Capítulo 10

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Pocas horas atrás, había llegado a visitar a su padre junto con Katherine y mientras ambos caminaban recorriendo el vecindario donde creció el catedrático, él descubrió una nueva tienda de tatuajes a pocas cuadras de su antiguo hogar. Desde que la joven le había confesado el aborrecimiento hacia su tatuaje, 3 semanas atrás, se pasaba pensando cómo demonios podía deshacerse de la horrible marca. Así que al  ver tienda, supo qué era lo que quería y esperaba que de una vez por todas pudiese tapar la estupidez más grande que había cometido en su vida. Estaba seguro de que esta vez no iba a arrepentirse porque además de que no tenía dudas de su amor hacia la joven, estaría sobrio al hacérselo. Aprovechó a visitar el lugar en cuanto Katie cayó rendida de sueño por la tarde.

No recordaba que fuese tan doloroso. La mierda realmente le dolía y estaba a punto de llorar como un niño pequeño. Intentaba centrarse en otra cosa que no fuera el espantoso ruido de la máquina o los pinchazos en su piel pero era una tarea bastante complicada.

— ¿William, cabrón, eres tú? — una voz familiar bramó. Su cerebro estaba demasiado ocupado haciendo que sintiera dolor como para procesar de quien se trataba. Abrió sus ojos, que mantenía cerrados con firmeza, para encontrarse con su cuñado observándolo con notoria diversión.

— Brant, — fue lo único que pudo mascullar.

— ¿Qué hay hermano? — inquirió Henry, el tipo con múltiples perforaciones y sin lugar aparente de su cuerpo que estuviera sin tinta, sin apartar los ojos de su tarea.

—He venido por una nueva adquisición, — respondió. — ¡Carajo, Anderson! ¿Eso es...? — el cobrizo asintió seguido de un siseo. Debe estar realmente enamorado, pensó, y por fin va a cubrir esa mierda. — Te tiene mal, hombre, ¿será que tendremos una boda pronto? — preguntó en broma.

Pero esa simple pregunta, realizada con el fin de molestar a su cuñado, le dio a éste bastante que pensar. La idea había cruzado por su mente más veces de las que podría recordar pero siempre la desechaba. No quería tomar una decisión apresurada y asustar a la joven, quería asegurarse de que estaban bien juntos como para afrontar un matrimonio.

Había un pequeño detalle, esta vez era diferente, se sentía distinto, correcto y lo que es más, lo anhelaba más de lo que estaba dispuesto a admitir. Era consciente de que no sería un error pedirle a Katie que fuera su esposa y que, aunque su primer matrimonio falló estrepitosamente, tenía la certeza de que esta vez las cosas funcionarían porque él la amaba y era correspondido sinceramente por la joven y también porque, esta vez, no lo haría por sentir que debía hacerlo sino que deseaba que sucediera. Nunca había querido tanto que pasara.

—Eso espero, — susurró ligeramente aturdido por sus reveladores pensamientos.

—Tu hermana enloquecerá, — comentó incrédulo. Como el resto de la familia, él no creyó que Will volviese a mantener una relación con una mujer, mucho menos casarse nuevamente luego de su primera mala experiencia. De hecho, había llegado a pensar negativamente, que solo seguía con ella porque la había embarazado. Estaba contento de haberse equivocado, por lo que había oído, Katherine era una gran joven y merecía alguien que la amara en verdad.

—No le digas ni una palabra,ñ. No quiero que esté rareando alrededor de Katie .

— ¿Mi bella y tranquila esposa rareando? — bufó divertido. —No diré nada.

— ¡Terminado! — exclamó Henry haciendo que el catedrático soltara un suspiro de alivio.

Anderson observó la obra terminada con satisfacción al ver el resultado. Era como si un peso se le quitara de encima, su pasado cubierto por su presente y futuro.

No Debes Jugar Con Fuego (You Shouldn't Play With Fire)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora