Capitulo 11

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—Realmente no —dijo Amanda mientras doblaban la esquina de un edificio.

            Alyx observaba el suelo perfectamente embaldosado de las zonas residenciales. Grandes chalets unifamiliares se extendían en hileras a ambos lados de la calle y, pese a no encontrarse muy lejos del centro, las calles se encontraban desiertas.

            —¿Vives por aquí, Nathan?

            —No muy lejos, Alyx, enseguida llegamos.

            —¿Me estás escuchando? —protestó Amanda de mal humor.

            —Sí, perdón...

            Su amiga tosió dramáticamente para aclararse la garganta.

            —Como te estaba diciendo, los ángeles no son físicamente muy poderosos. En cuanto a fuerza, yo soy mucho más superior que ellos.

            —Amanda... cualquiera es más débil que tú —la interrumpió Nathan divertido—. Posees mayor masa muscular y una resistencia superior a la mía. Por eso siempre haces tus exhibiciones al entrar por la ventana. Si yo tuviera que estar colgado todo el día como lo estás tú, acabaría reventado a las dos horas —Nathan guiñó un ojo cómplice a Alyx—. Además, creo que tienes complejo de Spiderman.

            —¿Qué? —chilló Amanda enfadada—. Te recuerdo que no soy un tío y mucho menos, voy haciendo de Tarzán por los edificios de la ciudad en una tela de araña.

            —¿Tarzan? Querrás decir Chita. Tenéis cierto parecido...

            Nathan esquivó hábilmente una patada de Amanda y se refugió tras Steve.

            —Ey —susurró éste, cerrando los ojos—. Si queréis seguir hablando de superhéroes hacedlo cuando yo no esté. Y si vais a mataros, hacedlo ya, que me estáis hartando.

            —Tan cariñoso como siempre —soltó Nathan sacándole la lengua—. Vamos, vamos, Amanda, paz y amor que yo te quiero mucho.

            —Pues si tanto me quieres, desaparece de mi vista, payaso.

            —Soy un incomprendido —rió Nathan.

            —¿Por qué los ángeles son tan poderosos entonces? —se interesó Alyx, rescatando la conversación que le preocupaba.

            —Ellos actúan psicológicamente —respondió Steve—. Cuando viste a uno por primera vez te encerró en una trampa psicológica que se activa con la mirada.

            —Sería algo parecido a lo que tú conoces como hipnosis, pero mucho más fuerte y poderoso —continuó Nathan pensativo—. Y, por supuesto, con claras diferencias.

            Alyx guardó para sí sus pensamientos al respecto. Dicho de esa manera, el poder de los ángeles no parecía tan terrible. Pero, como si Nathan pudiera leerle la mente, sonrió divertido y se detuvo frente a ella.

            —Puede que no parezca algo espantoso, pero cuando ves y sientes como la piel va arrancándose de tu cuerpo y el dolor es insoportable, pese a que no hay ninguna mano ni ningún arma física que te esté produciendo esas heridas, te replanteas las ideas.

            —No había dicho nada —se disculpó rápidamente, como si tuviera la urgente necesidad de hacerlo e, involuntariamente, se llevó una mano a la herida de la cara.

Cazadores de ángelesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora