Capítulo 11: Victoria Amarga

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El cielo era adornado por la bóveda estrellas que iluminaban el camino de la furgoneta en dirección dónde Alya y Nino se enfrentaron a las abejas negras.

Adrien, con Plagg posado en su cabeza, se encontraba de copiloto indicando el recorrido al señor Dupain con ayuda de las indicaciones en el teléfono de Alya. Mientras que en la parte de atrás se hallaba la señora Sabine con Lady en sus brazos y flotando junto a ella, la pequeña Kwami roja. Quién no dejaba de revolotear por los nervios.

-¿Todavía nada Tikki? –le consultó Sabine, en tanto que Lady no le quitaba los ojos encima a la criatura roja.

-No Sabine, pero puedo asegurar que Marinette está bien... por ahora... -Tikki cruzó preocupada sus brazos, en tanto que Sabine la rodeaba delicadamente con sus manos.

Adrien no pudo dejar de sentirse culpable, hasta que Plagg le palmeó la cabeza, mientras se acomodaba en la visera ploma.

-Señor Dupain... –el muchacho le mostró el teléfono para indicarle que estaban pronto a llegar a su destino.

Lo que no esperaban los pasajeros, fue que en cuánto el panadero vio la imagen, aceleró a fondo el vehículo, llegando a asustar al grupo, y a Tikki con Lady rodar hasta el fondo de la máquina. En tanto que Plagg se agarró con sus dientes de la cabellera de Adrien.

-Q-querido, creo que ya llegamos... -comentó, un poco alterada, la señora Sabine, mientras que el resto se recuperaba del susto y el señor Dupain frenaba en seco.

Tikki recobró el conocimiento, para encontrarse en el lomo de Lady, quién le quedó mirando parando sus orejas y ladeando un poco la cabeza. La pequeña Kwami tragó nerviosa, sin mover un músculo, temiendo lo peor de la perrita. Y para su sorpresa, Lady chilló tiernamente,le ladró suavemente y la lamió entera, dejándola cubierta de baba.

-¡Puaj! –Tikki trató de quitarse lo viscoso, cuándo la perrita la tomó por detrás con su hocico -¡Ah! ¡Bajáme Lady!

La pequeña Kwami pataleó molesta, y antes que Sabine interviniera, llegó volando Plagg en frente de la perrita.

-Muy bien pulgitas ¡Deja ir a "puntitos"! – le ordenó enojado el gatito negro, pero Lady sólo le quedo fijamente mirando.

-¿"Puntitos"? –se extraño Adrien, aún recuperando el aliento luego del arrebato de conducción del señor Dupain.

-¿No me escuchas babosita? – Plagg le hizo señas para que liberara a Tikki – ¡SUÉLTALA!

La perrita dudó un momento en liberar a la Kwami roja, que no dejaba de bufar molesta con los brazos cruzados. Luego de recibir otra orden de Plagg, la dejó ir finalmente, a lo que Tikki no perdió el tiempo de volar hasta buscar refugió con Sabine.

Plagg sonrió triunfante, en frente de la perrita que no apartaba su vista de él.

-Veo que estás aprendiendo a obede... -pero el gatito negro no pudo seguir regodeándose, ya que Lady brincó encima de él para atraparlo entre sus patas y lamerlo con entusiasmo - ¡WHAAAA! ¡Adrien ven ayudarme! -el rubio no pudo evitar soltar un bufido de burla, lo que hizo enojar más aún a Plagg.

Finalmente el gatito fue rescatado por la señora Dupain, en tanto que su esposo y Adrien bajaban del auto acompañados por Tikki.

-Muy bien, fue por aquí que los amigos de mi hija vieron a esas abejas... -se le dirigió impaciente el panadero, a lo que la Kwami asintió seria y tomaba una posición de meditación.

Pronto se le unieron la señora Sabine con Lady en sus brazos, junto con Plagg que flotaba deprimido con sus bigotes goteando baba.

-¿Alguien me recuerda de por qué trajeron este saquito de pulgas? –Refunfuñó Plagg, sacudiéndose molesto el líquido pegajoso.

The Lady of the PaintDonde viven las historias. Descúbrelo ahora