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No me senté en el mismo lugar, me ganó la vergüenza y decidí ir a cuatro filas más cerca de ti

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No me senté en el mismo lugar, me ganó la vergüenza y decidí ir a cuatro filas más cerca de ti.

Intenté algún tipo de disculpa para ti, no debí atreverme a poner eso en un papel y ponerle tu nombre. Me daba pena pensar lo que creerías de mí. Aproveché que mi amiga me hablaba para mirarte, estabas hablando en voz baja con tu amigo, parecía que le tratabas de explicar algo, sus cejas se fruncieron mientras buscabas algo en tu mochila; volví a mi conversación para dejar en claro una idea, entonces un leve color blanco llamó mi atención, mi boca se abrió al instante de reconocer la nota.

Se la estabas enseñando, una parte de mí se sintió traicionada. Podría haber escrito cualquier tontería, sin embargo te escribí uno de mis pensamientos más profundos, sería algo que sólo nosotros compartieramos.

Tomé mi lapicero azul y comencé a garabatear más palabras, me dejé llevar por mis sentimientos, cuando terminé lo doblé y guardé en mi bolsillo.

Antes de salir leí una vez más lo que había escrito. Asentí satisfecha del trabajo que mis manos habían hecho, tu amigo salió primero. Te quedaste hasta lo último, tal vez sabías que te dejaría una nota.

De hecho, lo hice.

Cuando viste el papel en mi banca te acercaste con una sonrisa, desdoblaste la nota y la leíste, casi reí(si no fuera porque estaba enojada).

Frunciste el ceño. Esa fue mi señal para irme y así lo hice.

“Me decepciona pensar que eres uno de esos chicos que besa y luego lo cuenta.”

No nos habíamos besado, pero sí que habías captado mi punto.

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