Capítulo 16: Auto-inmóviles

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El fin de semana llegaba a su fin.

Leigh se encontraba guardando las maletas de los chicos en el maletero.
Por mientras, Lys y Armin se encontraban despidiéndose de los dos ancianos.

– ¿Volverán pronto?- preguntaba dulcemente la madre del victoriano.

– Tan pronto como podamos.

– ¿Y vendrás tú, pequeño? - dijo el padre que se encontraba a su lado, dirigiéndose hacia Armin, que internamente se molestó un poco.

"¡No soy pequeño, ni que fuera un enano!", pensaba, ignorando el detalle de que tanto el albino como su hermano eran muy altos, y esa era la razón por la cual él se veía pequeño a los ojos de los dos ancianos.

– No sé si él tenga la oportunidad de venir junto a mí próximamente - comentó Lysandro, visto que el de ojos azules no respondía- Pero obviamente pensaré en invitarlo.

– G-gracias Lysandro... -dijo sonrojado y sintiéndose honrado de ser bienvenido nuevamente a la casa de sus suegros.

Luego de unos abrazos de despedida, ambos jóvenes se subieron al auto y partieron rumbo a la ciudad.

~•~

– ¿Cuánto falta?

– No lo sé Armin- el albino estaba perdido mirando a la ventana.

Mientras tanto, Leigh perdía la paciencia. Estaban estancados en una larga fila de autos que avanzaba un centímetro cada treinta minutos.

"Debimos haber venido en tren...", pensaba enojado y mal diciendo al caprichoso de su hermano que aburrido ya estaba de las vías del ferrocarril (y de la auto ruta también).

– Leigh, ¿No avanzan?- su hermano victoriano interrumpió sus pensamientos.

–No.

–Ya veo...

–Agh... Muero de calor. ¿Cuñadito querido, no podrías abrir la ventana? - en eso Lysandro miró a su novio levantando una ceja.

–Abrela tú, para algo hay una palanca ahí atrás.

–¿¡QUÉ?! ¿¡No es automático?!

–No - respondió fríamente el mayor, a quien los reclamos del oji-azul le hacían perder un poco más los estribos.

–¡P-Pero!

– Ya tranquilo, mi amor- se dirigió el albino hacia Armin tomándole la mano para tranquilizarlo.

Y desde el volante, escuchó una risa proveniente de su hermano mayor.

"¿Qué le causa tanta gracia?", se preguntó rodando los ojos, y volviendo luego a mirar esos diamantes azules que en la cara de su amado estaban.

A su vez, Armin admiraba los ojos dorado-esmeralda de su Lys.
Se sonrieron a la vez, y el más alto entre los dos hizo un gesto con el cual invitaba al moreno a ponerse a su lado, lo cual aceptó con gusto. Gusto el cual se vio claramente reflectado en cuanto se acurrucó entre el brazo y el pecho del más alto. Éste otro, rodeó el cuerpo del más pequeño con ambos brazos, y ambos miraron al cielo desde la ventana del vehículo.

— Me parece que va a llover... - mencionó el albino mirando al cielo, entretenido acariciando con la mano izquierda los negros cabellos de su novio, que estaba semi-dormido y su rostro ruborizado en un bello rosa pastel.

— Puta mierda... - dijo Leigh, quien de una forma muy fina y para nada grosera interrumpió a los dos tórtolos.

— Que delicado, Leigh.

No te lleves el control  (Lysandro X Armin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora