Capítulo 6:

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El resto de la casa era homogéneamente fría. Parecía como si el calor sólo se concentrara en la habitación de la chimenea, mientras que el resto era tan helado como la intemperie allá afuera. Harry gritó un par de veces más buscando a alguien dentro, pero siempre fue en vano; nadie nunca nos respondió. Yo seguía preguntándome si era recomendable entrar en pánico por el hecho de que nos encontramos una chimenea encendida pero no al hombre que la encendió. Pero ya era suficiente el miedo que sentía por tener a Harry tan cerca.

-Mejor volvamos. Mis pantalones no son lo suficientemente calientitos como para mantener a Harrycito.

Puse mis ojos en blanco a modo de exasperación, pero me había hecho gracia su comentario sin sentido.

-Sí, mejor devolvernos.

-¿También estás preocupada por Harrycito?

Ni siquiera lo miré, pero admito que contuve una risita. Extrañaba que Harry me hiciera reír, siempre fue el mejor haciéndolo, y cuando salíamos con Louis, no había quien me hiciera callar las carcajadas. Pero bueno… eso es cuento del pasado.Era mejor volver porque el frío se estaba haciendo de verdad insoportable.

En el camino de vuelta a la habitación, Harry me asusto cuando dio un grito a mis espaldas.

-_____, ¡Mira! Esta puerta dice cocina y creo que está abierta.

Entrecerré mis ojos a modo de confusión y sorpresa; y en efecto, un viejo cartel clavado en la pared lo decía claramente.

-No lo vi cuando pasamos por acá.

-Yo tampoco.

Me dijo el rulozo mientras que con su dedo índice tocaba la puerta y la abría lentamente para luego asomar su cabeza de la manera más detectivesca que pudo encontrar. Revolee los ojos y la abrí de un solo empujón entrando sin pudor

-Vamos Harry, no es momento para que seas Bond.

-Que aburrida _____, nada te costaba dejarme jugar al espía.

Me dijo a modo de reproche.

Negué con mi cabeza mientras avanzaba por entre los mini pasillos de la cocina… era gigante, mucho más grande que cualquier otra que hubiese visto en mi vida. Supongo que antes la comida se valoraba mucho más, o tal vez cocinar se consideraba un ritual… o qué se yo, pero quien construyó la casa tenía una leve inclinación por la comida y las cocinas de proporciones casi ridículas. Aunque pensándolo bien, armoniza con el tamaño del resto de la casa.

-Que cocina más enorme

“no me digas Harry, ¿enserio?”. Pero me qued callada y reí para mis adentros.

La mayoría de los muebles estaban casi desechos, como si la madera hubiera sido devorada lentamente, dándole un aspecto casi tenebroso. Colgaban ajíes y ajos por todas partes, con otras especies que no lograba distinguir. Los utensilios de cocina estaban regados por todas partes, pero no desordenados; algunos llegaban a estar tan oxidados que hasta el mango había sido carcomido, pero otros lucían casi resplandecientes, como unas cuantas ollas y unos servicios.

-La cocina está intacta.

Giré mi rostro bruscamente, por lo que mi cuello se quejó. Me acerqué hasta quedar al lado de Harry y nos quedamos absortos observando la cocina a leña que seguía completa; estaba negra claro, pero se notaba que aún servía.

OK, esto se estaba volviendo realmente extraño. No aguataba seguir mirándole sin encontrar alguna explicación lógica, por lo que me di media vuelta y seguí caminando por el resto de la cocina. Llegué al último pasillo y me encontré con una despensa gigante, que más parecía biblioteca por los muebles altos, que en vez de estar repletos de libros, estaban casi llenos de latas y otra clase de comida no perecible.

Y no aguanté. El miedo se apoderó de mí y comencé a mirar para todas partes. Error. No veía a Harry por ninguna parte y comencé a hiper ventilar. Quería salir corriendo ahora ya de ese lugar, pero mis pies no se movían, no reaccionaban a ninguna orden que mis neuronas les daban, como si se hubiera cortado la comulación desde mi medula espinal, por donde solo corrían escalofríos que comenzaban a hacerme sudar.

-____, Qué te sucede.

