Capítulo 1

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Estaba sentado en el escritorio del aula ultimando los detalles para la última clase que daría.
William había tenido un buen primer día, sin ningún inconveniente. Fue recibido de buena forma por los alumnos y el profesorado, su departamento era perfecto, le habían otorgado una oficina privada, en fin, debido a tales buenos acontecimientos nunca imaginó que su buena suerte iba a terminar justo unos pocos minutos después de comenzada la clase.

En plena presentación, y a punto de dejar claras sus reglas, apoyado distraídamente sobre el escritorio, observando el gesto de cada persona allí dentro,  la puerta del aula fue abierta con brusquedad y provocó un estruendoso ruido al golpear contra la pared.
La mirada del profesor se dirigió hacia la entrada cargada de furia, dispuesto a darle una reprimenda al idiota que había interrumpido su clase pero se sorprendió encontrando solo a una joven de cabello negro y corto hasta los hombros, perfectamente lacio, con los ojos abiertos de par en par.

-Lo siento, lo siento, lo siento, - mientras que, con sumo cuidado, cerraba la puerta, se disculpó con una suave vocecilla intentando controlar sus agitadas respiraciones a causa de correr a través de todo el campus luego de haberse quedado dormida y perdido la mayoría de sus clases por estar hasta tarde terminando un trabajo que había olvidado por completo. - En verdad, lo lamento.

Continuó agachando su cabeza y caminando a su lugar habitual completamente avergonzada. A pocos pasos de llegar, su pie se enganchó con uno de los bancos haciéndola trastabillar hacia delante. La clase estalló en carcajadas, y eso enfureció más a William.

Odiaba ser interrumpido. De todos modos, dejó de lado su enfado y se apresuró hacia la chica ya que ninguno de los imbéciles de sus compañeros planeaba ayudarla. ¿Qué ha pasado con los buenos modales? Se preguntó. La tomó de uno de sus brazos con decisión y luego de que estuviera de pie, ayudó a recoger sus cosas intentando no pensar en la corriente eléctrica que sintió al tocarla.

Ella, azorada, no dejaba de disculparse.

-Deje de pedir perdón, la próxima vez procure llegar a tiempo y tener más cuidado, señorita...

-Taylor -. Añadió mirando por primera vez a su nuevo profesor.
El aire se atoró en su garganta. Era alto y bien formado, podía decir que ejercitaba con frecuencia, la forma en que la camisa celeste se pegaba a sus brazos cruzados era la prueba de eso. Su rostro era la perfección personificada, su mandíbula era cuadrada y su nariz perfectamente recta. El azul de sus ojos resaltaba detrás de sus gafas y su revuelto cabello castaño hizo que Katie se decidiera a ir por él.
Debía ser unos diez años mayor que ella, lo que lo hacía aún más perfecto. Maduros y con experiencia eran sus preferidos. Nada de estúpidos jóvenes que no sabían qué querían o hacían.

Will, por su parte, intentaba dejar de pensar en cómo se lucían las largas piernas de su alumna en el jean ajustado que llevaba y como sus pechos se movían por su errática respiración detrás de la camisa negra.

-Que sea la última vez -. Sentenció perdido en sus ojos grises, ahora casi negros.

Ella se había fijado en él como el resto de las mujeres lo hacía, el profesor rodó los ojos mentalmente. 
Aunque muy en el fondo, esta vez no le molestaba, es más, deseaba poder ayudarla a cumplir con sus deseos.

Pero no podía hacerlo, él nunca ni en sus más sucios sueños estaría con una estudiante, sabía los problemas que eso podría traerle y no estaba dispuesto a arriesgar su reputación y carrera solo por tener dos piernas rodeando su cintura.

Se dio la vuelta de manera brusca dejando aturdida a Katherine que prácticamente se lanzó a su asiento luego de recibir una mirada de advertencia que Anderson le dirigió al ver que parecía petrificada distrayendo con su voluptuoso cuerpo al resto de jóvenes hormonados.

No Debes Jugar Con Fuego (You Shouldn't Play With Fire)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora