Capítulo 14: Concejos y verdades, Parte 1: El regreso de Volpina.

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Adrien se peinaba por enésima vez en la mañana, y bañándose entusiasmado con la loción que le obsequiara la señora Sabine como bienvenida a su hogar.

-¡Puaj! –Plagg bufó molesto, tapándose la nariz con sus patitas -¿Y decías que mi Camembert olía mal?

-Hoy voy al colegio con Marinette –repuso el chico entusiasmado, revisando su ropa a través del espejo- ¡Tengo que lucir mejor que nunca!

-Para mí estas igual que siempre, loverboy.

-No pienso rendirme Plagg –el chico volvía aplicarse la loción -, si enamoré a Marinette una vez, ¡puedo hacerlo de nuevo! ¡Sé que puedo! –Adrien seguía inspeccionándose frente del espejo- Este es el día, voy a engatusar a mi chica hasta el punto que no pueda resistir mis encantos –Plagg le quedó mirando con un tic en el ojo.

-¿ Y para eso te po-pones...? ¡GLUP! –el kwami negro sintió que su estomago se revolvía por el fuerte olor de la loción.

El gatito volador pronto quedó mareado por el aroma, y flotando cerca de su portador, tenía la desagradable sensación en su garganta que, claramente, no se trataba de una bola de pelos.

Cuándo el rubio notó algo extraño en su Kwami, fue demasiado tarde. Plagg estaba sobre él, mareado y con ganas de vomitar.

-¡PLAAAAGGGG! –se escuchó el grito del ex-modelo, por fuera de la panadería.

Adrien desayunaba pero sin el entusiasmo de la mañana, en tanto que Plagg era un alma en pena tomando un té de manzanilla que le prepara la señora Dupain-Cheng.

-Esto es culpa tuya –dijo de pronto el gato negro, ofendiendo a Adrien.

-¡¿Culpa mía?! – el chico indicó indignado, la ropa que ahora llevaba puesta; una polera verde musgo con una chaqueta de cuero negro y pantalones de igual color -¡Fuiste tú el que me vomitó encima! ¿Ahora como se supone que pueda ver Marinette con esta ropa? ¡Pensará que soy un rebelde o algo así! –Adrien no pudo evitar el drama, dejando caer su cabeza sobre la mesa y cubriendo su rostro con sus brazos.

Pero su Kwami no perdió el tiempo, y jalándole las hebras doradas del chico. Le obligó a enderezarse hasta quedar a su altura.

-¿Y qué esperabas? –Plagg chocó narices con su portador - ¡Esa cosa que llamas perfume produjo acidez en mi estomago! ¡NI SIQUIERA PUEDO COMER MI AMADO CAMEMBERT POR CULPA DE TU MAL DE AMORES!

-¡Marinette no es ningún mal! ¡La amo y ella a mí! ¡Estoy seguro! –contraatacó el joven, tirando de los bigotes a su Kwami.

-Si tan seguro estás que ella te quiere ¿Por qué te preocupa tu apariencia entonces? –Adrien lo soltó de mala gana y volvió a indicar su ropa.

-¿No lo ves? –el gatito negó molesto- Parezco un rebelde, sólo me falta una cadena o algo así para parecer un pandi...

-Para ser tú mismo –interrumpió el gato de la destrucción con un tono serio-, ahora entiendo a la niña, ¿Cómo vas a conquistarla si no es siendo tú mismo y no lo que tú padre te obligaba a que fueras? ¿Has olvidado lo que la chica con gafas dijo? "Sé tú mismo" –Plagg volvió a chocar narices con Adrien- Ya deja de ser el chico modelo, ¡Se Adrien! –luego indicó la ropa-, todos sabemos que en el fondo eres un gato rebelde problemático, esas pintas te quedan como anillo al dedo.

El muchacho le miró pensativo, lo que volvió a molestar a Plagg, que no perdió el tiempo en volver a tirar del cabello rubio pero con más fuerza.

-¡Auch! –el chico logró liberarse, y trató de atrapar al Kwami con sus manos sin éxito.

Y en tanto que Plagg y Adrien volvían a chocar narices furiosos, la madre de Marinette llamaba a su hija, sin prestar atención al escándalo de sus inquilinos.

The Lady of the PaintDonde viven las historias. Descúbrelo ahora