Me dijo Harry con un tono de preocupación mientras se acercaba. Cuando quedó a mi altura, se dio cuenta de lo que tenía enfrente, y comprendió inmediatamente por qué mi reacción. Pero a diferencia de mí, se acercó sigilosamente por el gran pasillo que se asomaba en frente. Esta vez lo dejé jugar al espía secreto resolviendo el misterio de la comida enlatada.

Revisaba al azar las latas y los sobres que se encontraba. Hasta que un momento se dio vuelta para quedar de frente con migo.

-La mayoría aún no ha vencido.

Y ahora el miedo se apoderó de cada célula de mi cuerpo. Harry tenía una lata en su mano mientras dejaba ver una sonrisa ladeada en su rostro. ¿De qué se reía?

-Tenemos comida de sobra para pasar la tormenta.

Estábamos de vuelta sentados en el sillón comiendo atún que había en una de las tantas latas que nos encontramos. Harry tenía razón, muchas de ellas aún seguían cerradas y con fecha de vencimiento de cómo el 2016.

Decidí no hacerme problemas, al fin y al cabo, no estábamos hablando de una especie de comida fantasmal que nos molestara por la noche. Era sólo comida enlatada, y yo tenía hambre. El agua no le hace nada al pez.

Comíamos en silencio que sólo era interrumpido por el crujir de la madera en la chimenea, y el leve sonido del fuego.

-A pesar de que la encontramos encendida, tenemos que mantenerla así. Iré a buscar dónde encontrar leña.

-Creo que afuera había un poco.

Me miró con extrañeza esperando una respuesta más larga. Continúe sin mirarlo tratando de restarle importancia al asunto.

-No me sorprende que no la hallas visto. Nunca fuiste muy observador que digamos- Sólo me miró como gesto para que continuara y llegara a lo concreto –mientras daba vuelta por la cocina, me fijé que una de las ventanas daba al patio trasero, ése donde hay un árbol gigante, de unos, no sé, ¿mil años tal vez? Bueno, la cosa es que debajo de éste, había unos troncos para talar.

-¿Para talar?

Me preguntó incrédulo

-¿Qué?, ¿también querías que quien nos encendió la chimenea nos dejara toda la leña cortada?

-Y cómo supones tú que la voy a cortar?

-No sé Harry, tal vez y podrías inventar algo que corte leña… no espera, alguien ya lo inventó, y lo llamó HACHA.

-Mejor me voy a cortar, hoy estás de un humor….

Me limité a fulminarlo con la mirada, supongo que mis ojos lanzaban veneno, porque terminó su frase a mitad de camino mientras tomaba su chaqueta y salía de la habitación.

Yo me quedé ahí, quieta, sentada y con mi lata de la mano… pensando en lo que había sido mi día. No entendía cómo había terminado en la casa de la chimenea fantasma con Harry buscando leña. Por lo menos el sonido del fuego era reconfortablemente tranquilizador,por lo que me acomodé en mi asiento, tratando de dejar mi mente en blanco… lo que no me costó mucho, el lugar era perfecto para dejar de pensar.

Cerré mis ojos y al momento después escuché un fuerte sonido que provenía del afuera. Era el sonido de la madera rompiéndose, y esbocé una sonrisa –auch, no recordaba hace cuánto sonreía así- al imaginarme a Harry cortando la leña; de repente me acordé de que afuera llovía a mares, y que lo más probable era que Styles no trajera más ropa. Abrí mis ojos y encontré sus pantalones junto a sus playeras y camisetas regadas por el suelo. Ese mal hábito aún no se le quitaba.

Me puse de pie para recogerla y acercarla a la chimenea; el fuego aún estaba fuerte, por lo que deduje que se secaría sólo en un rato. Para no parecer tan obvia, acerqué mi ropa húmeda a la de él, así no pensaría que me preocupo en extremo de su salud.

Cuando termine, me di cuenta que el silencio me esta aburriendo, por lo que comencé a cantar “kiss me” desde el principio hasta el final. Hace meses no la cantaba entera, estoy segura que la última vez que lo hice fue cuando… hice el amor con Harry por última vez también. De pronto me acordé por qué había dejado de ser mi canción favorita.

Love in da storm (Harry & tu) *TERMINADA*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora