Narra Sofía
Por fin había llegado el momento. Nos veríamos la cara.
Después de la mini charla que me dio Charlie, ya no me sentía tan insegura. Más bien estaba nerviosa su reacción y su cara. ¿Charlie habrá cambiado? Me duele admitirlo, pero si ha cambiado como ha hecho su voz, seguramente ha sido para mejor. Sí, eso es, admito que su voz hace que me olvide de lo que estoy pensando. Ya no tengo nada que ocultar. Es decir... Es obvio que Charlie me resulta ligeramente...
Ni pude acabar la frase en mi mente ya que en mi portátil empezó a sonar un timbre un tanto desesperante, a decir verdad. Lo agarré de mi escritorio y me lancé en mi cama. Estaba tan nerviosa que estuve unos segundos planteándome si debería responder. Finalmente, lo hice y solo podía ver una pantalla en negro cargándose.
Y así sin más, por sorpresa, se cargaron las imágenes y pude ver a un chico, que alguna vez fue un niño. Su pelo no había cambiado tanto, seguía teniendo el mismo peinado, con sus pelos dorados que parecía que brillaban hasta en la oscuridad. En su rostro había un rastro de barba rubia, cosa que antes no se podía apreciar y a decir verdad, le quedaba bien. Sus ojos siguen siendo igual de azulados que la última vez que lo vi, eran increíbles. No parecían reales de lo pigmentados que eran.
-¡Hey! ¿Sofía? -me llamó Charlie sonriendo.
Y su sonrisa... Su sonrisa era lo más especial, nunca había visto una tan bonita, tan... Alegre.
-¿Qué? -respondí. No sabía cuánto tiempo había pasado desde que empezó la llamada.
-Parecía distraída, no me respondías -dijo tras una risa.
Sentía mi cara ardiendo de repente por lo que vi la esquina de la pantalla para ver mi cámara y... Tuve suerte esta vez, porque por la poca calidad de la cámara de mi portátil, no se notaba mucho.
-¿Te has puesto roja?
O eso creía.
-¿Qué? No... Es que hace calor en Madrid, ¿sabes? -dije tras una risa nerviosa.
-Hm, claro -no parecía creerme, pero aun así decidió no hacerle mucho caso al tema-. Y... ¿Qué opinas?
-¿Qué? -contesté confundida.
-De mí. ¿Qué te parezco?
-¿Es en serio? ¿Me estás pidiendo mi opinión sobre... Ti? -pregunté, a lo que él afirmó con la cabeza-. Estas igual, Charlie.
-¿De verdad? -dijo aparentemente decepcionado y mirando al techo. Luego volvió a mirarme y añadió:- Pues tú sí has cambiado -dijo serio.
De repente, sentía como si mucha gente me estuviera mirando y juzgando. Era como si de pronto, fuera consciente de mí misma y no me sintiera a la altura.
-¿A... A qué te refieres? -pregunté un tanto asustada.
-Eres más... -hizo una pausa-. Eres como la Sofía de antes, pero mil veces mejor.
Lo miré confundida. ¿Eso era un piropo? Me limité a sonreír. Sentí como me miraba fijamente.
-¿Qué pasa? -pregunté riéndome?
-¿Quieres saberlo? -preguntó con tono arrogante.
-Claro, ¿por qué no?
Charlie esperó unos segundos antes de responder. Me miró sonriente, con sus ojos azules que me habían asombrado desde el primer día que lo vi.
-Eres genial, Sofía. Por eso me encantas.
-No mientas... Tú eres el que es genial. Yo soy la aburrida chica que nunca dice nada inteligente -dije negando con la cabeza.
-¡Hoy estás chistosa! -nos reímos a la vez-. Pues que sepas, que nunca he conocido a alguien como tú.
-Entonces es porque no conoces a mucha gente, querido Charlie -dije yo, con tono arrogante.
De repente la vieja Sofía había salido a la luz. Puede que siempre hubiera estado en mí, pero no confiaba en nadie para sacarla. Excepto... Charlie, por supuesto.
-Me temo que te equivocas, querida Sofía -contestó él con una sonrisa.
Estuvimos un buen rato hablando, poniéndonos al día. Nunca se me había pasado el tiempo tan rápido y nunca me lo había pasado así de bien en años. Su vida parecía haber sido más emocionante que la mía, pero al parecer debía estudiar más que yo. Hubo un momento en el que el ambiente ya no era tan tenso, y empezamos a hacer confesiones que nunca le hubiéramos contado a nadie. Era extraño... Era como si nunca hubiéramos dejado de hablar y, aún así, hubiera un pequeño período de vacío en unos años de nuestras vidas. Pasamos horas hablando mirando los techos de nuestras habitaciones, estirados en nuestras respectivas camas.
-Es increíble cómo hemos cambiado -dije yo.
-¿Qué quieres decir? -dijo Charlie sentándose en su cama.
-¿Te acuerdas cómo era yo? -pregunté tras una risa-. ¡Qué tonta era!
-¿Tú la tonta? -dijo él tras una carcajada-. ¡Era yo el que intentaba sorprenderte con apodos idiotas todo el tiempo!
Y también me senté y lo miré con una sonrisa.
-Tienes razón, tú eres más tonto que yo -afirmé aguantándome la risa.
-¡Hey! -exclamó Charlie, a lo que yo me reí a carcajadas-. ¡Yo soy listo!
-Claro que sí... "Charlie el malote" -me burlé de él.
Parecía haberse "enfadado", así que estaba dispuesto de a defenderse.
-Uno, pensaba que ese nombre era ingenioso, ¿vale? Y dos, ¡James me dijo que era buena idea!
-Claro, claro... Échale la culpa al pobre James -dije riéndome-. Por cierto, ¿cómo está?
-¿Igual de loco que siempre?
Los dos nos reímos a la vez y nos quedamos mirando el uno al otro. Era increíble lo bien que me sentía, ¡y pensar lo nerviosa que estaba! Primero observé su pelo, luego sus ojos y finalmente su sonrisa. Fue entonces cuando me deprimí.
-Ojalá estuvieras en Madrid...
Miré al teclado de mi portátil fijamente, lo que provocó un silencio. No incómodo, era como si los dos estuviéramos esperando algo. Cada vez que repetía esas palabras en mi mente, se me aguaban los ojos.
-Hey, Sofía. Mírame -me dijo Charlie.
Levanté la cabeza y lo miré.
-Te prometo que algún día, nos reiremos en la misma habitación, y no a través de una pantalla.
Sonreí y él hizo lo mismo.
Espero que cumplas tu promesa Charlie.
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OUR LIFE; 2
Short StorySegunda parte de "UN DIARIO DE DOS" "Tal vez el universo es simplemente caprichoso..." La historia de dos jóvenes que se unen tras una red social y sin saberlo caerán poco a poco en un juego del que no se puede salir. Hablarán el uno con el otro si...