbraban tallados escalofriantes, ya que en medio había una línea donde había humanos con sombras extrañas, pero siempre diferentes, en la parte de abajo, era el infierno por lo que entendió al ver llamas y seres con cuernos, mientras que arriba podía deducir que se trataba del cielo, con ángeles ayudando a los humanos a ascender.

Recorrió la habitación con la mirada, se sentía muy raro, una mezcla de tristeza, vacío y desolación, como de repente no sentía nada. Concentró sus pupilas en una especie de cama de piedra, allí habían muy pocos tallados, se entendía que eran de parejas, por lo que estaban dos personas tomados de la mano, dándose un beso, abrazándose; pero eran pocas las figuras.

Colección de One-shots de Ranma 1/2 ¡Finalizado!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora