Metros antes de llegar a la puerta de Thea, Diógenes se topó con Derek, su contacto del Basurero. Se lo veía molesto, con una postura rígida y cruzado los brazos.
—Dime una cosa, Sterling. ¿No te alegras con el reencuentro? —le preguntó Derek, sorprendido por la frialdad que estaba mostrando su infiltrado.
Diógenes lo miró con recelo. No le gustaba que un desconocido le hiciera reclamos sobre su vida privada.
—Mi prioridad en este momento es que mi hermana reciba la medicación que corresponde. Lo siento si no te agrada que no esté a los besos y abrazos, perdiendo el tiempo —le respondió, de mala manera.
—Ey, ¿cuál es tu problema?
—Que mi vida no es asunto tuyo —espetó.
Derek levantó la ceja. Ya le caía mal. Se preguntó si Elliot habría hecho una buena elección con él. Se le veía algo impulsivo. En caso de problemas con la misión, le preocupaba que pusiera trabas en la rueda.
—La tuya no, pero la de tu padre, sí. Escucha, niño —lo increpó—. Lo conozco hace mucho tiempo, y soy su amigo más cercano. He escuchado de ti y de tus hermanos largo y tendido. Sé de primera mano todo lo que él ha pasado y sufrido. Y verte tan frío con él, después de tantos años, me enfurece. Él es un gran hombre y ya ha pasado por mucho, como para que lo desplantes así. Que seas azul, no te hace superior a ninguno de nosotros aquí. Espero que lo tengas bien claro.
—Guárdate tu opinión para alguien que le importe.
Se desafiaron un instante más con la mirada, antes de que Diógenes ingresara en la habitación de Thea. Fue recibido por su bella sonrisa, y se la devolvió. La mala sangre que había pasado momentos antes, se esfumó. Su hermana tenía ese poder. Una sola mirada y ya sentía el corazón apaciguado. Se acercó a ella y le tendió un par de pastillas.
—Te dejaré el resto aquí —le indicó, señalando una pequeña mesa— Dos por día, las verdes. Y las blancas, cada ocho. ¿De acuerdo? Son un analgésico y un antiinflamatorio. Esto debería acelerar el proceso. ¿Te alimentan bien aquí?
Thea se encogió de hombros.
—No me quejo. Con lo poco que hay, los cocineros hacen maravillas. Prueba el pan. Será un antes y un después en tu vida —le sugirió, entusiasmada.
—¿Para tanto?
—Digamos que quiero saquear la cocina antes de irme de aquí.
—De acuerdo... —dijo, después de una sonora carcajada— ¿Has visto a papá?
—Tiene que cumplir en su puesto. Vendrá en un par de horas. Mientras tanto, Derek se ocupa de mí.
— ¿Y, Stephen, también?
—Sí... Quedarse aquí levantaría sospechas. Aunque Derek nos prometió que conseguiría un permiso para que se quede conmigo a cuidarme.—Sonrió con tristeza— Lamento que te hayan involucrado a ti también. Espero que no peligre tu puesto en el Pabellón.
—Todo irá bien. Hay mucho en juego, así que daremos lo mejor. —Trató de sonar convincente, aunque no lo creía ni él.
*************
Mientras observaba a Stephen desde una distancia prudencial, Jeff reflexionó acerca de su reencuentro con Diógenes. Se alegraba por él, por su ingreso al Pabellón Azul. Sin embargo, le pareció estúpido jugarse ese lugar por esa chica descarriada. Él, ciertamente, no lo haría ni por su mismísima madre.
![](https://img.wattpad.com/cover/28536687-288-k231728.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Mercado de Maridos (HES #1)
Aktuelle Literatur⭐️Historia destacada de Romance de Octubre 2017⭐️ ⭐️Historia destacada de Ficción General Enero 2020⭐️ "¡Bienvenidas a la Feria de Apolo! Aquí tenemos cientos de hombres para todos los gustos: rubios, pelirrojos, morenos, altos, pequeños, de ojos cl...