Hice el giro a la derecha en el bucle de la guardería.
Era un camino de una sola vía, bordeada por los coches de otros padres allí para recoger a sus hijos.
Tiré de cerca contra el bordillo, apagué el coche, me embolsé mis llaves, y salí.
Una breve ola de vértigo me golpeó y me fue golpeado con una ligera sensación de que era un deja vu.
Entré en la guardería y me dirigí a Ámbar, la menor de los dos asistentes de guardería.
"Hey Ámbar, estoy aquí para Kaylie, ¿está lista?"
Ámbar, distraída por la mitad de la pelea de poner una chaqueta de otro niño, llamado a la trastienda donde los niños pintan y juegan con la arcilla.
"Ronnie, está Kaylie lista? Su padre está aquí."
Ronnie gritó: "Kaylie se acaba de ir con su padre, cariño".
Ámbar se volvió hacia mí. Mis ojos se abrieron un poco y mi corazón dio un vuelco. Miré por las puertas grandes de cristal, justo a tiempo para ver mi coche en coche.
Mi mano se disparó en el bolsillo, las llaves estaban todavía allí. Yo los saqué y retrocedió dos pasos. Mis ojos se cubrieron la habitación rápidamente.
"Pero, yo, eh ... no, eso no es correcto".
Y las llaves se habían ido de la mano. Ámbar se centró de nuevo en la niña y su chaqueta. Ronnie entró en la habitación.
"¿Qué pasa, Amber? ¿Quién está preguntando por Kaylie?"
"Nadie ha dicho nada de Kaylie,"
respondió Ámbar, ligeramente desconcertada pero finalmente tuvo éxito en subirse el cierre de la chaqueta de la niña.
Mi boca se abrió. Mirando hacia atrás y hacia adelante entre los dos.
"¿Dónde está Kaylie?" Nunca dije.
Corrí a través de las puertas de ver a mi hija y conmigo girando la esquina, pero las puertas no se dieron cuenta.
