CAPÍTULO 30

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Anis y Step estaban preparados.
Unas cuantas lágrimas rodaron por mis mejillas al verles a punto de partir.

Era lo que mas odiaba, las despedidas.
-Bueno amigos, estos guapos jóvenes se tienen que marchar.-Anuncia Step refiriéndose a Anis y él. Sólo nos encontrábamos Helena, Bob, Drew y yo, para despedirnos de nuestros amigos.

Él Sol acababa de salir hace unos minutos. Y nos habíamos reunido lejos de la aldea. Hace un día nublado y húmedo, pero era ahora o nunca.

Anis se acerco a mi después de despedirse de todos.

-Quiero decirte algo.

-¿Qué es?-Pregunto con curiosidad.

-Te traeré noticias. Noticias de tu familia la próxima vez que vuelva.- se me llenaron los ojos de lágrimas- Mereces saber de tu familia.

-¿Volverás, entonces?-Estaba tan agradecida con ella.

-Si, lo más pronto si puedo. Pero de algún modo haré que sepas de tu familia. Verás cuando nos fuimos algunos amigos se encargaron de arreglar algunas cosas en Oxford. Contactaremos con ellos para que nos den información. Ya verás.

-No sabés lo feliz que me hace escuchar eso.-Le digo a punto de llorar. No podía dejar de ser tan sentimental y menos tratándose de mi familia.

-Lo se, Charlotte.-Me da un abrazo tan fuerte y dude un poco en separarme de ella una vez que decidieron irse.

-Drew, cuidala. Ella es especial.-Dice Anis a punto de llorar, refiriéndose a mi.

Drew le sonríe -Lo se- y con su brazo me lleva con sigo para besarme la frente.

Todos dijimos adiós mientras ellos se alejaban cargando sus mochilas y tomados de las manos.

  Volvimos a casa, mientras conversamos con Bob y Helena en el trayecto del camino. Ellos estaba ahora juntos, como Drew y yo. Era una pena que Jim no haya estado para verlo. Pero aun así no sacamos mucho el tema de Jim, pues aun nos ponía muy tristes. Seguimos con nuestra rutina del día a día.

-Vaya que lastima que se hayan ido, Anis siempre tan amable y Step tan carismático.-Me comenta Helena al terminar de limpiar toda la cocina. Estaba de acuerdo con ella. Los comenzaba a extrañar.-Step me recordaba a mi hijo, Charles.

-¿Tienes un hijo?-Le pregunto sorprendida.

-Lo tuve, hace catorce años que murió. Era soldado de los Estados Unidos de América, donde yo nací y viví.

-Eso jamás me lo habías dicho.

-¿Enserio? Me sorprende que no te lo haya contado. Disculpame estoy algo vieja que suelo olvidarme de las cosas.

-No estás vieja, Helena.-Le digo sincera. Helena podía tener algunos mechones plateados entre su cabello, pero no la hacían ver mayor. Tal vez rondaba los cincuenta.

-Eres una alma buena, Charlotte. Siempre verás las cosas buenas de los demás. Siempre y cuando les tengas cariño.

-Yo te quiero, Helena. Pero no por eso mentiría.-Ella rió.

-Hay cariño. ¿Quieres que te siga contando sobre Charles?

-Si, por favor.-Quería saber más sobre Helena y sobre su hijo. De verdad apreciaba a esa mujer. A veces me recordaba a mi madre. Siempre veía una mujer fuerte, trabajadora y cariñosa.

-Concebí a mi hijo a los dieciséis, mi primer amor lo era todo, y cuando supo que estaba embarazada se esfumo. Viví en Arizona criando a mi Charles yo sola sin ayuda de nadie y cuando él cumplió la mayoría de edad se fue a las fuerzas armadas. Fue su decisión y no pude hacer nada por detenerlo. Siempre estaba orando por él, pero una guerra secreta se desató contra Irak. Mi hijo me lo contó antes de que se fuera a la guerra. Fue horrible.- Comenzó a servirse café mientras me contaba la historia. Era desgarrador escuchar las palabras de aquella madre desconsolada por su único hijo.-Y así surgió, Estados Unidos ganó por el momento, pero mi hijo no.-Una lágrima salió sobre su mejilla ante aquel recuerdo.-Me volví loca, perder a alguien te hace débil, tan débil que no quería vivir más. Pasaron los meses y cada vez intentaba hacerme fuerte. Pero un día un hombre tocó la puerta de mi casa, él también había perdido a su hijo en la guerra. Y me confeso que matarían a todos aquellos que supieran de la guerra secreta, empezando por los padres de los soldados. Ya que esto podía afectar al gobierno por la injusticia de aquellos que murieron en el enfrentamiento, no dudo que se trataba de niños y familias inocentes de Irak.

-¿Ese hombre te trajo hasta aquí?

-Si, junto con algunos otros. Obviamente me rehúse, no me importaba morir. Pero aquel hombre me prometió una cosa: algún día todo eso cobraría justicia y estaremos ahí para verlo. Pero antes, tendríamos que esperar.

Estaba tan asombrada por esa historia, que me quedé un momento sin palabras.

-Lo lamento mucho, jamás lo imaginaría. Pero estoy de acuerdo con ese hombre, se que algún día se hará justicia.-Le tomo la mano a Helena y ella me sonríe.-¿Bob lo sabe?

-Claro que lo sabe, cariño. Él es el hombre que me trajo aquí.

  La sorpresa no podía ser más. Helena quería a Bob no sólo por que la había salvado. Y eso me hizo recordar que igual yo quería a Drew por la misma razón.

Le di un abrazo a Helena antes de irme a casa. Al llegar tomé algunas prendas que Sheila me había dado. Entre ellas había varios vestidos de colores bajitos. Podía sentirme como de otra época usándolos pero me gustaban. Al regresar del manantial decidí visitar a Vittorio mientras esperaba que Drew regresará del trabajo.

-Y ¿va todo bien con Drew?-Me pregunta mientras me sirve un vaso de zumo de naranja.

-Si, estoy cada día mas convencida de que estoy bien con él. Vittorio, lo quiero tanto. -Él sonríe- Es curioso pensar que puedo llevar un romance ante todo lo demás que pueda existir.

-¿Te refieres a las criaturas y que vivamos en un mundo de fantasía?

-Si, a eso.-Quería evitar decirlo ya que recordar a las criaturas aun me daban escalofríos.

-Me alegra por ti. Ignorar lo demás es lo mejor.

-Vittorio...

-¿Si?-Me pregunta atento. Espero un momento mientras pienso lo que le diré.

-¿Me sirves más zumo de naranja? Por favor.-Él toma mi vaso, sonríe y se va a la cocina por mas zumo de naranja.

Eso no era  lo que quería decir. Quería contarle todo lo que Miranda me había dicho aquella vez. Necesitaba respuestas y solo las criaturas me las podían dar. Pero también necesitaba un consejero. No podría ser Drew desde luego, él evitaría a toda costa que me pusiera en peligro.
Pero Vittorio, él sabía que aquella noche había sido hipnotizada por aquella criatura, sí le contaba lo convencería de que fui yo quien la hipnotizo...

Aun así, también dudaba que me aconsejara salir de noche en busca de información.

Nuovodunia: El misterio en la oscuridad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora